l jueves ciudadanos y ciudadanas de Ucrania asistieron al pleno del Parlamento Vasco. De manera escrupulosamente silenciosa y respetuosa, atendieron cada una de las palabras del debate que se suscitó en la Cámara donde se buscaba la "condena sin paliativos" a la invasión por parte de Vladímir Putin a su país. Sin neutralidad. "Condena sin paliativos". Pero fue imposible la unanimidad. Elkarrekin Podemos y EH Bildu vieron insalvable suscribir el texto, entre otras muchas razones, por la mención a la OTAN y la presencia del término condena, un muro que sigue siendo demasiado alto, según parece, para la izquierda abertzale.

Una de las personas venidas de Ucrania, en un momento dado, hizo una sencilla, casi imperceptible, negación con la cabeza cuando escuchó cuestionar por ambos partidos que dar armas a su país, a pesar de las circunstancias, a pesar de su situación de máxima debilidad, a pesar de estar siendo invadidos y masacrados, no es la solución. Y pensé qué podría estar pensando al escuchar estas y otras argumentaciones esta persona cuyos familiares y amigos están en peligro, muertos o desplazados. Con un futuro incierto en su horizonte.

Lamento decir que la gravedad de la situación que se vive en Ucrania pasó de puntillas por el Parlamento Vasco el jueves. Dos horas de un debate en el que se habló mucho de guerra, pero también de otras tantas cosas que sólo sirvieron para armar la abstención con la que justificar el no apoyar el texto que salió adelante.

Si, como dijo Nerea Kortajarena (EH Bildu), "nosotros somos el pueblo de Gernika, los que estamos al lado de los ciudadanos que, desde la empatía, la memoria histórica y la solidaridad están sufriendo por esta guerra", no se puede recurrir a quedarse en tierra de nadie, ni sí ni no, en una suerte de injusta neutralidad. "Condena sin paliativos". O se está o no se está.

"En Euskadi creo que hay un censo de tres mil ucranianos, más los que están llegando en estos momentos. Si vieran el debate que se está produciendo en este Parlamento yo creo que sentirían una cierta vergüenza", resumió el socialista Txarly Prieto. Poco más que añadir.