El Gobierno de España parece una extraña pareja hecha a base de remiendos que duerme sobre una cama de clavos. Los que saben algo de química llaman afinidades electivas a la tendencia de ciertos elementos a combinarse. Pues de eso nada; el PSOE y Unidas Podemos pocas afinidades tienen y esas pocas no son el resultado de sus voluntades sino de circunstancias y necesidades fraguadas con los apoyos que, circunstancialmente, obtienen de otros partidos como EAJ-PNV, ERC y Bildu, dispuestos a sostener al gobierno para frenar la entrada en tropel de las derechas españolas. El debate sobre la reforma de la llamada ley del solo sí es sí ha dejado claro que las cuestiones elevadas como la protección de las mujeres frente a las agresiones sexuales, cuando no están basadas en la moderación y la practicidad, pueden ser el enemigo de una política acertada. La revisión de las penas para los agresores, beneficiados por una legislación torpemente redactada, ha dado lugar a un diálogo de sordos entre los dos partidos del gobierno en el que ambos bandos se ahogan uno a otro en ruido. Unidas Podemos, que en otras circunstancias no habría logrado nada remotamente parecido a la consolidación del consentimiento –“solo sí es sí”– como núcleo de la norma, ahora obstaculiza las necesarias modificaciones de la ley para frenar el coladero en que se ha convertido, muy a pesar de todos, comenzando por la mayoría de los jueces que tienen que admitir las rebajas de penas, por ser de derecho y para no incurrir en prevaricación. Unidas Podemos y sus aliados más comprometidos, ERC y Bildu, convertidos en guardia pretoriana, piden tiempo para reflexionar y con su obstrucción a una ley exprés han conseguido aplazar tres semanas el debate parlamentario. Mientras tanto, sigue el goteo de rebajas y excarcelaciones que inquietan profundamente a los ciudadanos que contemplan nuevas agresiones sexuales diarias y asesinatos machistas semanales en imparable carrusel.

Una cama de clavos

Un abuso

Si un gobierno o parte de él no responde adecuadamente cuando los tiempos lo exigen, muestra una falta de atención que es tan peligrosa como cometer un abuso deliberadamente. Y de ese abuso hago responsable a Unidas Podemos. La reforma de la ley propiciada por el PSOE y a la que el PNV adelanta su apoyo y hasta el PP se muestra favorable, no es el mezquino camino del medio sino la única salida cuando no hay avances visibles de acuerdo en la confrontación que se está produciendo dentro del gobierno. Querer a toda costa conservar ventajas inconciliables –la ley tal y como se aprobó a propuesta de Unidas Podemos– es perder la ventaja próxima de cada situación: el núcleo del consentimiento intacto con modificación de las penas. Unidas Podemos, partido con un nada desdeñable número de profesores entre sus filas, se inspira en su actuar frente al PSOE en el dicho atribuido a F. Nietzsche –luego de extendido uso popular– “lo que no mata me fortalece”, cuando lo que la experiencia demuestra es precisamente lo contrario: que lo que no mata te debilita, y… te mata más adelante. No es otro mi pronóstico para el Gobierno de coalición enredado en contradicciones sobre casi todo lo fundamental: desde las hipotecas inmobiliarias y alquileres de viviendas hasta la guerra de Rusia en Ucrania, pasando por las políticas energéticas o las proteccionistas sobre animales.

Y suma y sigue. Recién aprobada la ley trans, se abren serias dudas sobre los problemas que puede conllevar su aplicación. Lo sucedido en Escocia, donde un transgénero originariamente masculino encarcelado por violador solicitó su traslado a una prisión de mujeres para cumplir el resto de su pena alegando su nueva identidad femenina. Podía hacerlo una vez aprobada la ley trans impulsada por el Gobierno escocés. El escándalo público que supuso conocer que un violador iba a cumplir el resto de su condena entre mujeres presas ha llevado a presentar su dimisión a la primera ministra Nicola Sturgeon. Nadie había previsto este efecto indeseado de la ley trans escocesa, pero si sumamos este suceso a otros similares ocurridos en Suecia y Dinamarca podemos concluir que legislar sobre asuntos donde biología, psique y voluntad personal se entremezclan es extremadamente complejo y de consecuencias indeseadas, lo cual choca con la necesidad de seguridad y certeza que pedimos a las leyes. Por cierto, el ejemplo insólito que supone la dimisión de la primera ministra Sturgeon es de lo más relevante a ojos de un nacionalista vasco. La campeona de la independencia escocesa dimite por un asunto que afecta a derechos civiles, que es tanto como anteponer la ciudadanía al proceso de construcción nacional. Somos el pueblo y luego seremos un pueblo, una lección de nacionalismo cívico que nos enseña a los vascos la senda a seguir para lograr la consecución de nuestra causa en el marco de la Europa democrática.

La soberbia

La izquierda a la izquierda, en expresión de Pedro Sánchez, perro apaleado en el granizo de las ocurrencias de los morados, se comporta como el topo de Nietzsche que horada, excava y socava. Su pecado original es la soberbia y esa será su perdición con ese estilo insustancial, ese tono burlón y desdeñoso borracho de consignas y esclavo de ellas. En su comportamiento político hay mucho de paulino, de rechazar la idea de la evolución mental, reemplazado con el trastornado sustituto de la revelación divina instantánea. Siempre de camino en pos de algo, la dirección se convierte en lo más importante, cuando más lejana sea la meta que nos proponen mayor será la posibilidad de mantenerse en el machito, eso suponen. La política, como decía de la vida Claudio Magris (El Danubio) solo puede ser entendida mirando hacia atrás, aunque solo puede ser vivida mirando hacia adelante. A Unidas Podemos, reducida a una sombra de sí misma, se la trae enteramente al fresco los problemas de gobernabilidad y el desajuste político que producen sus leyes y controversias. Su lenguaje político está diseñado para conferir solidez a lo que no es más que puro aire, de tal manera que aconsejo leer sus discursos al revés a ver si tienen suerte y sacan algo en claro. La aprobación de la ley trans, al igual que la ley del solo sí es sí es una victoria táctica que potencia una derrota estratégica cuando se evidencien las consecuencias que su aplicación genere. La cohabitación en el gobierno de España yace sobre una cama de clavos, y qué le vamos a hacer pues no hay motivo para que el gobierno se duela salvo los meses y oportunidades perdidas.

Si hablamos de Euskadi, las transferencias pendientes y las infraestructuras retrasadas en esa vía de dirección única que es la espera a lo que en Madrid se decida. Los vascos hemos desarrollado una hiperosmia política, estamos dotados de receptores olfativos amplificados para oler los cambios y acontecimientos que nos afectan. Se trata de una sintomatología normal en los pueblos pequeños que a falta de información e intervención sobre lo que se cuece en la dirección del estado hemos desarrollado ese sistema para entrever el futuro. Y lo que se huele es a guerra sin cuartel, “wall to wall”, que dicen los ingleses, dentro del Gobierno que acabará en la derrota de Unidas Podemos. Una consecuencia paradójica que podría facilitar la victoria electoral del PP si ese partido fuera capaz de gestionar su mala conciencia y escapar de la monotonía ensordecedora de sus tertulianos. Las camas de clavos siempre hieren a quienes se acuestan sobre ellas. Atentos al volante que vienen curvas.