En los años 90, el caso de una red de pedofilia en Bélgica sacudió al país. El juicio, y la posterior sentencia a su máximo implicado, fue seguido al milímetro por los medios de comunicación belgas. Más de dos décadas después, el cineasta Joachim Laffosse, ganador de la Concha de Plata a la Mejor dirección en 2015, se inspira en esa historia real para su nueva película, Un silencio, en la que la mujer de un famoso abogado y su hijo adoptado deben lidiar con un terrible secreto que está a punto de desmoronar su estabilidad.
“Me llegó mucho el caso y me di cuenta de que podía servir para contar el veneno de ese crimen y de sus consecuencias”, explicó ayer el cineasta en la presentación del largometraje en Donostia. El propio director es consciente de que una investigación seguida por la prensa no quiere decir que automáticamente pueda convertirse en película. Por esto, ha creado tres personajes ficticios: un abogado con un terrible secreto, un hijo que lo desconoce y una mujer que ha permanecido 25 años silenciada a pesar de saber la terrible confidencia.
“Espero que mi cine no sea moralista, pero yo sí tengo una moral”, señaló Laffosse al ser preguntado por la posible complicidad de la mujer al no querer revelar el secreto. “Tenemos que animar a la gente a que hable, pero hay gente que no es capaz de hacerlo. Debemos ayudarles para que lo hagan y no decir que porque no lo hacen son cómplices. Hay que ser más sutiles y no ver sólo lo blanco y lo negro”, añadió.
En el filme, la complejidad de este personaje recae en Emmanuelle Devos, mientras que su marido es interpretado por Daniel Auteuil. Tal y como reveló la actriz, en un primer momento dudó a la hora de aceptar el rol. “Son papeles que requieren de mucha preparación para luego, en el rodaje, poder soltarse. No son papeles fáciles y hay que estar preparado. Interpretándola me he sentido apasionada por la complejidad, pero también con un peso en el pecho por cómo se sentía el personaje. Ha sido un contraste muy grande”, aseguró la intérprete.
Junto a ellos, Un silencio cuenta con dos debuts en el cine: el del joven Matthieu Galoux y el de la cantante Jeanne Cherhal. El primero confesó haber vivido un rodaje “impactante” al tener que dar vida a un personaje que pasa de la más absoluta indiferencia sobre su padre a volverse una víctima de su secreto; mientras que la segunda, que interpreta a una policía, aseguró que la propuesta de Laffosse fue toda una sorpresa: “Confío en él y tenía ganas de dejarme dirigir. A la hora de abordar el papel, el término que tuve más presente era el de la empatía. Interpretar a una policía que escucha, que creo que es algo muy actual”.
Espacio para el espectador
El cineasta belga vuelve a competir por la Concha de Oro tras hacerlo con Los caballeros blancos, un filme que también se inspiraba en hechos reales. “Como director hay dos autores: el cineasta y el del público. En mi trabajo siempre trato de crear un lugar desde donde el espectador pueda vivir su propia película”, confesó.
En esta ocasión, ese margen queda en la interpretación de las acciones de cada uno de los tres personajes. Por un lado, está el abogado, que busca su redención ayudando a víctimas del mismo crimen que él cometió, “una perversión que tiene su lógica, pero que es destructiva”. “Este hombre no tiene la lucidez para dar un paso al lado y decir que está enfermo. Parte de una cultura de ayudar para curarse a sí mismo, lo que no deja de ser una pose de salvador”, agregó.
La mujer, por su parte, no es consciente de ser una víctima “del veneno de su marido” y prefiere guardar silencio durante 25 años antes que dejar caer a su familia. “Ella no ha cometido ningún crimen. Hay situaciones en las que sí ocurre para proteger a alguien, pero este no es el caso”, aseguró el cineasta.
Por último, sobre el hijo, Laffosse decidió que este fuese adoptado y, así, conseguir un resultado más violento. “Estamos ante una historia de violencia y que sea contada por alguien de fuera le pone contra las cuerdas”, concluyó.