Desesperada, la voluntad elige el mal menor. Lo estamos viendo en la desquiciada política española donde hay que optar por la izquierda asociada con la ultraizquierda para evitar un gobierno neofranquista de la derecha con la ultraderecha. Ocurre también con la televisión, nuestro principal ámbito de ocio. Muchas personas se sientan ante el televisor “a ver lo que echan”, cuando se trataría de hacer una selección previa y quizás, por defecto, no encender el aparato. Es falso que el consumo audiovisual sea una pérdida de tiempo, porque en las pantallas hay estupendos productos plenos de calidad e inteligencia, junto a otros vacíos y perversos que componen la telebasura. Vayamos a los espacios informativos. ¿Cómo elige usted su noticiario? Por proximidad, tiene cuatro posibilidades: lejanísimas, lejanas, cercanas y cercanísimas que, respectivamente, son las cadenas por satélite, las estatales, las autonómicas y las locales. Por ideología tendría que escoger entre públicas o privadas y entre las de derechas o izquierdas. La mejor opción, o si lo prefiere, el mal menor son los canales públicos. El Teleberri de ETB convence sin ser perfecto por su compromiso con los valores de una gran mayoría social, lo que también demuestra con el documental Generación porno, útil y estremecedor. En España, TVE cumple como puede. Y al otro lado, Antena 3 al servicio del PP y su filial La Sexta con García Ferreras en las cloacas. Quedan Telecinco y Cuatro, que deambulan sin rumbo, y los canales tóxicos El Toro, de Vox, y Trece, de los obispos. Dar a conocer lo que no se sabe es información y reiterar lo consabido es propaganda. He ahí la diferencia para seleccionar el mal menor; pero no olvide dotarse de filtros, mucho escepticismo y su criterio de ciudadano escarmentado.
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