Hace doce meses fue una imagen repetida en más de una ocasión. Hubo más de uno que al entrar en Mendizabala se puso de rodillas y besó el suelo. Sí, sí, el asfalto de un parking. Pero era el momento no ya de celebrar el vigésimo cumpleaños de un festival, sino de compartir el reencuentro personal tras dos años de paréntesis obligado por la pandemia. Entre la emoción del momento y la pechada de calor que nos metimos los presentes, el Azkena Rock Festival de 2022 fue único, histórico e irrepetible. Toca ahora, por tanto, volver a la normalidad. Parece mentira decirlo. Pero sí, por fin se ha podido disfrutar de un curso de conciertos como si nada hubiera pasado. Vitoria es un claro ejemplo gracias al gran trabajo que desarrollan cada semana salas como Hell Dorado, Jimmy Jazz y Urban Rock Concept. Algún día nos daremos cuenta de lo afortunados que somos viendo la desaparición de escenarios en otros lugares... Y toca poner el broche, esa guinda que cada año musical propone el ARF, un festival que en 2023 es normal, con todo lo bueno que eso significa teniendo en cuenta lo excepcional de los últimos años en todos los ámbitos de la vida. Y sí, volverán esas conversaciones normales sobre la cantidad de años que suman los cabezas de cartel. Y sí, volverán esas críticas a este año hay demasiado de esto y muy poco de lo otro. Y sí, volverán las discusiones sobre si el mejor concierto de la historia del ARF fue el de aquel año o el de este otro. Y sí, volverá la enésima polémica sobre el sonido de los escenarios, los solapes y demás. Y sí, volverán las grandes actuaciones y los momentos irrepetibles junto a miles de personas.
- Multimedia
- Servicios
- Participación