sta Navidad la bendición Urbi et Orbi no ha reunido multitudes en la Plaza de San Pedro. Se ha impartido, respetando las medidas de seguridad debidas, en un salón contiguo. Desde este aula de las bendiciones el Papa ha defendido que la vacuna contra el covid-19 "debe estar disponible para todos" y que "no podemos dejar que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos". Francisco ha pedido a líderes estatales, empresas y organismos internacionales "que promuevan la cooperación: vacunas para todos".
La Unión Europea inicia hoy, de forma coordinada y simultánea, la vacunación lo mismo en Berlín y París que en Elorrio, Hondarribia o Gasteiz. Es una gran noticia, pero no suficiente. Si algo hemos aprendido de este covid-19 es que hay riesgos que son universales y que solo globalmente podemos combatir. La situación sanitaria en cualquier parte del mundo nos afecta y se convierte en un interés personal de cada uno de nosotros, en parte de un interés propio inteligentemente entendido.
El Papa añadía que no se pueden poner "las leyes del mercado y las patentes de invención por encima de las leyes del amor y la salud de la humanidad". El equilibrio entre la propiedad intelectual y el acceso universal a la salud es una cuestión central a la que hay que encontrar un adecuado equilibrio. Por un lado las empresas tienen derecho a aspirar a un beneficio por sus inversiones y su excelente trabajo. La expectativa de razonable rendimiento económico es además un incentivo importante para el avance del conocimiento que nos hace la vida mejor. Ahora bien, ante una necesidad urgente de salud pública, la propiedad intelectual y los regímenes de patentes no pueden ser un obstáculo que impida salvar vidas.
La comunidad internacional ha avanzado mucho en los últimos años en este sentido. La Declaración de Doha de la OMC sobre derechos de propiedad intelectual y salud pública permite entender esta propiedad intelectual, en circunstancias como la presente, de una forma subordinada a la salud pública. En caso necesario se pueden utilizar estos mecanismos para garantizar el acceso universal a la vacuna covid-19, máxime cuando los fondos públicos destinados a su desarrollo han sido ingentes. La OMC está ante su mejor oportunidad de demostrar si su sistema funciona o no.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha indicado en su reciente visita a Alemania que "la vacuna debe ser un bien público global" y debe estar disponible "para todo el mundo, en todas partes". Guterres advirtió sobre otro riesgo: el "virus de la desinformación. Hemos visto cómo los enfoques populistas que ignoran la ciencia han engañado al público con noticias falsas y conspiraciones alocadas". Y es que lo que en ocasiones se escucha en redes o en la calle sobre las vacunas puede llegar a ser demencial.
Esta semana Unicef-País Vasco ha inaugurado una preciosa exposición fotográfica que recorrerá las capitales vascas. Su presidente, Isidro Elezgarai, explicó en su alocución de apertura que este organismo internacional prepara para el 2021 una campaña de vacunación que será un desafío logístico y humanitario "histórico y colosal". Unicef coordinará la adquisición y distribución de vacunas que se aplicarán al 20% más vulnerable de la población de 92 países donde las necesidades son más apremiantes y los medios más escasos. Transportará 850 toneladas de vacunas al mes manteniendo la cadena de frío hasta los lugares más recónditos de la Tierra. Esta sí que es una gran misión conjunta de la humanidad. Lo de desviar meteoritos y repeler invasiones alienígenas se queda en un segundo nivel, como para película de la hora de la siesta.