A Joan Peñarroya le gusta hacer uso de toda su plantilla y aprovecha los partidos de entreguerras para, en la medida de lo posible, involucrar a todos en la pelea. Con este calendario tan extenuante a nivel físico y mental, no queda otro remedio que intentar extraer el máximo jugo a los recursos en su mano con el fin de conservar la frescura.

Sin embargo, al entrenador catalán se le fue la mano más de la cuenta con su inesperado cinco titular en la visita del Zaragoza. El Baskonia salió a las primeras de cambio con Kurucs, Heidegger, Marinkovic, Díez y Enoch. Cinco jugadores huérfanos de química y con el cartel de suplentes que no cumplieron con su cometido. El caos en ambos aros permitió al modesto cuadro maño amasar una inquietante renta de 15 puntos (4-19).

Como no era cuestión de seguir tentando a la suerte, Peñarroya trató de poner orden en medio del desconcierto con una otra determinación hasta cierto punto lógica. El preparador baskonista aparcó las probaturas y cambió a todo su quinteto en el minuto 6 en busca de un revulsivo que no tardaría en dar sus frutos.

Y es que todos los pesos pesados azulgranas (Thompson, Howard, Giedraitis, Sedekerskis y Kotsar) ingresaron en pista con ganas de poner las cosas en su sitio. Y a fe que lo consiguieron. Además, sin aparente sudor apreciada su altanería.

Como no podía ser de otra manera, el partido experimentó un giro radical y viró hacia el poderoso en cuanto el Baskonia se despojó las legañas. La lógica hizo acto de presencia en un Buesa Arena que pasó de la intranquilidad a un estado de calma absoluta a tenor de la incontestable superioridad local.

Las aguas volvieron rápidamente a su cauce porque, apenas siete minutos después del mencionado toque de corneta y pese a una zona 2-3 diseñada por Porfi Fisac que por momentos se le indigestó al Baskonia, la escuadra alavesa ya estaba por delante en el marcador (26-25). Y todo ello gracias a la enésima oleada anotadora encabezada por Howard.

Howard, en otra dimensión

El killer de Nueva Jersey maltrató sin piedad al Zaragoza con su enésimo clinic ofensivo de la temporada. Una incesante máquina de anotar que ayer recuperó su puntería desde la larga distancia y volvió a ver el aro como una piscina.

Peñarroya apostó por un inusual cinco titular integrado por Kurucs, Heidegger, Marinkovic, Díez y Enoch, algo que favoreció los intereses maños y propició el toque de corneta

A su lado, Thompson impuso su célebre rigor en el timón, Tadas efectuó su tradicional trabajo de intendencia siendo un Carpanta de los rebotes y Kotsar también brindó más estabilidad al puesto de cinco que un Enoch nuevamente decepcionante. Lo del pívot armenio, superado por el interminable Hlinason, es un caso cada vez más difícil de reconducir. Otra oportunidad desaprovechada ante los maños para recuperar algo de crédito.

Kurucs penetra a canasta ante Wright Josu Chavarri Erralde

Peñarroya volvió a insistir más adelante con su quinteto inicial, aunque esta vez ya no hubo que lamentar daños porque el Zaragoza era por entonces un visitante con la fe justa en sus opciones. Heidegger –un exterior de gatillo fácil– firmó buenos minutos para ahondar en su progresivo acoplamiento al grupo, mientras que Marinkovic se redimió a base de triples, alguno espectacular como el que sirvió para clausurar el tercer cuarto casi desde campo propio.

Fue, a la postre, un triunfo plácido para un Baskonia en el que Hommes y Costello –ambos renqueantes en el plano físico– se tomaron un pequeño respiro para futuras batallas.