Si alguien personifica el delicado momento del Baskonia a la vuelta del parón de selecciones, ese no es otro que Markus Howard. Sin ser el único responsable de la nueva debacle vivida por el conjunto vitoriano en el Gran Canaria Arena, el compulsivo anotador azulgrana se convirtió de forma inequívoca en el rostro de la triste palidez de un grupo que en apenas dos partidos ha encajado la friolera de 209 puntos.

Toca corregir de inmediato esta sangría porque, en caso contrario, el final de la temporada se le puede hacer muy largo a un Baskonia sin alma en tierras insulares. El cuadro vitoriano reincidió en los errores cometidos en Estambul y también se quemó en la hoguera ante un colectivo como el de Lakovic con menos talento que el Fenerbahce pero bien armado y equilibrado en todas sus líneas.

Los jugadores de Ivanovic se empeñaron en intercambiar otra vez canastas con el rival y siempre fueron a remolque de un anfitrión que supo hurgar en sus puntos débiles. Al Gran Canaria le bastó una buena circulación de balón para encontrar cómodas posiciones de tiro y disparar así sus dígitos ofensivos.

El Baskonia exhibió una intensidad propia del patio de colegio pero también añoró una vez más a su principal arma de destrucción masiva en ataque. Howard fue devuelto al cinco titular por Ivanovic en tierras insulares, aunque el norteamericano fue una sombra del escolta voraz que rompe toda clase de defensas.

Maniatado por Albicy

No solo se vio maniatado por un perro de presa llamado Albicy y hubo que esperar al minuto 38 para ver su primera y única canasta en juego sino que en labores defensivas restó con su facilidad habitual. Si ante el Fenerbahce resultó completamente intrascendente en sus nueve minutos de juego, Howard resucitó las pesadillas cargándose con tres faltas antes del descanso.

Tan mal le vio Ivanovic a todos los niveles que ni siquiera recurrió a sus servicios en el tercer cuarto cuando el Gran Canaria metió la directa en pos de la victoria. Algo sintomático de las dudas que le acechan y su bache a nivel mental.

Los puntos que el Baskonia añoró en la figura de Howard llegaron a mansalva procedentes de la mágica muñeca de un descomunal Miller-McIntyre, el auténtico jugador franquicia del club vitoriano en la presente temporada.

Al fornido base se le recuerdan actuaciones grandiosas en los últimos meses como aquel triple doble ante el Asvel, pero su exhibición en la primera mitad ante el Gran Canaria también merece desde ahora un capítulo aparte.

Miller-McIntyre se fue hasta los 22 puntos con un solitario fallo en sus nueve tiros de campo y un abrumador repertorio de canastas. Durante ese intervalo se erigió en un torbellino en las penetraciones a canasta, exhibió acierto desde la larga distancia e incluso se transformó en un pívot para anotar tras un rebote ofensivo que le rebañó de las manos a Lammers.

Como no podía ser de otra forma, Miller-McIntyre mostró su versión más terrenal tras el descanso y nadie acudió al rescate del equipo.