Aparte de respetar las pieles más sensibles, Labei Sosmetics también respeta el planeta. Se trata de una marca de cosmética natural hecha en Euskadi y creada por dos oiartzuarras. Su director creativo se llama Inaxio Lekuona y su CEO, Elena Irastorza.

La cosmética ha sido siempre parte de la vida de Elena Irastorza. Ella es la cuarta generación de una familia que lleva más de 100 años dedicada a este mundo, por lo que desde pequeña ha estado rodeada de fórmulas, texturas y laboratorios. Cuando se puso al frente de la fábrica con 24 años, no fue un camino fácil. La empresa atravesaba un momento complicado, pero fue uno de los mayores aprendizajes que ha tenido.

“Después de muchos años fabricando para marcas de todo el mundo, sentí la necesidad de crear algo propio, con identidad y propósito. Y ahí, junto con Inaxio, nació Labei. Un proyecto que no solo habla de cosmética, sino de una forma de vivir”, explica la original de Oiartzun.

Labei Sosmetics fue creada en 2020. Cedida

Toda una vida de preparación

Respecto al tiempo que le llevó aprender a hacerlo, Irastorza declara que “la verdad es que ha sido toda una vida”. Y es que desde pequeña ha estado echando una mano en lo que podía, ya fuera estuchando productos o en las líneas de producción. A medida que fue creciendo, se fue involucrando en puestos con más responsabilidad, hasta que acabó encargándose de la gerencia. Sin embargo, fue en 2020, durante el confinamiento, cuando realmente pudieron parar y pensar en lo que querían construir. “Labei surgió de esas conversaciones profundas sobre propósito, respeto del entorno y bienestar real entre Inaxio y yo”, explica la creadora.

La motivación no siempre está ahí

Si los creadores de Labei tuvieran que darle un consejo a alguien que sea apasionado de este mundillo, le dirían que empiece con ilusión, pero que entienda que la motivación no siempre está ahí. En sus palabras, lo que mantiene vivo un proyecto es la disciplina y tener claro el “para qué”. Tal y como opinan, si sabes por qué lo haces y estás dispuesto a ponerle tiempo y el esfuerzo que requiere, el camino, aunque sea duro, vale la pena

Inaxio Lekuona es el director creativo y su CEO, Elena Irastorza. Cedida

Aparte, a ellos les hubiera venido bien saber muchas cosas, pero, sobre todo: “no busques la perfección, busca la excelencia”. Ellos querían lanzar la web perfecta, con mil funcionalidades, y eso hizo que crearla fuera caro, “iba superlenta y era poco funcional”. Tardaron mucho más en lanzarla, y al final tuvieron que rehacerla. Por lo que su consejo se resumiría en: “lanza, valida y mejora sobre la marcha”.

Los fundadores de Labei Sosmetics encaran el futuro con mucha ilusión. Poco a poco van llegando a más personas y sintiendo que Labei empieza a resonar. Les encantaría que, cuando alguien en Euskadi escuche “Labei”, sepa quiénes son y qué hacen. Además, también sueñan con tener presencia física en tiendas, para que más gente pueda conocer sus productos. “Nuestro objetivo es claro, ser la cosmética natural más efectiva del mundo”, concluyen. 

ANÉCDOTAS

Los creadores de Labei Sosmetics creen que lo que más respeto les ha dado ha sido salir en televisión. Nunca habían estado y les daba bastante miedo..., “lo típico del pánico escénico”. Encima, cuando les dijeron que era en directo, solo pensaban: “¿Y si nos quedamos en blanco?”. No obstante, también fue un momento especial. “Sentir que alguien se ha interesado tanto por nuestra historia como para llamarnos y querer que estemos allí, como invitados, es algo que nos llena de orgullo”, relatan. 

Hablando de la televisión, cuando salieron en el programa Biba Zuek, después del directo les pidieron grabar unos vídeos cortos para redes. “Nos dijeron que era grabado, que podíamos repetir si queríamos..., ¡y nos bloqueamos por completo! No dábamos una. La técnica ya no sabía que hacer con nosotros. Al final, nos entró la risa y no podíamos ni hablar. El vídeo quedó bastante flojito, pero oye..., ¡nos reímos un montón!,”, rememoran.

Del contacto cero con las redes a unos 12.000 seguidores

Los creadores de Labei Sosmetics piensan que las redes sociales han ayudado “totalmente” a dar a conocer su trabajo. Al principio, fueron sus familiares y amigos quienes probaron los productos, pero, sin duda, ha sido Instagram lo que realmente les ha permitido llegar a muchas más personas. En su opinión, lo bonito es que luego viene el boca a boca, cuando alguien te manda audios o mensajes sobre lo bien que le va el producto y lo recomienda a sus seres queridos, porque realmente le ha gustado, “eso no tiene precio”.

Los productos de Labei están 100% hechos en Euskadi. Cedida

Si tuvieran que vivir un día a día sin ellas, para ellos sería: “Pues..., ¡una mezcla de alivio y vacío!”. Le tienen cariño a Instagram, porque ha sido clave para comunicar sus valores y acercar a Labei a quienes están al otro lado. Sin embargo, también es verdad que muchas veces sienten la presión constante de tener que crear contenido, y eso agota. “Nunca nos habíamos grabado hablando a cámara..., ¡si apenas sacábamos fotos cuando viajábamos! Para que te hagas una idea, ni Inaxio ni yo tenemos perfil personal en Instagram, empezamos directamente con Labei”, cuenta Elena Irastorza.

Por lo tanto, han ido adaptándose y aprendiendo sobre la marcha, compartiendo una mezcla de su estilo de vida, información valiosa para el cuidado de la piel, sus procesos internos para los desarrollos y, por supuesto, sus productos. Empezaron con Instagram a mediados de 2022 y ahora son una comunidad de unas 12.000 personas. Al principio, les costó muchísimo arrancar, parecía que nadie les veía y el número de seguidores subía muy lento.

Los productos de Labei son sostenibles, veganos y de proximidad. Cedida

Sin embargo, a partir de los 1.000 empezaron a notar un crecimiento más constante. “No diría que hemos triunfado, tampoco buscamos un número más grande de seguidores, lo que queremos es una comunidad real, que conecte con lo que hacemos”, detallan. Lo que sí tienen claro es que la constancia es clave, además de que escuchar a la comunidad ayuda a mejorar cada día y ofrecer mejor contenido.

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Un ritmo de creación marcado por la sostenibilidad 

Su cosmética natural para pieles sensibles es sostenible, vegana y de proximidad

El tiempo que se invierte en crear cada producto de Labei Sosmetics depende mucho del mismo. Para que se entienda bien, primero nos cuentan que en Labei no usan cualquier ingrediente. Solo son aptos si cumplen con sus exigentes estándares: que sean respetuosos con la piel sensible, pues nunca usan activos agresivos, que tengan respaldo científico y que sean de cercanía (dentro de Europa) con un impacto ambiental muy bajo. Valoran mucho lo que se obtiene mediante procesos sostenibles, como el upcycling.

Elena Irastorza ha dedicado toda su vida a la cosmética natural. Cedida

Uno de los mayores retos para ellos fue limitar la búsqueda a ingredientes europeos, porque la mayoría de activos, o parte de su composición, suelen venir de Oriente. Solo esa búsqueda les llevó un año, eso hizo que el desarrollo de sus productos tardara más de lo habitual. Aunque siguen investigando actualmente, ya cuentan con una selección amplia que les permite desarrollar nuevos productos. “Por ejemplo, nuestros limpiadores faciales nos llevaron 3 meses, pero solo la crema solar..., ¡más de un año!”, puntualizan los fundadores de Oiartzun.

Conseguir los materiales para crear sus productos no es “nada fácil, la verdad”. Consideran que son muy exigentes y que buscan ingredientes que sean realmente eficaces, pero también respetuosos con la piel y sostenibles con el planeta. Y no se quedan solo en eso, pues todos sus productos de tratamiento han pasado un test de eficacia, lo que significa que sus formulaciones han sido evaluadas clínicamente para demostrar que funcionan de verdad. “Hemos desarrollado sérums específicos para tratar rojeces, manchas, arrugas, exceso de sebo o deshidratación..., y cada fórmula ha demostrado su eficacia”, cuentan.

El 'packaging' de sus productos es sostenible. Cedida

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Por otro lado y, si en los materiales también se incluye el packaging…, “entonces sí, eso también fue todo un proceso”. Al principio, escogieron un envase de vidrio “precioso”, convencidos de que era la opción más sostenible, pero no podían demostrarlo con datos reales.

Por eso, decidieron hacer un estudio a fondo con una empresa especializada para entender cuál era, de verdad, el envase más sostenible para su proyecto. “Y la conclusión nos sorprendió: más allá del tipo de material (siempre que se recicle correctamente), lo que más impacto tiene en la huella ambiental es el peso del envase. Cuanto más pesa, más contamina al transportarse”, explican. Así que, con la ayuda de Inèdit, acabaron eligiendo un envase de plástico reciclado (RPET) de origen europeo y buscaron el más ligero posible.