l empacho no debe ser solo por comer, pues tengo sus mismos síntomas con el monotema omnipresente del covid. En este caso, lo mismo que es relativamente fácil huir de empacharte del asunto cuando es una conversación en la calle, es imposible hacerlo cuando en los medios aparecen listos de los cojones diciendo que pasará esto o aquello o que estos lo hacen mal y los otros peor. Apagas la tele, a los minutos están en radios y a la hora en periódicos, no puedes escapar. Es como el fútbol, que aunque te interese una mierda, siempre terminas sabiendo el resultado del Elche-Leganés. Estoy empachado de adivinos, epidemiólogos por correspondencia y opinatodos sin puta idea. Hay que recordar la caca que nos dieron D. Otegi y sus lugartenientes sobre que si en abril se abrían empresas morirían trabajadores como moscas, que elecciones en julio era una locura, que había que llevarlas a octubre, o que abrir escuelas iba a ser un desastre. Resulta que en las empresas nada ocurrió, las elecciones en octubre hubieran resultado imposibles y en las ikastolas hay menos infecciones de niños que cuando estaban de vacaciones. Ahora oigo por tierra, mar y aire a D. Bengoa, consejero de sanidad con D. López, pontificar lo que va a ocurrir, lo que no y cómo había que hacerlo o cómo no. Es el mismo intelectual de epidemias recordado hace meses en esta misma columna y que había reprochado a Inclán, su antecesor y consejero con Ibarretxe, por comprar mascarillas para la pandemia que se nos venía encima el 2009, señalando que "si el anterior gobierno hubiera hecho los deberes, no hubiera comprado mascarillas". Por si poco fuera, el pasado febrero dijo en rtve que "gripe y coronavirus son similares, aunque en Europa no va a haber de ninguna forma 50.000 muertos este año por el coronavirus, como ha sucedido con la gripe". Lleva 300.000. Lo malo es que no se me pasa el empacho ni vomitando.
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