ba de paseo cuando apareció ama deseosa de darse un garbeo. Paseando me preguntó qué pensaba y le conté la conversación en el libro que estoy leyendo en el que uno comenta que, aun siendo mayor, no se siente viejo porque todavía es activo sexualmente, a lo que el otro le responde que no solo carece de ese deseo, se siente liberado de esa carga. Ama me mira y me pregunta sobre mi opinión al respecto, y le digo que está bien, que cada cual con su deseo hace lo que quiere, que no es más que la derivación de un instinto transformado por la cultura de miles de años. Me mira interrogante y continúo explicándole que en la evolución de las especies permanece la característica de que cualquier organismo lo es en la medida que se reproduce y transmite sus genes. Todo animal que pierda su capacidad de reproducción queda arrumbado del grupo y fallecerá.
Entonces, me pregunta, por qué no ocurre eso con el ser humano. Pues eso te decía, le contesto, que a base de milenios de educación, cultura y tecnología, el ser humano ha ido sorteando máximas de la biología y actúa con consciencia, más allá de impulsos instintivos. Entonces, comenta, es lo mismo ocurre con los animales domesticados y cuidados por los humanos. Efectivamente, también a ellos se les aplican métodos de vivencia y supervivencia generados por la cultura y la educación humanos. Solo de esa manera se pueden entender perros con abrigos.
Se para, me mira fijo y dice que, sin saber si han evolucionado y se reproducen o no, viene observando que los políticos, cuando son oposición, deben ser los únicos humanos sin consciencia, sin domesticación y sin evolución cultural ni educativa, pues se comportan como asilvestrados que buscan devorar a quien manda, sea quien sea y decida una cosa o la contraria. Le digo que tampoco sé de su reproducción pero que joder, joden un rato. Se gira y me intenta dar un pellizco. l