Acabamos de salir de un 2022 convulso pero que en su final nos regaló alguna buena noticia.
Nuestro país tiene el menor IPC de la UE. El empleo resiste en época de vacas flacas, al igual que el crecimiento que parece va a evitar la recesión que le llega a la mayoría de Europa.
Y sobre todo para quienes fuimos víctimas de aquel monstruo, porque el gobierno al fin retira las medallas a Juan Antonio González Pacheco alias Billy el niño.
Pero estamos ya en el nuevo año 2023 y como se señala en el título de este artículo comienza con un futuro lleno de incertidumbres y también de peligros.
Cuatro asesinatos de mujeres, la falsa tregua en Ucrania y la barbarie fascista en Brasil con la invasión del Congreso, Supremo Tribunal Federal y Palacio del Planato por una turba bolsonarista auguran una época oscura.
La violencia sobre la mujer no tiene freno y todos, autoridades y sociedad, se interrogan sobre las causas y especialmente sobre las soluciones para acabar con ella, o al menos reducirla drásticamente.
Parece que, ante esta pandemia, las medidas que va tomando el gobierno de coalición son las correctas, con algún traspié como el tenido con la famosa ley del solo sí es sí que ha provocado rebajas de condenas a los agresores.
Que el mal viene desde las raíces de la sociedad, del machismo ancestral que padecemos, pero también de la posición negacionista y crítica con estas medidas que viene de la derecha extrema del PP y la extrema derecha de Vox.
Que posiciones impresentables como las del vicepresidente de la Junta de Castilla León, Juan García-Gallardo, no tengan una respuesta inmediata y contundente de su socio del PP, como su cese inmediato, no ayuda en esta lucha, sino que todo lo contrario la entorpece.
Que en Madrid la señora Isabel Díaz Ayuso mantenga su relación con Vox como muleta, tampoco.
El nuevo hombre fuerte de Feijóo, el recién elegido coordinador de la campaña electoral, Borja Sémper, si quiere ser creíble, debe tomar con urgencia una posición sobre este espinoso tema.
Deberá aclarar si ese PP reaccionario y casposo le va a impregnar, o al contrario es él quien les traslada su línea moderada, centrada y respetuosa con el contrario, de la que ha hecho gala en el pasado.
Difícil lo tiene, pero parece que si mantiene su coherencia y honestidad durará menos que un caramelo la puerta de un colegio.
La situación en la guerra derivada de la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin, tampoco tiene signos de mejorar y se prevé larga y dolorosa.
Mientras la economía de EEUU y de la propia Rusia aguanten el envite no va a finalizar. Es Europa en su conjunto la que más lo sufre al provocar una crisis económica sin precedentes.
Lamentablemente nadie parece interesado en acabar con esta barbarie, todo ello con la indiferencia de nuestra sociedad, ya sea local o europea. ¿Cuántas manifestaciones han visto nuestras calles protestando por la misma? Es como si esta sociedad cada vez se parezca más a la que vaticinaba Zygmunt Bauman, líquida e insensible al sufrimiento.
También el peligro de un nuevo rebrote del coronavirus que llega de China hace encender luces rojas de emergencia.
Pero si uno realiza un pequeño ejercicio de investigación acaba descubriendo que es mayor el que nos viene de EEUU, porque las variantes que circulan por el gigante asiático pertenecen a delta y ómicron, para las que la mayoría de la población europea ya está inmune. Es del dueño del mundo de donde nos puede llegar la tormenta pandémica perfecta, debido a la evolución hacia nuevos tipos.
La peligrosa etapa de cambio climático de la que el planeta nos advierte con los atípicos verano y otoño pasados, con procesos de sequía extrema y temperaturas atípicas. Con el invierno que acaba de comenzar que parece que va a seguir la misma dirección, tampoco son buenas noticias.
También la situación económica nos debe poner los pelos de punta. Aunque hasta el momento las medidas puestas en marcha por nuestro gobierno parecen paliarla aunque moleste a las derechas.
Con ellas se ha conseguido controlar la inflación, evitar la recesión y el empleo aguanta. Es uno de los pocos asuntos que al menos nos da un respiro.
Pero quizás la mayor incertidumbre, el máximo peligro para las izquierdas y la base social que las respalda, venga de las dos citas electorales de este 2023, en mayo y diciembre.
Ahí se juegan el futuro con unos PP y Vox acechando peligrosamente, especialmente debido a los errores cometidos y los conflictos de los últimos tiempos. De nuevo la izquierda cainita.
El peligro de una derecha cada día más extrema que circula poderosamente por el planeta es un aviso a navegantes. El último nos viene de Brasil, pero antes fue EEUU, Francia, Suecia, Italia, o antes Austria y Hungría.
Otra vez y como voz que clama en el desierto lo advierto, haciendo un llamamiento para que los errores se corrijan y cesen las tensiones. Nos jugamos demasiado en este envite.
Sólo con una reacción rápida se podría evitar su victoria y las negativas consecuencias que nos traerían.
Porque nadie dude de que si les hace falta para gobernar ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno central, unirán sus votos que nos podría traer un retroceso en derechos sociales de muchos años.
Este 2023 es el año de la verdad. Como por estas tierras se señala para avisar del peligro: kontuz.
Releer esta reflexión para su corrección me suscita la duda de si enviarla, porque temo que de nuevo pueda ser acusado de agorero. Pero como siempre, acabo dándome cuenta de que alguien debe decirlo y aprieto el botón de envío.
Veremos…
Ex parlamentario y concejal de PSN-PSOE