Escucho en un informativo que “el órdago de Junts pone en jaque la legislatura de Sánchez”. La cuestión es que si uno juega al mus y el otro al ajedrez, la cosa pinta mal se mire por donde se mire. La primera consideración, pues, es sobre la aproximación inicial al problema: los protagonistas se entretienen en juegos distintos. Y al menos uno de ellos se afana en ganar. Uno puede imaginarse a Carles Puigdemont en un lado de la mesa y con cara de póquer –para añadir más confusión al asunto– exclamando: ¡órdago a pares! Y a Pedro Sánchez en el extremo contrario sin saber qué hacer: querer el órdago pensando en colar sus dos alfiles y sus dos torres como duples, sacrificar a la reina, enrocarse o directamente asumir de una vez el jaque y retirarse. Sea cual sea el juego, lo que se está comprobando es que el resultado está pendiente del VAR o del ojo de halcón, o del artilugio que sea que tenga la Audiencia Nacional. Los jueces –líbreme el TC, el CGPJ y hasta la Corte Internacional de Justicia de llamarlos “prevaricadores”– toman decisiones que, ¡casualmente!, impugnan acuerdos políticos y ponen en riesgo una ley. El tema más escandaloso es el del terrorismo que el magistrado trata de imputar no ya a los CDR sino a altos dirigentes políticos catalanes. No es ya que aquí sepamos muy bien lo que es el terrorismo y sus efectos. Es que ese es un campo minado. Hoy se cumplen 44 años del secuestro, tortura y asesinato por parte del Batallón Vasco Español, de extrema derecha, de la joven estudiante bilbaína Yolanda González por su militancia comunista. Fue interrogada, recibió dos tiros más el de gracia y la dejaron tirada en una cuneta. Sentencia, la hubo. Consecuencias, escasas. Pero, aunque pueda extrañar, no fue un acto “terrorista”, ni obra de “banda armada”. Algo similar sucedió con el asesinato del dirigente de HB Santiago Brouard y otros varios. Nada garantiza que la acusación de terrorismo o traición para Puigdemont prosperen. Pero su inclusión en la ley de amnistía tendría efectos devastadores. Si Junts lleva su órdago, o su jaque, hasta el final, se demostraría que a lo que juega en realidad es a la ruleta rusa. Con perdón...