or normativa legal, los gansos suizos han de chapotear en balsas al aire libre y con bañista€ So pena de que los criadores sean multados.
El mundo está lleno de anécdotas e historietas absurdas, ridículas, pero pocas pueden competir con una reciente de la muy sensata y pragmática Confederación Helvética: la batalla legal por el baño de los gansos.
Para rizar el rizo, la polémica entre el puñado de criadores suizos de gansos y el Departamento federal para la Calidad de los Alimentos (DCA) gira en torno a menos de 3.000 palmípedos al año (en toda la Confederación existen solo seis granjas dedicadas al cebado de estas aves, unas 500 por granja) que en su inmensa mayoría son consumidas en la vecina Alemania, donde el ganso al horno es plato tradicional navideño.
Pero, así y todo, el tema ha generado una polémica que hace sonreír a toda Suiza. Y es que uno de los mayores avicultores del país -Robin Geisser, avicultor diplomado (en Suiza existe semejante categoría profesional)- tiene como negocio-hobby colateral una granja de gansos; cría los polluelos, los da a engordar a una de las mentadas seis granjas nodrizas y en las últimas 12 semanas antes de la Navidad los recupera para cebarlos y venderlos (ya degollados) a la clientela de restauradores.
Para esta última fase, Geisser tiene un gallinero con una pequeña piscina en la que las aves chapotean a gusto y capricho. Y esto está mal según el DCA. El Departamento exige -tajantemente y con toda la autoridad de sus poderes- que los gansos se bañen en estanques o lagos existentes en praderas naturales y "que durante las primeras seis semanas de vida de las aves, lo hagan bajo la supervisión de una persona".
Geisser y los otros pocos criadores de gansos luchan por derogar las normativas del DCA y explican : "Claro, como es un tema marginal, dictan más por lo que no saben que por lo que es factible. Jamás se les ocurriría imponer normas similares para los criadores de reses o cerdos".