Pese a que hoy en día contamos con la ayuda de los navegadores y aplicaciones para conducir y llegar a nuestro destino deseado sin tener que planificar el recorrido ni sacar un mapa de carreteras, sigue siendo habitual perderse. Sobre todo si se trata de personas que no tienen mucho manejo (o ninguno) con internet y las nuevas tecnologías o de conductores de avanzada edad.

El viaje de un anciano

Pero equivocarse de camino y llegar más tarde es una cosa y aparecer a casi 2.000 kilómetros de tu casa, habiendo atravesado dos países, cuando tu intención era ir al médico a dos pasos de tu domicilio, es una cosa bien distinta. Es lo que le sucedió la semana pasada a un anciano francés de 85 años, que salió en coche de su casa en Châtillon-sur-Thouet, en el departamento de Deux-Sèvres (Poitou-Charentes, centro-oeste de Francia) con la intención de visitar a su médico en Airvault, localidad situada a apenas 20 kilómetros de distancia. Pero terminó en Croacia tras casi un día conduciendo.

La voz de alerta la dio una asociación a la que pertenece, al no acudir él a una reunión programada y no avisar de su ausencia. Tampoco los vecinos lo habían visto durante todo el día y eso les causó extrañeza y preocupación. Así que la asociación llamó a los servicios de emergencia por si pudiera haberle ocurrido algo al hombre. Mientras tanto, él conducía durante 20 horas para terminar en la localidad de Brela, en la costa adriática del sur de Croacia, a nada menos que 1.900 kilómetros de su casa.

Falla el GPS

A la par, en Francia, los bomberos de la zona se desplazaron a su domicilio, pero lo encontraron vacío. Y ante la petición de su familia, la Policía rastreó el teléfono móvil del anciano hasta conseguir geolocalizarlo en el país balcánico. Más tarde lograron ponerse en contacto con él y les explicó que se encontraba descansando en un hotel en Croacia, que se había fiado del GPS, pero que este había fallado y que “no entendía lo que había pasado” para haber llegado hasta allá.

El octogenario, que no contaba con antecedentes de deterioro cognitivo ni de desorientación, se encontraba en buen estado de salud y sus familiares decidieron, visto lo visto, que no volviera a coger el coche, sino que se quedara en Croacia a la espera de que ellos llegaran a ese país y lo recogieran para llevarlo de vuelta a Francia.