No ha habido final. No se puede decir otra cosa. La realidad es que Jokin Altuna ha hecho las cosas bien, ha hecho su partido y ha entrado muy bien en la final, pero, sobre todo, Peio Etxeberria no ha estado. De ahí el marcador de 22-9. La diferencia entre ambos ha sido demasiado grande. Altuna no ha necesitado hacer un gran partido para ser campeón, pero los mejores también ganan así. Por eso lo son. No hemos visto al Peio del campeonato en ningún momento. De hecho, ha rendido muy por debajo de su mejor versión. La final se ha encarrilado muy rápido en favor de Altuna porque Peio ha fallado en lo que mejor ha hecho durante todo el torneo: el resto de saque. Antes de llegar a la final ha sido el pelotari que mejor ha llevado los saques, pero en esta ocasión ha fallado. No ha estado nada bien y eso le ha hecho mucho daño no sólo en el marcador, –se ha puesto por debajo sin apenas jugar– sino también en la confianza para seguir adelante. Se ha bloqueado y se le ha notado mucho a la hora de tomar decisiones. Se ha equivocado demasiadas veces porque estaba bloqueado mentalmente. Tampoco ha sabido hacer daño con la derecha. No entraba bien a la pelota. Ahí ha sufrido mucho y Altuna le ha insistido porque veía que le hacía daño una y otra vez. Altuna sabe jugar como nadie y ha tomado muchísima ventaja desde el principio. No ha tenido necesidad de arriesgar porque Peio estaba perdido. Simplemente hacia las cosas de manera correcta, lo que demandaba el partido. En eso no se ha equivocado. Peio no le hacía daño y él, sin embargo, le ha hecho muchísimo daño con el saque. Eso te da mucha seguridad y tranquilidad a la hora de jugar. Además, cuando Peio ha tenido el saque tampoco ha conseguido hacer tacadas para presionar a Altuna y así es todavía más complicado. Peio estaba en esos días en los que no sale nada.
El autor es director técnico de Aspe