Como los turrones de toda la vida, hay dos tipos de poder: el duro y el blando. El poder duro es imperativo, sin contemplaciones, a golpe de ley y bajo sanción. Y el poder blando es sinuoso, emocional y persuasivo para llevarte al huerto. De este soft power trata el nuevo espacio de Silvia Intxaurrondo, Geópolis, en La 2 de TVE, que recupera a la santurtziarra para la información tras el fiasco de El mejor de la Historia. Dicen que Geópolis es un programa transmedia por su origen pódcast (audio a demanda) y su traslado a la pantalla. ¿Y cómo se denomina el tránsito de una novela u obra de teatro al cine? ¿Transgénero? Son ganas de obnubilar con palabritas, porque los géneros puros fallecieron hace siglos. En la primera entrega cuentan los secretos del poder de la cosmética y sus tácticas de engaño para una belleza ficticia que compense la baja autoestima. La argumentación se sintetiza en media hora, con lo que pierde profundidad para ganar en agilidad. Tratarán los entresijos de Eurovisión, las redes sociales y la gastronomía diplomática. Sería preferible que se ocuparan de Gates y su Fundación de tramposa filantropía para sus propósitos monopolísticos, como denuncia el periodista Tim Schwab en El problema de Bill Gates, de ineludible lectura. Es lo que hay: la mentira es fácil de creer, mientras la verdad es difícil de entender. A Silvia la han escarnecido con mentiras en El Mundo y otros medios ultras tras poner en evidencia pública a Feijóo por sus falsos datos sobre la subida de las pensiones. Hace unos días plantó cara a la embajadora de Israel por el genocidio de Gaza. La derecha española imita a la mafia en la pericia de la vendetta. No conocen bien a esta mujer, cordial como ninguna, pero profesional sin miedo. Cómo la echamos de menos en ETB.
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