Al final, la calidad y el talento acaban por coger vuelo y el Real Madrid aterrizará mañana en el Buesa Arena como líder en solitario de la Liga Endesa y como uno de los cinco equipos que marchan igualados al frente de la Euroliga. Las derrotas acumuladas en los primeras semanas de la temporada levantaron algunas dudas sobre el nuevo proyecto que encabeza Chus Mateo, pero las temporadas, sobre todo en el caso de los clubes más poderosos, se valoran a partir de febrero cuando con la Copa empiezan a ponerse en juego los títulos. 

De la plantilla que ha configurado el Real Madrid no puede esperarse otra cosa que verla en la disputa de todos ellos tal como ocurrió en la campaña pasada cuando, coincidiendo con una salida a Miribilla y una derrota que agrandó una grave crisis de juego y de resultados, nadie apostaba un euro por el equipo blanco como futuro campeón.

Mañana será la segunda vez en once años que el Baskonia se mida a un Real Madrid sin Pablo Laso en su banquillo. El técnico gasteiztarra fue la gran víctima de ese final de temporada lleno de giros de guion en la Casa Blanca y perdió su puesto pese a ganar la Liga Endesa y la Copa y ser subcampeón de la Euroliga en una final resuelta en el último ataque. Los problemas de salud que afectaron a Laso en plena final ante el Barça sirvieron al club como excusa para cortar unas semanas después la etapa más exitosa de la entidad, saldada con 22 títulos, y poner el equipo en manos de Mateo, que, en lo que parecía una medida provisional, guió con éxito a los jugadores en la final y presenta un perfil más discreto de cara al exterior.

Desde el principio, se discutió si el técnico madrileño de 53 años, que no ha tenido mucho éxito en sus etapas como primer entrenador, podría con el mayor toro que ha enfrentado en su carrera. Hasta ahora, poco hay que reprochar a su labor, más allá de esas siete derrotas poco trascendentes que figuran en el balance madridista.

Da la impresión de que Chus Mateo va armando poco a poco el juego de una de las mejores plantillas que han tenido el Real Madrid en su historia por calidad, profundidad y versatilidad. Ahora mismo están fuera por lesión Carlos Alocen y Adam Hanga y, pese a ello, la reciente reaparición de Rudy Fernández y Gabriel Deck completa una rotación de doce jugadores de un nivel excelso cuyo único defecto puede llegar a ser su veteranía a la hora de gestionar la enorme exigencia de una campaña que puede irse por encima de los 90 partidos.

FICHAJES CONTRASTADOS

Las novedades del verano eran apuestas seguras, como suele suceder cuando el dinero no falta. El regreso de Sergio Rodríguez fue un gran noticia porque devolvía la magia del canario a la Liga Endesa, el francés Petr Cornelie añadía amenaza exterior para abrir el campo desde el puesto de cuatro, pero los dos grandes fichajes fueron los de Dzanan Musa, último MVP de la ACB que volvía al primer plano tras brillar en el modesto Breogán, y Mario Hezonja, ex canterano del Barça al que su gran rival sacó del Unics Kazan para devolverle a un entorno más estable. Los dos balcánicos son jugadores de calibre NBA y pueden jugar al menos en cuatro posiciones, pero han despejado dudas al entender que el protagonismo, en estos equipos, conduce al triunfo si es compartido.

Ambos están luciendo y produciendo por encima de los 10 puntos por partido y con buenos porcentajes sin tener tantos tiros como en sus equipos anteriores y con menos minutos en cancha. Esa es la tecla que Chus Mateo ha tocado para que la máquina empiece a funcionar al tope de revoluciones porque solo Musa, Hezonja y Poirier han jugado los 27 partidos que el Real Madrid ha disputado hasta ahora y ningún jugador promedia en la Liga más de 23 minutos de juego. 

Incluso el interminable Edy Tavares, diferencial en sus tareas, está teniendo su rebaja de minutos, lo mismo que Sergio Llull o Guerschon Yabusele. Por otro lado, Gaby Deck sigue creciendo y Alberto Abalde y Nigel Williams-Goss han encontrado un rol más oscuro que sirve para descargar a quienes deben marcar diferencias a la hora de la verdad.