Euskadi, con su paisaje montañoso y costero, ha sido escenario de numerosas producciones cinematográficas que han sabido aprovechar su belleza natural.
Sin embargo, al preguntarle a ChatGPT por la película más famosa grabada en la CAV, la IA lo tiene claro: una que destaca por encima del resto cuando se habla de rodajes famosos en la zona es Ocho apellidos vascos (2014).
Esta comedia romántica dirigida por Emilio Martínez-Lázaro no solo rompió récords en la taquilla, sino que también se convirtió en un fenómeno cultural, trascendiendo fronteras y popularizando Euskadi a nivel internacional.
A pesar de su tono humorístico, la película toca temas profundamente arraigados en la identidad cultural vasca, lo que la convierte en una obra emblemática.
La trama: un choque cultural hilarante
Ocho apellidos vascos cuenta la historia de Rafa, un joven sevillano interpretado por Dani Rovira, que tras conocer a Amaia (Clara Lago), una mujer vasca con un carácter fuerte, decide seguirla hasta Euskadi para conquistarla. Rafa, que nunca ha salido de Andalucía, se ve envuelto en una serie de malentendidos culturales y personales cuando finge ser vasco para ganarse la aprobación del padre de Amaia, interpretado por Karra Elejalde.
El contraste entre las costumbres del sur de España y las de Euskadi es la base de gran parte del humor de la película. El título hace referencia a la creencia de que para ser verdaderamente vasco, uno debe tener al menos ocho apellidos vascos, lo que genera situaciones cómicas cuando el protagonista, un sevillano que no sabe nada de la cultura euskaldun, intenta adaptarse a su nueva realidad.
Éxito de taquilla sin precedentes
Desde su estreno en marzo de 2014, Ocho apellidos vascos se convirtió en un fenómeno. La película rompió récords en la taquilla española, superando los 56 millones de euros de recaudación, lo que la convirtió en la película del Estado más taquillera de la historia en su momento.
Este éxito se debe en gran parte a su guion ingenioso, que combina una comedia ligera con una reflexión humorística sobre diferencias culturales. Además, las interpretaciones de Dani Rovira, Clara Lago, Karra Elejalde y Carmen Machi fueron ampliamente elogiadas por la crítica.
El éxito de la película encontró resonancia en otros países, especialmente en América Latina. A nivel internacional, la película fue apreciada por su frescura, humor y la forma en que abordaba los estereotipos.
Euskadi como protagonista
Los paisajes juegan un papel clave en la ambientación de la película. Localidades guipuzcoanas como Zumaia y Getaria fueron algunos de los escenarios más icónicos donde se rodó la película.
El paisaje verde y montañoso, las costas escarpadas y la arquitectura típica vasca se convierten en parte del encanto de la película, ayudando a sumergir al público en el contexto de Euskadi.
Zumaia, con sus famosos acantilados y el imponente entorno natural, es el lugar donde se rodaron varias de las escenas exteriores de la película. Esta localidad costera, que ya era conocida por sus formaciones geológicas únicas, ganó aún más visibilidad gracias a Ocho apellidos vascos.
Además, pueblos como Getaria, con su puerto pesquero y sus estrechas calles, añadieron autenticidad al retrato de la vida en Euskadi.
Impacto cultural
Más allá de su éxito comercial, Ocho apellidos vascos tuvo un impacto cultural significativo. La película ayudó a difundir estereotipos, pero siempre desde una perspectiva cómica y ligera. Al mismo tiempo, ofreció una visión desenfadada de la identidad vasca, ayudando a romper algunos prejuicios y a generar un mayor interés por su cultura.
El éxito de la película fue tal que en 2015 se lanzó una secuela, Ocho apellidos catalanes, que también fue bien recibida por el público, aunque no alcanzó la misma popularidad que su predecesora.
En resumen, si bien Euskadi ha sido escenario de numerosas producciones cinematográficas a lo largo de los años, Ocho apellidos vascos se destaca como la película más famosa rodada en la zona.
Su éxito arrollador la convierte en un referente del cine. La combinación de humor, romance y paisajes espectaculares hizo que la película conectara con audiencias de diversas partes del mundo, consolidando a Euskadi como un escenario ideal para el cine y a la película como un fenómeno cultural inolvidable.