Escribía hace algún tiempo un artículo sobre la compasión, padecer con, no sólo como virtud cristiana, sino también como valor humano y revolucionario en el mundo actual. Lo había escrito con motivo de la persistente denegación de libertad a un preso, aquejado de ELA en una cárcel francesa.

Hoy me voy a referir a otra virtud emparentada, la misericordia, a la que el Papa Francisco dedicó un jubileo especial en el año 2016 y cuyos fundamentos doctrinales recuerdo nebulosamente desde los años de estudios teológicos de exégesis bíblica en el seminario de Lugo. La misericordia forma parte esencial de las religiones cristiana, islámica y judaica, tres nacidas en un entorno semejante y con evidentes analogías.

La misericordia etimológicamente procede del miseri latino, miseria o necesidad, cor-cordis, corazón, e ia, hacia. Significa, por tanto, tener un corazón solidario con los que tienen necesidad. Por ello es también un valor humano, fraterno y revolucionario el proclamarlo en la actual sociedad proclive a la anestasia. La sociedad civil está necesitando un nuevo aliento, unas referencias firmes e iluminadoras que despejen los nubarrones de la intransigencia, de los prejuicios, del odio, de la desigualdad, de la conculcación de los derechos más elementales, del racismo, del machismo y de los descartes. La misericordia sella la carne de muchos que no tienen voz o su voz no es escuchada, porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos, de los imperios y de las potencias. La misericordia, la solidaridad, la denuncia y la debida atención están llamadas a curar estas heridas y a vendarlas. Si deseamos un futuro mejor para “la madre tierra”, la misericordia es esencial, porque la supervivencia del género humano está en juego.

La misericordia es revolucionaria

El judaísmo, el cristianismo y el islam la consideran uno de los atributos más característicos de Dios. Son numerosas las alusiones a ella en el Corán y en el cristianismo un código fundamental del mensaje evangélico eran las bienaventuranzas, una de las cuales se refería expresamente a los misericordiosos. No cabría olvidar una de las prácticas importantes eran 14 obras de misericordia, corporales y espirituales, consignadas en los catecismos de los PP. Astete y Ripalda, que en nuestra lejana niñez nos repetían machaconamente en la catequesis. Quizás no sobre recordarlas. Las 7 corporales eran: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino y necesitado, vestir al desnudo, visitar al enfermo, socorrer a los presos y enterrar a los muertos. Las 7 espirituales comprendían: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo ha de menester, corregir al que está en error, perdonar las injurias, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos de los demás y rogar a Dios por vivos y difuntos.

En el Corán, libro sagrado del islamismo, son numerosísimas las citas sobre Alá misericordioso y compasivo.

Sin embargo, dadas las circunstancias actuales me veo obligado a mencionar especialmente el judaísmo, porque no entiendo que los ultraortodoxos, tan celosos del cumplimiento de la ley judaica, la Torá, el Pentateuco, que engloba el conjunto de los primeros libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), no cumplan con sus preceptos primordiales, los trece atributos de misericordia, y sometan a los palestinos a una masacre tan cruel, contraria a estos principios, con los que, según el judaísmo, Dios gobierna el mundo. Se encuentran recogidos en el capítulo 34 del libro de Shemot (Éxodo), versículos 6 y 71. Los Trece Atributos son un componente especial de los rezos diarios, cuyo texto es el siguiente:

1. Dios es compasivo antes de que el hombre cometa pecado.

2. Dios es compasivo después de que el hombre cometa pecado y se vuelva de su mal camino.

3. Dios es poderoso para dar a todas las criaturas según su necesidad.

4. Dios es misericordioso con los pobres.

5. Dios es benévolo con los ricos.

6. Dios es paciente y no se apresura para castigar al hombre a la espera de que se arrepienta y vuelva al buen camino.

7. Dios es benevolente aun con aquellos que ni siquiera alcanzan méritos.

8. Dios recompensa verdaderamente a los que se esfuerzan en cumplir Su voluntad.

9. Dios recuerda los méritos de los antepasados y ejecuta Su Bondad con sus herederos.

10. Dios perdona hasta los pecados premeditados.

11. Dios perdona a los rebeldes.

12. Dios perdona el pecado que se comete sin intención.

13. Dios absuelve a los arrepentidos y limpia todas sus faltas.

No apelo a la declaración universal de los derechos humanos, ni a las resoluciones de la ONU ni a las más elementales leyes humanitarias y de crímenes de guerra, que el Estado israelí acostumbra a pasar por donde se cruzan los pantalones; sino a los compasivos sentimientos que emanan de los trece atributos de la misericordia, insertos en sus plegarias diarias.

¿Estas oraciones cotidianas no ablandan el corazón de los dirigentes israelíes para abandonar la senda de las matanzas y la comisión de tantas barbaridades e iniciar el camino revolucionario de la misericordia? l

Historiador