En un descubrimiento pionero a nivel mundial, se ha demostrado que la icónica polilla Bogong de Australia utiliza constelaciones de estrellas y la Vía Láctea para guiarse en su migración anual. Esto la convierte en el primer invertebrado conocido que utiliza una brújula estelar para viajes de larga distancia.

El estudio, publicado este jueves en Nature, revela cómo esta discreta polilla nocturna combina la navegación celestial con el campo magnético terrestre para localizar un destino específico que nunca antes había visitado: las frías cuevas alpinas de las Montañas Nevadas, donde hiberna durante el verano.

Dirigida por un equipo internacional de científicos de la Universidad de Lund, la Universidad Nacional Australiana (ANU), la Universidad del Sur de Australia (UniSA) y otras instituciones internacionales, la investigación arroja nueva luz sobre uno de los grandes misterios de la migración de la naturaleza, que involucra a aproximadamente cuatro millones de polillas cada año.   

SIN PRECEDENTES EN INSECTOS

"Hasta ahora, sabíamos que algunas aves, e incluso los humanos, podían usar las estrellas para navegar largas distancias, pero esta es la primera vez que se ha demostrado en un insecto", afirma Eric Warrant, profesor de Zoología de la Universidad de Lund, quien también es investigador visitante en la ANU y profesor adjunto en la UniSA. "Las polillas bogong son increíblemente precisas. Usan las estrellas como brújula para guiarse a lo largo de grandes distancias, ajustando su rumbo según la estación y la hora de la noche".

Cada primavera, miles de millones de polillas bogong (Agrotis infusa) emergen de sus zonas de reproducción en el sureste de Australia y vuelan hasta 1.000 kilómetros hasta un pequeño número de cuevas y afloramientos rocosos en los Alpes australianos. Las polillas permanecen latentes en los refugios frescos y oscuros durante todo el verano, y en otoño emprenden el viaje de regreso para reproducirse y morir.

ORIENTACIÓN

Utilizando sofisticados simuladores de vuelo y grabaciones cerebrales en entornos controlados y magnéticamente neutros, los investigadores comprobaron cómo se orientan las polillas en diferentes condiciones celestes.

Al encontrarse con cielos estrellados naturales y sin campo magnético, volaron consistentemente en la dirección migratoria correcta para la temporada: hacia el sur en primavera y hacia el norte en otoño.

Al rotar el cielo estrellado 180 grados, las polillas invirtieron su dirección, pero al cambiar las estrellas, su orientación se desvaneció. "Esto demuestra que no solo vuelan hacia la luz más brillante ni siguen una simple señal visual", afirma el profesor Warrant. "Leen patrones específicos en el cielo nocturno para determinar una dirección geográfica, al igual que las aves migratorias".

Curiosamente, cuando las estrellas estaban ocultas por las nubes, las polillas mantuvieron su dirección utilizando únicamente el campo magnético terrestre. Este sistema de doble brújula garantiza una navegación fiable incluso en condiciones variables.

BASE NEUROLÓGICA

El equipo también profundizó en la base neurológica de este comportamiento, identificando neuronas especializadas en el cerebro de la polilla que responden a la orientación del cielo estrellado. Estas células, ubicadas en las regiones cerebrales responsables de la navegación y la dirección, se activan con mayor intensidad cuando la polilla mira hacia el sur.

"Este tipo de ajuste direccional demuestra que el cerebro de la polilla Bogong codifica la información celestial de una manera sorprendentemente sofisticada. Es un ejemplo notable de la compleja capacidad de navegación integrada en el diminuto cerebro de un insecto".

Los investigadores afirman que el descubrimiento podría impulsar tecnologías en robótica, navegación con drones e incluso estrategias de conservación para especies amenazadas por la pérdida de hábitat o el cambio climático.

POBLACIONES

Las poblaciones de polillas Bogong han disminuido drásticamente en los últimos años, lo que ha impulsado su clasificación como vulnerables. El estudio subraya la importancia de proteger las rutas migratorias y los cielos oscuros de los que dependen estas polillas.

"No se trata solo de una polilla, sino de cómo los animales interpretan el mundo que los rodea", afirma el profesor Warrant. "El cielo nocturno ha guiado a los exploradores humanos durante milenios. Ahora sabemos que también guía a las polillas".

El profesor Javaan Chahl, coautor e ingeniero de teledetección de la Universidad de Australia del Sur, fue noticia en agosto de 2024 con los descubrimientos de un estudio previo dirigido por la Universidad de Lund sobre escarabajos peloteros, que utilizan la Vía Láctea como punto de referencia para hacer rodar bolas de estiércol en línea recta. El equipo del profesor Chahl modeló la misma técnica empleada por los escarabajos peloteros para desarrollar un sensor de IA para la navegación robótica en condiciones de poca luz.