Cualquier lector de este artículo, lo lea en el teléfono móvil, en una tablet o en el ordenador, tendrá, al menos, un cable USB. Lo empleará innumerables veces en distintos dispositivos y con variados fines, desde recargar una batería a transmitir datos e información de manera directa entre dos dispositivos, pasando por conectar periféricos al ordenador. Por lo general, los dos conectores con los que estos cables cuentan en sus extremos son distintos: uno será un USB específico para el aparato con el que viene el cable y el otro será el clásico USB grandote, aplanado y cuadrado. En concreto, será del tipo USB-A.

Durante este uso cotidiano y habitual, solo nos preocupamos de enchufar el conector en su lugar a la primera, aunque la mitad de las veces tengamos que girarlo para corregir la posición. En este proceso, nuestra mirada habrá ignorado dos huecos cuadrados dispuestos de forma simétrica en el metal del conector.

Un conector USB-A con sus característicos agujeros cuadrados. Freepik

¿Para qué sirven?

De entrada, esos agujeros no tienen ni una función estética ni tampoco la intención de ahorrar eliminando algo de material que se pueda usar en otro lugar. Su presencia es más funcional de lo que pueda parecer y es parte del éxito que ha hecho que este conector USB se mantenga a pesar de la constante evolución tecnológica. La respuesta tiene mucho más interés de lo que imaginas y explica parte del éxito de este estándar USB que se sigue utilizando en la actualidad.

Antes de la aparición de los USB (siglas de Universal Serial Bus), conectar cualquier dispositivo al ordenador necesitaba que el periférico tuviera un cable específico y que el ordenador contara con un puerto, con un enganche específico. Con la llegada del USB se unificaron las conexiones y se simplificó el uso de la tecnología, haciéndola más accesible, hasta el punto de que hoy casi resulta inimaginable la vida sin un cable de este tipo.

Un secreto en el diseño

El conector más general, casi multifuncional, es el USB-A, el más grande entre los diversos tipos que existen. Si nunca lo has observado de cerca, ahora es el momento de coger uno y hacerlo. Una característica que en seguida llama la atención son los dos agujeros cuadrados abiertos en la parte metálica, la que se introduce en el puerto correspondiente del ordenador o, por ejemplo, en el adaptador a red del cargador del móvil.

Su presencia no es accidental, ya que forma parte de su diseño y cuenta con una función que garantiza la estabilidad de la conexión, permitiendo la transmisión de datos con seguridad. Son casi la base de su éxito y su aceptación.

En el puerto USB se aprecian las dos pestañas que se enganchan a los agujeros del USB-A. NTM

Estos agujeros son los enganches donde encajan dos pequeñas pestañas con las que cuenta el puerto USB y que permiten que el conector quede fijado con firmeza en el puerto y no se suelte por accidente, y se interrumpa la transmisión de datos o el enlace entre los dos aparatos que se hayan conectado. Haz la prueba: conecta ese cable a un ordenador y notarás-oirás un leve clic que marca el enganche. Para sacarlo, hace falta un tirón firme para vencer la resistencia del enganche.

Estas pestañas enganchadas en los orificios permitirán mover los dispositivos conectados sin miedo a que se suelten o se corte la conexión. Además, reduce el desgaste tanto del cable como del puerto, contribuyendo a que ambos resistan un uso continuado a lo largo de los años.

Con el tiempo se han desarrollado otro tipo de conexiones USB, pero el USB-A sigue presente en todos los cables.

Tipos de conectores USB

Con el tiempo se han ido desarrollando distintas conexiones USB, algunas con cierta especialización o buscando una mejor adaptación a los diferentes dispositivos. Estos son los que se pueden encontrar en el mercado:

  • Cable USB-A: Es el más común. Casi todos los cables USB suelen tener, al menos, un conector tipo A en uno de sus extremos, para poder conectarlo a nuestro PC o al cargador de red eléctrica del móvil, e-book u otro dispositivo.
  • Cable USB-B: Este cable se suele emplear para conectar impresoras u otros periféricos. A este respecto, los cables USB-B que emplean el estándar USB 3.X suelen ser algo diferentes, dado que suelen llevar un conector extra en su parte superior.
  • Cable USB mini-A: Se trata del mismo tipo que el cable A, pero con un conector mini USB-A. Se empleaba para conectar aparatos electrónicos, como las cámaras de fotos al ordenador.
  • Cable USB mini-B: Mismas características que el cable B, pero con un conector más pequeño.
  • Cable USB micro-A: Igual a los anteriores modelos A, pero con un conector micro USB.
  • Cable USB micro-B: También conocido como micro USB, este es el cable más común para conectar dispositivos como teléfonos móviles o tablets al ordenador y también para aquellos que necesiten una mayor cantidad de alimentación, como las carcasas USB para discos duros externos.
  • Cable USB-C: Este nuevo tipo de cable presenta la novedad de poder ser insertado en el conector hembra en cualquier posición, dado que es completamente simétrico en su diseño. Se empezó a generalizarse con los móviles, a pesar de la resistencia de Apple, y se ha extendido a otros dispositivos