Paco Sagarzazu ha sido locutor, guionista y, sobre todo, actor. Ha trabajado en producciones como Tasio, Aupa Etxebeste! y La fuga de Segovia, así como en obras de teatro tan exitosas como El florido pensil. El Zinemaldia le rendirá mañana un más que merecido homenaje al hacerle entrega del Premio Zinemira, durante el transcurso de la Gala del Cine Vasco.

¿Qué siente al recibir el Premio Zinemira?

Estoy encantado. No sé quiénes son los que lo han decidido, pero sé que es gente amiga. Con todas las leches que te da la vida, recibir un reconocimiento siempre es muy agradable.

También habrá trastocado su día a día, tras haberse retirado de la vida pública.

No quiero quejarme de recibir un premio, porque va a parecer que estoy enfadado (ríe). En absoluto, estoy encantado. Es cierto que yo no pensaba que iba a tener un eco mediático tan fuerte. Quizá para otra gente no sería tanto, porque hacen una vida más de sociedad. Llevo unos años haciendo una vida casi de eremita, por decirlo de alguna forma, y encontrarme con esto se me hace bastante fuerte. Sobre todo al principio, luego lo he ido asimilando y ya me voy tranquilizando.

El eco mediático puede responder a muchas cosas, por ejemplo, a que se le quiere mucho.

Si es así, lo agradezco un montón.

Actor de teatro, actor de televisión, actor de cine, escritor, locutor, guionista... ¿Cómo se definiría?

Ha sido así porque, seguramente, he sido curioso en la vida. Me doy cuenta ahora, después de todo el tiempo que ha pasado, de que he sido bastante atrevido. No he tenido complejos para decidirme a hacer una cosa u otra. Cuando algo me ha gustado siempre he pensado que podría hacerlo y si me ha apetecido, lo he hecho.

¿Ser locutor de radio y actor son profesiones relacionadas?

De alguna manera, puede ser. De cualquier modo, desde mi juventud, nunca me he considerado locutor. Locutor considero a alguien como Mikelajauregi, con una voz espléndida. Creo que en la radio siempre he sido un actor que ha hecho de locutor. Lo mismo ocurre con lo de escritor, me gusta mucho escribir pero no me considero escritor. He sido actor y guionista también.

Los guionistas también son escritores.

(Ríe) Es posible que sí.

Su primer acercamiento al cine fue con una adaptación de su obra de teatro ‘Balantzatxoa’.

Fue una obra que montamos en euskera y de cuya traducción se encargó Iñaki Zubizarreta, que ha fallecido recientemente. Éramos entusiastas y jóvenes entonces. Lo pasamos muy bien. Recuerdo que con Balantzatxoa fuimos a las fiestas de San Fermín a Pamplona y nos lo pasamos... Imagínate, fue muchísima gente a la función y luego nos quedamos de juerga. Coincidió con el momento en el que Juan Miguel Gutiérrez entró a Radio Popular. Vio la obra y nos propuso filmarla. La hizo más cinematográfica.

Hablamos de teatro en euskera en los 70.

Era un movimiento joven que había en el barrio de Egia, que se reunía en torno a los Padres Franciscanos. Nos dejaban el local y ahí trabajamos bastante por el euskera. Muchos del grupo no sabíamos euskera y nos pusimos también a estudiarlo. Fue un movimiento para reivindicar el idioma.

Estuvo muchos años en ‘Radio Popular’.

Prácticamente toda la vida, hasta que me echaron (ríe). Nos cambiaron a unos cuantos, me imagino que a los más veteranos, a la calle Miracruz a Radio Diario, que era la COPE. Yo hablo por mí, no me sentí cómodo por la filosofía de aquella radio, mo me enganchó para nada. En el momento justo en el que Fernando Bernués y Mireia Gabilondo me llamaron para hacer El florido pensil, nos mandaron a unos cuantos a la calle. Entonces me incorporé al reparto de la obra y tuve la suerte de que fuese un bombazo.

Se representó en euskera y castellano, se emitió por la televisión... ‘El florido pensil’ fue un auténtico éxito.

Si no recuerdo mal, el estreno fue en Tolosa. Hicimos la función normal, pero el público estuvo más bien frío. Nos parecía raro, porque llegamos a pensar que no gustaba. Eso fue en la primera función, en el resto no pasó lo mismo (ríe). Había localidades que nos recibían casi como a un equipo de fútbol famoso.

¿Dónde residía el éxito de ‘El florido pensil’?

El tema que trataba era muy importante para mucha gente y creo que la obra lo reflejaba muy bien. Mucha gente se sintió identificada. Supongo que ahí radicaba el éxito. Llegamos a estar en Buenos Aires. Yo estuve dos meses, pero otros miembros del grupo se movían en función a otros compromisos. Llegué a decirle a Fernando Bernués que no sabía si iba a poder aguantar dos meses en Argentina. Y fíjate, Buenos Aires es la ciudad que recuerdo con mayor cariño, me encantó; nos trataron de maravilla. Al final me dio pena tener que dejar la ciudad.

Siempre ha estado vinculado al teatro amateur y, hoy en día, sigue dirigiendo algunas obras.

Hay una compañía que se llama 21:12 Produkzioak, que es muy cercana, y me llama siempre para dirigir. Les gusta como nos llevamos y como les dirijo. Por otro lado, siempre estoy muy cerca de la gente de Teatro Estudio y de su director, Manolo Gómez.

Su primer trabajo en el cine fue en ‘La fuga de Segovia’ y llegó a la producción de la mano de Klara Badiola.

Voy a ver si la comprometo para que me acompañe mañana al Victoria Eugenia, somos muy amigos. Cuando trabajaba en Radio Popular me gustaba mucho estar en la calle con un magnetofón enorme que teníamos y hacer entrevistas, porque salían historias curiosas. Yendo por la calle, me encontré con Klara y me dijo que iba a un casting y que le acompañase. Resulta que me vieron y me dijeron que mi cara les interesaba para el papel de uno de los presos de la película.

También participó en ‘La conquista de Albania’ (1983) pero su primer gran papel llegó con Montxo Armendariz en ‘Tasio’ (1984).

Yo estaba en el grupo de teatro Orain con Maribel Belastegui, una persona maravillosa y una gran directora de teatro. Un día apareció el equipo de la película con Montxo y nos dieron unos textos para que nos aprendiésemos. Al día siguiente, volvieron para vernos a unos cuantos. A mí no me gustó nada el texto que me dieron y me propuse improvisar pensando que, simplemente por no adaptarme, me descartarían. Improvisé y hablé sobre la amistad. Lo hice quieto y Montxo me pidió que lo volviese a hacer andando. Al día siguiente me dijo que iba a ser el guarda forestal de Tasio. Elías Querejeta me vio después y dio la aprobación definitiva.

Trabajó con la hija de Querejeta.

Me hice muy amigo de Gracia. Los Querejeta siempre me han tratado muy bien.

Armendariz, Calparsoro, Querejeta, Fesser... Ha trabajado con nombres de peso del cine.

Con Fesser trabajé muy a gusto en Mortadelo y Filemón. Estábamos en Madrid haciendo El florido pensil. Vino a vernos y le llamé la atención. Todos hacíamos más de un personaje y, entre los míos, estaba el de maestra que interpretaba con una voz especial. Le atrajo la idea de que pudiese hacer de dictador con esa voz. Durante el rodaje me dio una libertad absoluta, aunque en determinados momentos me decía: “Paco, cuidado que se te escapa la voz”. En una conversación previa, antes de empezar a rodar, no sé si se le ocurrió a él o a mí, pero llegamos a la conclusión de que era interesante que el personaje del tirano hablase como un ignorante, que hablase mal. Me pasó el guion y me dejó arreglarlo. Hubo muy buena relación entre ambos.

Otro papel por el que se le conoce es por el de ‘Aupa Etxebeste!’ y ‘Agur Etxebeste!’. Con Telmo Esnal y Asier Altuna ya había trabajado antes.

En varios cortos. Haber hecho El florido pensil en euskera creo que me dio confianza para aceptar el papel que me proponían Asier y Telmo en la película. Les dije que si ellos pensaban que podía hacerlo, adelante. Trabajamos previamente un poco mi euskera. Mi idioma habitual es el castellano y siempre tienes alguna inquietud, pero tengo muy buenos recuerdos del rodaje de Aupa Etxebeste! y de Agur Etxebeste!

Si miramos su filmografía vemos que ha participado en películas clave del cine vasco.

Sí, he tenido buena suerte. He hecho algunas películas que han resultado muy bien y, bueno, otras que no han resultado tan bien (ríe)

También ha hecho televisión.

Sinceramente, prefiero el cine y el teatro. Es cierto que en la televisión he estado muy bien, pero también muy mal. Más bien que mal, todo hay que decirlo.

¿Guarda alguna anécdota de la televisión?

El personaje que hice que me dio más trascendencia fue el de Cuentame. Antes trabajé en Hospital Central con un personaje horroroso: un hombre, no recuerdo si era enfermero o guarda de seguridad, que se dedicaba por las noches a violar a mujeres. Creo que el papel estaba bien tratado y lo hice. Participé en unos cuatro capítulos. La cuestión es que mientras se emitían esos episodios, me disponía a coger el Metro en Madrid y se me encaró un hombre, con un aspecto y una mirada algo extrañas. Se me acercó y me dijo: “Ya sé lo que estás haciendo, te tengo fichado”. Enseguida me di cuenta de a qué se refería y le respondí que aquello era ficción, pero no le convencieron mis explicaciones. No iba en broma para nada, afortunadamente apareció el Metro y me colé rápido dentro (ríe). Creo que el hombre estaba un poco desquiciado.

Por lo tanto la ficción también le ha dado sustos.

Ese, por lo menos. De más no me acuerdo (vuelve a reír).

No tiene intención de volver a hacer cine y teatro.

Hace unos díez años decía, y lo hacía absolutamente convencido, que jamás iba a dejar el cine y el teatro, que moriría en un escenario o en un plató. Ahora ya no pienso lo mismo. Me da algo de pereza. Llevo unos años viviendo de una manera determinada, me siento muy cómodo viviendo así. Recibir el premio y, sobre todo, tener todo el foco mediático encima me reafirma en ello, mi carácter no está hecho para eso.

Se podría pensar lo contrario de un actor, dado que siempre están en el centro de los focos.

Cuando mañana reciba el premio seré yo mismo, Paco Sagarzazu, el que salga a recibirlo. Me sentiré muy bien y, a la vez, muy mal por dentro. Cuando interpreto, me transformo en el personaje. Trabajo muy desde dentro. Hay que hacer un esfuerzo, seguramente grande, para creerte tu personaje y para que sea convincente. Cuando salgo como actor a un escenario no me da miedo, más allá del habitual. No es lo mismo salir siendo tú mismo, que siendo un personaje.