a crisis de los 40, la frustración profesional y el desencanto emocional forman parte de Una vida no tan simple, el nuevo trabajo del director navarro Félix Viscarret, que se ha rodado íntegramente en Bilbao. La película llega mañana a los cines y está protagonizada por Miki Esparbé, Álex García, Olalla Caldera, y Ana Polvorosa.

Tras ver su película, la vida no parece tan simple...

–A veces nos parece complicada cuando nos sentimos un poco atiborrados entre nuestras crisis generacionales, de pareja, de paternidad o profesionales. Nos parece que nuestra vida no es tan simple como nos la habíamos vendido a nosotros mismos cuando éramos jóvenes y pensábamos en la vida adulta, pero como te muestra la película, si aprendemos a reírnos de nosotros mismos, vemos que tampoco es el fin del mundo.

¿Cómo de autobiográfico es su último filme?

–Lo podré negar en un juicio, pero evidentemente si lo que buscamos en la peli es que nos identifiquemos, que cada espectador se ría un poco de su propia vida, que todos nos reconozcamos en los personajes, para darle autenticidad tenía que ser yo el primero que tenía que poner parte de mis propias miserias y torpezas cotidianas.

Como uno de sus protagonistas también tuvo un éxito temprano tras su película ‘Bajo las estrellas’. ¿Como a él también le han dado después muchos productores con la puerta en las narices?

–¿Tú que crees? Para mí era divertido reflexionar sobre lo que es la vida cuando eres joven y hay un reconocimiento temprano. La vanidad puede animarte a pensar que la vida va a ser siempre así y que van a ir las cosas tan fáciles. Y luego no siempre es así, veía un interesante material para observar nuestros deseos, nuestras fantasías, pero que siempre se encuentran con la realidad.

“Este filme tiene algo de autobiográfico, se nutre de unas vivencias y reflexiones muy personales, es una película muy personal”

El protagonista es arquitecto. ¿Se planteó que en lugar de ser arquitecto fuera un director de cine?

–Podía haber sido un cineasta, pero quería que la reflexión fuera más general, todos en nuestra vida cuando buscamos realizarnos profesionalmente tenemos que lidiar con una parte creativa y una parte económica. Me parecía que la arquitectura era una bonita metáfora para reflejar cualquier profesión autónoma, que tiene esa doble faceta, entre lo creativo y lo industrial. Y también me parecía una bonita conexión con Bilbao. En esta ciudad, bella, a veces temporal, a veces mágica, es donde se producen estos encuentros, llamadas en mitad de la noche confesiones, desvelos nocturnos... Era perfecto que en esta ciudad tan mágica algunos de los personajes fueran arquitectos, que son los que dan forma a las ciudades.

La película está rodada en Bilbao y en ella ha destacado la belleza cinematográfica de la ciudad...

–Tengo que quitarme el sombrero ante nuestro director de fotografía Óscar Durán. Durante el rodaje llovió durante 20 días seguidos, se nos agotaban las escenas de interior y había que salir al exterior como fuera. Las escenas de encuentros en las calles, en los parques no tienen ningún sentido en esta ciudad a la que amamos tanto si llueve. Llegó a peligrar la lógica de la historia, pero por suerte, al igual que en las películas, se produjo el milagro final cuando crees que todo está perdido. Volvió a salir el sol y pudimos terminar la película de forma maravillosa, como estaba previsto. A mí me gustó mucho la luz de Bilbao en esa época del año para esta comedia que tiene algo otoñal en el sentido de que las etapas pasadas de la vida se nos escapan ya. Siempre pensamos que podía quedar muy bonita con la luz y la arquitectura de Bilbao.

¿También le animaron a rodar en Bilbao los incentivos fiscales?

–Si estuviera en esta conversación mi productor Iker Ganuza, diría que los incentivos ayudaron significamente. Pero para mí era muy importante crear ese poema visual a la ciudad; siempre me ha parecido que Bilbao tiene una potencia cinematográfica preciosa. Y ahora viene la vanidad del director, ví que podíamos mostrar un Bilbao con un tratamiento cinematográfico como no se había hecho anteriormente. También he rodado en Madrid, Barcelona... escenarios que ya están mucho más trillados, mostrar allí una cara original de la ciudad es más difícil. Mi objetivo era hacer un poema cinematográfico a la ciudad, que tuviera esa atmósfera original.

Ha cambiado totalmente de registro con respecto a su anterior trabajo, ‘No mires a los ojos’.

–Me divierte no repetirme, ponerme retos diferentes. Como la película habla de la paternidad, diría que un padre nunca puede decir a unos hijos que les quiere más que a otros, pero sí diría que este filme se nutre de unas vivencias y reflexiones muy personales, con lo cual hay una conexión emocional que entronca también con mis primeros cortometrajes. l