Javier Elzo, prestigioso sociólogo, me ponía estas líneas en Facebook contestando mi artículo de Deia, Noticias de Gipuzkoa y DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, Hay que estar, en relación a la alusión que hice sobre la IA. “Llevo años pidiendo a Batasuna, en cualquiera de sus denominaciones, y ahora a Sortu o EH Bildu, que nos digan para qué han servido los asesinatos, secuestros y amenazas de los años de la ETA en ejercicio. Sin lograr nunca respuesta”.
Javier, no lo harán. Y nosotros seguiremos permitiendo esta anomalía. Han descubierto el bálsamo de Fierabrás. Apoderarse del trabajo de otros, silenciar su pasado y tratar de ponernos a la defensiva. “Ustedes tienen celos de lo que logramos”. No votaron la investidura de Sánchez y no han logrado casi nada, aunque se atribuyen desde el SMI a la policía de tráfico de Navarra. Como hace Feijóo. Mentir no pasa factura. Ante esto, me viene al recuerdo la llegada de Don Manuel de Irujo a Iruña en marzo de 1977 a la Asamblea Nacional del EAJ-PNV. Volvía tras cuarenta años de exilio y me tocó acompañarle al Ayuntamiento de Iruña. Allí le esperaba en la puerta, con gran deferencia, el alcalde en funciones Tomás Caballero. Llegó a decirle que recibía a la personalidad política navarra más importante del siglo XX. En mayo de 1998, ETA lo asesinaba como a un perro. Fue terrible. Todavía Bildu no ha condenado aquel asesinato.
Escribí en este diario, al calor de un dolorido artículo de Koldo Martínez de Geroa Bai, una reflexión sobre Lo que han impedido Asiron y Bildu. Destacaba cómo una de mis sorpresas ha sido el indulgente silencio de todos los partidos hacia la iniciativa de EH Bildu y de Asiron de no dar sus votos a Koldo Martínez para ser alcalde, tras ofrecer el PSN los suyos. Les hacía ver que Bildu no estaba en la realidad si tras el fracaso del 28 de mayo del PSOE, de la repetición de la consigna Que te vote Txapote, de haber puesto en las candidaturas personas condenadas por terrorismo, alguien en su sano juicio pudiera pensar que en plena campaña electoral el partido socialista podía dar sus votos a Joseba Asiron aunque sí a Koldo Martínez, quien a pesar de sus dos concejales, podía ser hoy el alcalde de Iruña. Abertzale, experiencia parlamentaria, buena gente, podía haber sido un gran alcalde pero Bildu, tras decirnos por activa y por pasiva que nunca permitiría que prosperara una sola candidatura de cualquier derecha, permitía que la señora Cristina Ibarrola de UPN, fuera la alcaldesa de la capital del Viejo Reino. Ibarrola representa a una UPN que vive a la defensiva soñando con una invasión bilbaína. Eso les lleva a negar el euskera, la lingua navarrorum, como cultura navarra y a la barbaridad de las tres culturas navarras. El que niega su identidad y UPN lo hace con su actitud ante el euskera, se niega a si mismo y acaba perdiendo. Es lo que apoya Bildu.
No le gustó nada al señor Asiron mi comentario y me contestó a través de un tuit lo siguiente: “Señor Anasagasti. Vetar para la alcaldía a la fuerza progresista más votada (27%) está mal. Querer aprovechar descaradamente esa exclusión en su beneficio, con un 7% del voto, también está mal. Y culpar a la fuerza vetada de las consecuencias de su propio veto, es de risa”.
Pues no le veo la gracia al señor Asiron. A este señor no le importa nada que la derecha más retrógrada gobierne Iruña, básicamente por su egocentrismo. Reducir la vida política a porcentajes aritméticos es propio de personas que nos considera a los demás gente obtusa. Y decir que estudiar esa posibilidad es de risa, le retrata.
Para Asiron la historia de Tomás Caballero no cuenta, porque nunca existió y por tanto, no tiene que tener consecuencias y manipula los hechos aunque haya que partir de esa barbaridad que él ignora, calculadamente, para que Bildu sea vetada, algo que Asiron, como representante de EH Bildu sigue sin asumir. Entre dos opciones, no había más, él elige la que más puede perjudicar a la ciudad. ¿No será porque en el fondo teme que una alcaldía con Koldo Martínez a la cabeza produciría el efecto funicular entre Asiron y Koldo y él, ante esa posibilidad elige la peor para la ciudad pero, eso sí, lanzando denuestos a un PSN y a una Geroa Bai tan solo por estudiar esa posibilidad. Ese es el meollo de la cuestión y lo demás, humo y tinta de calamar.
Me ha decepcionado este caballero que ante apostar por un abertzale, frente a una señora de UPN, a cuenta de su mejor derecho, prefiere el diluvio, anteponiendo su ombligo y los intereses de Bildu a los intereses de Iruña. Y para colmo, se muere de risa. Por cierto, Asiron hizo bien en sacarles del mausoleo a Mola y Millán Astray pero no hizo absolutamente nada por honrar al político navarro más importante del siglo XX, Don Manuel de Irujo. Él mide muy bien sus actos.
Desde el Hotel Panamá
A tenor de los mensajes de campaña, no sé cuánto daría la IA para poder decir que lleva en el Congreso desde 1917 como lleva el EAJ-PNV, tras superar las ilegalizaciones de las dictaduras de Primo de Rivera y del general Franco. Escucharles reivindicar ahora las bondades de un instrumento como el Estatuto de Gernika, uno coincide con Elzo en preguntarles qué piensan del balance de una ETA nacida en 1960, como violencia de respuesta, pero inmoralmente continuada tras la muerte del dictador, mientras los demás, como en tiempos de la República, trabajábamos por institucionalizar el país.
Tengo una espina clavada de mi etapa de diputado en el Congreso al no haber encontrado el lugar en el que estuvo el hotel Panamá, donde se alojaban los diputados vascos del PNV. Aguirre, Leizaola, Irazusta, Robles Arangiz, Kareaga, Landaburu, Lasarte, Pikabea, Irujo, Monzón, Basterretxea, Bikuña, Egileor, Jauregui, Torre, Horn. Los nombro porque existieron. Se alojaban en el hotel Panamá y el nombre me parece de lo más sugerente y por eso me hubiera encantado verles y escucharles comentar lo que hacían en aquellas Cortes republicanas donde se pasaron cinco años extenuantes pedaleando para conseguir el primer estatuto de autonomía de la historia y comprobar su desánimo tras prosperar las maniobras caciquiles que desgajaron Navarra del proyecto nacional vasco. Eran tan constantes, tercos, trabajadores que les llamaban la Minoría de Cemento. Y es que no había fisuras a la hora de conseguir, como los catalanes en 1932, un estatuto que comenzara a recuperar el poder conculcado tras la abolición foral en el siglo XIX. El PNV actual es heredero de ellos.
En los años posteriores a la muerte del dictador, Txomin Saratxaga se encargó de reeditar el libro del diputado Aguirre titulado Entre la Libertad y la Revolución. Ya el título retrataba una época. Ojalá este libro sea hoy la apuesta veraniega de los jóvenes a los que les interesa lo que pasa a su alrededor como lo fue para nosotros. Proyecta la constancia en la defensa de lo vasco y la reivindicación de una versión de la democracia en la que ésta encarna una determinada cosmovisión de la vida conformada por valores morales de orden superior, que no se limita a lograr un simple mecanismo jurídico-político de sustitución o cambio en el poder. Aguirre y los diputados del PNV se valieron de sus inmensas capacidades de brega para lograr un notable trabajo de condensación en el que no quedara nada de lo importante en el tintero, además de incorporar una explicación de la época, es decir, de aquel contexto histórico con especial énfasis en los valores éticos y de establecer con precisión los hechos, sin incurrir en la tentación del adoctrinamiento, sobre las enseñanzas del pasado. De ahí que los creativos de la campaña de EH Bildu tienen que inventarse su épica, para no caer en la lírica.
Otro libro del mayor interés es otro ejemplar muy recomendable, en esta oportunidad escrito por Manuel de Irujo, La Guerra Civil en Euzkadi antes del estatuto. Se lee de un tirón. Allí se narra cómo tras el 18 de julio de 1936 la situación del cuartel de Loyola era partidaria de la sublevación militar junto a los militares africanistas. El gobernador no sabía qué hacer y fueron los diputados Irujo, Lasarte, Irazusta y el socialista Amilibia quienes lideraron la rendición del cuartel. Terminan lográndolo y en este libro Irujo nos narra cómo el problema era lograr salvar la vida de los oficiales a quienes se iba a someter a un juicio con garantías. “Constituyó un momento difícil el de la salida y desembarco de los militares en la puerta de la Diputación de Guipúzcoa, cuenta Irujo en su libro: Hombres y mujeres agolpados junto a los camiones, proferían insultos y amenazas, exhibiendo escopetas, revólveres y pistolas ametralladoras. Como el lugar más peligroso era el de su salida material de los coches y camiones, me coloqué personalmente al objeto de impedir con mi propio cuerpo, como lo hice, todo intento –y no fue uno solo ciertamente– de agresión a los detenidos, presos de la República, puestos bajos la garantía del gobierno por nosotros, con palabras a tales efectos empeñada por los diputados a Cortes por Gipuzkoa, que era preciso respetar –misión en la que puse en todo momento–, y con gran exposición, más de una vez, todo mi esfuerzo. La defensa del coronel Carrasco, al romperse la cadena protectora, me costó un fuerte culatazo en el costado izquierdo, que me dejó la sensación de su dolor durante varios días”.
De ahí que el Grupo Vasco siempre ha reivindicado la trasferencia competencial de estos cuarteles a Donostia, a pesar de que José Bono nos dijera que mientras él fuera ministro de Defensa, no se dejaría de arriar la bandera española en los cuarteles de Loyola. De ahí que el logro para la ciudad obtenido gracias al trabajo del Grupo Vasco actual y de la necesidad de nuestros votos sea un hito no solo del Grupo Vasco, sino la reivindicación de una historia con muchos componentes. Por eso también, hay que ir a Madrid. ¿Alguien se imagina al actual ministerio de la defensa español negociando esta transferencia sensible y simbólica con la señora Mertxe Aizpurua o la de la policía foral navarra mientras sigan sin condenar el atentado de Caballero? Pues eso.
Y ante el día de hoy, un principio básico de la comunicación es la simplicidad, otro la necesidad de un mensaje único acompañado de soportes de evidencia y una “razón del por qué”. Estos fundamentos se complementan con un lenguaje visual y verbal y un tono de comunicación, que termina a las 8. Hoy, día electoral, la gran mentira que hay que desmontar es que el PNV tiene un pacto oculto con la derecha española y eso no se hace votando a Sánchez o a Feijóo, se hace optando y votando advirtiendo que la opción en Euzkadi, una vez más, es entre el EAJ-PNV y EH Bildu porque Sánchez y Feijoo son irrelevantes para el futuro de Euzkadi. Esa debería ser hoy entre los vascos la idea electoral despertando al votante y recuperando el voto útil perdido.
Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)