El Baskonia está inmerso en su momento valle de la temporada después de una primera mitad de curso extraordinaria en la que llegó a ser colíder de la Euroliga. Los de Peñarroya sumaron ante el Barcelona su cuarta derrota consecutiva en la máxima competición continental, donde la falta de mordiente bajo los aros y la inferioridad en la dirección de juego fueron decisivas para que el poderío físico de la escuadra de Saras doblegara a un equipo que acusó la baja de Pierria Henry en el timón.

El Baskonia echa mucho de menos al base norteamericano. Desde que el director de juego de South Charleston no ha podido hacer acto de presencia en los últimos enfrentamientos, el puesto del timón se ha quedado cojo. Aunque en el campeonato doméstico el Baskonia venciese al Joventut pese a la ausencia de Henry, la realidad es que la dirección de juego se queda corta de efectivos en la Euroliga, donde el grueso de los rivales disponen del fondo de armario necesario para remediar las lesiones.

Y es que Pierria Henry es una pieza determinante en los dos aros. Su gran visión de juego es un argumento de peso para desmarcar a los tiradores, es ágil entrando a canasta mediante las penetraciones y, además, es un seguro de vida en defensa. De hecho, su imponente físico y su destreza para robar los balones metiendo mano en todos los lugares de la cancha, suelen elevar la temperatura de los partidos.

Los de Peñarroya afrontaron el duelo ante el Partizan con la línea exterior en cuadro por las bajas de Howard y Henry, lo que provocó en gran medida una sequía inusitada en la anotación. El pequeño tirador de Morristown hizo su regreso ante el Barcelona, pero su aparición estuvo condicionada por su delicada situación física.

En el último enfrentamiento ante el Barcelona, los hombres que dieron el relevo a un extenuado Thompson fueron Marinkovic, Howard y Kurucs. No obstante, ninguno de ellos es realmente un director de juego que pueda brindar clarividencia y tempo del juego.

MÁS CÓMODO DE TIRADOR

En el caso particular de Howard, que regresó ante el conjunto catalán haciendo un gran esfuerzo para ayudar al equipo, es evidente que se siente más cómodo anotando que dirigiendo. Su principal virtud reside en su innata capacidad para recibir el balón, hacerse un hueco a través de sus eléctricos movimientos y después disparar con una precisión milimétrica. Sin embargo, ante el cuadro culé no tuvo su noche más acertada desde la línea de 6,75 metros ya que se mostró renqueante en todos sus movimientos y la altura de los exteriores culés –Satoransky y Abrines– frenó su desparpajo.

Marinkovic, que protagonizó el arreón baskonista durante el primer cuarto gracias a su acierto de tres, tampoco es un base al uso que pueda reemplazar con plenas garantías a Thompson. Es cierto que en ocasiones aisladas ha destacado por sus asistencias y que en este curso ha dado un paso al frente gracias a la confianza que le ha brindado Peñarroya, pero ante el Barcelona abusó del bote, agotó las posesiones y se precipitó con sus tiros sobre la bocina. El hábitat natural del serbio se encuentra en las esquinas del parqué y en su capacidad para deshacerse de su marca, no en el poso para dirigir el juego.

Kurucs, al que se le ven las débiles costuras en las grandes refriegas, tampoco es un director de juego decisivo para el Baskonia puesto que suele precipitarse en su toma de decisiones. El canterano, una pieza de rotación para Peñarroya, se siente mejor como un escolta gracias a su carta de tiro. Ahora bien, el letón es una garantía de esfuerzo y compromiso para los escenarios en los que el conjunto vitoriano ha de bajar al barro.

Al inicio de temporada el Baskonia tuvo que afrontar este mismo problema en la dirección de juego. Y es que en las primeras jornadas el único base era Darius Thompson, que pese a sus notables estrenos en el apartado realizador y asistente necesitaba un acompañante de garantías para la dirección de juego. El conjunto de Zurbano subsanó la situación con la llegada de Pierria Henry, cuyo regreso a la dinámica competitiva es todavía una incógnita.