Salir de vacaciones en agosto puede llegar a ser toda una odisea porque muchos destinos de playa se masifican.

Cientos de localidades de la costa duplican y hasta triplican su población en unos días. Una situación excepcional que complica ofrecer servicios de calidad debido al aumento notable de la población.

Reservar en un restaurante, comer en un chiringuito en la playa o poner la toalla en primera línea se convierte muchas veces en 'misión imposible'.

Sin embargo, a una pareja de Vitoria le ha sucedido justamente lo contrario durante estas vacaciones de verano.

Tal y como han relatado a DNA y por raro que parezca, han estado durante tres semanas en una pequeño pueblo costero de Tarragona donde no ha llegado aún la temible 'masificación' en agosto.

Por eso, la sorpresa de esta pareja alavesa ha sido mayúscula cuando una tarde durante los primeros días de vacaciones fueron a tomar unas cervezas después de pasar un rato en la playa.

Al llegar a un pequeño bar que estaba bastante alejado del paseo marítimo, decidieron que era perfecto para pedir dos cañas.

"No eran ni las ocho de la tarde y en la terraza apenas había clientes", cuentan estos dos vecinos del barrio de Zabalgana.

Una condición surrealista

El problema llegó cuando salió una camarera a atenderles y antes de sentarse en la terraza les dijo que "solo les serviría si se quedaban a cenar".

Atónitos por la respuesta, se fijaron en la entrada del local y vieron que era un pequeño restaurante donde servían pizzas, hamburguesas y bocadillos.

Le explicaron a la camarera que de momento solo iban a tomar unas cervezas, que era muy pronto para cenar y que no habían previsto quedarse.

Entonces la camarera insistió en que "no era posible coger una mesa si no cenaban".

Una situación que esta pareja de Vitoria describe como "totalmente surrealista porque la terraza estaba casi vacía y no tenían reservas".

Todavía no pueden entender cómo un local hostelero rechaza a dos clientes que iban a consumir.