Mañana, sábado 18 de mayo, se celebra el Día Internacional de los Museos, una fecha que debería invitarnos, aunque sea por un día, o por unas horas o unos minutos, a reflexionar sobre el valor de estos espacios culturales en esta sociedad contemporánea, más allá de ser lugares frecuentados por turistas, asumiendo, dicho sea de paso, que todos somos homo touristus.
Para comprender la importancia actual del museo, es fundamental remontarnos a su lejano origen. El primer museo del mundo nació en la antigua Grecia, en el siglo III a.C., con el nombre de Museion, en la mítica ciudad de Alejandría. Este lugar, consagrado a las Musas, y del que deriva el actual nombre museo, albergaba una fascinante colección de manuscritos y obras de arte, diez laboratorios de investigación, un observatorio e incluso un zoológico, convirtiéndose en un centro mundial de estudio y difusión del conocimiento. Por entonces, turistas pocos.
Desde entonces, mucho ha llovido, pero los museos han desempeñado, y desempeñan aún, un rol fundamental en la preservación y divulgación del patrimonio cultural de la humanidad. Han sido guardianes de la memoria colectiva, custodiando obras clave que narran nuestra historia, cultura y las tradiciones de diversas civilizaciones, en particular las hegemónicas. Asimismo, han servido como espacios de educación y reflexión, fomentando el diálogo intercultural y el enriquecimiento intelectual de la sociedad. O de parte de ella.
Sin embargo, en la era digital, donde el conocimiento está al alcance de un clic, algunos cuestionan la relevancia de los museos. Internet se erige como un vasto repositorio de información, una suerte de gran museo virtual donde se puede acceder a imágenes, textos y recursos multimedia de manera instantánea. ¿Acaso los museos tradicionales han quedado obsoletos en este contexto?
La respuesta, aunque matizada, es un rotundo no. Si bien es cierto que internet democratiza el acceso al conocimiento, los museos ofrecen una experiencia única e irremplazable. La contemplación directa de una obra de arte, que supera a su visión en pantalla, la inmersión en un ambiente cultural y la interacción con otros visitantes son aspectos esenciales de la experiencia museística. En este sentido, los museos no solo son lugares de conservación, sino también de reflexión y conciencia histórica.
¿Cómo serán los museos en el futuro? Es probable que adopten un enfoque más interactivo y participativo, utilizando la tecnología para enriquecer la experiencia del visitante. Realidad virtual, realidad aumentada y otras herramientas digitales podrían ser integradas para ofrecer recorridos inmersivos y dinámicos. No obstante, más allá de las innovaciones tecnológicas, la esencia de los museos seguirá siendo la misma: preservar la memoria y fomentar el conocimiento en un mundo cada vez más cambiante y globalizado. Como dijo el escritor Orhan Pamuk, “los museos son lugares donde el tiempo se transforma en espacio”.