unque no están los tiempos para hacerlo por aquello de evitar contagios, tiene uno que frotarse los ojos ante la enésima vuelta de la burra al trigo. ¿Se pueden creer que la requetederecha (y alguno que se dice de izquierdas) ha sacado otra vez a paseo el espantajo del Concierto vasco y el Convenio navarro? Era una pregunta retórica. Por supuesto que se lo creen porque seguramente habrán sido testigos de los eructos de repertorio sobre la cuestión. Que esa es otra: ni siquiera se molestan en actualizar las martingalas. Se engolfan siempre en las mismas trolas que vienen a resumirse en que nuestros sistemas fiscales son una suerte de latrocinio elevada a bella arte. Es sencillamente inútil tratar de explicarles que, sobre todo cuando vienen mal dadas, la fórmula implica riesgos que no corren quienes se instalaron en la comodidad del "que recauden otros".
Lo gracioso, aunque tampoco nuevo, es que la presente ofensiva venga encabezada por los politicastros y terminales mediáticas que representan los intereses de la Comunidad de Madrid. Son Díaz Ayuso y sus mariachis los que han emprendido la embestida porque huelen que esta vez sí les han pillado con el carrito del helado. Si alguien se lo lleva crudo a costa del resto, si hay un verdadero paraíso fiscal en Hispanistán, no es otro que Madrid.