Francesco Cuzzolin, el director de rendimiento del Armani Milan, fue en su día el primer europeo que se convirtió en head coach en el ámbito de la preparación física en la NBA con los Raptors y también ha trabajado en la Virtus, el Fenerbahce o dos selecciones nacionales como la italiana y la rusa.

¿Quién es Francesco Cuzzolin?

Soy, ante todo, un entrenador pasional que trata de hacer su trabajo lo mejor posible y experto en la condición física. Empecé mi carrera profesional en 1996 con la Benetton Treviso con jugadores importantes que por entonces eran proyectos NBA en sus inicios. Soy alguien que intenta mejorar año tras año. Ahora ya no se puede hablar únicamente de preparación física sino de cuidar a nuestros jugadores para que estén lo mejor preparados posible. Soy muy afortunado porque he trabajo en muchos países y he conocido diferentes culturas y varias organizaciones. No existe un único método que sea exitoso, así que tienes que ser capaz de adaptarte a cada situación. Estoy todavía mejorando y por descontado formo parte de una organización como el Armani que está intentando poner el mayor nivel de exigencia posible. Tenemos grandes expectativas porque estamos dentro de una gran ciudad en Italia. De una forma humilde, intentamos mejorar día a día y ese es mi objetivo. No hay que preocuparse solo de la preparación físico, sino de la ciencia y las nuevas tecnologías que se pueden aplicar al deporte; también hay que trabajar la comunicación porque formas parte de un club grande y es algo que hay que cuidar. Lo que he hecho en el pasado está bien, pero estoy realmente centrado en lo que viene.

Fue el primer europeo que desembarcó en la NBA para llevar la preparación física de una franquicia como Toronto Raptors. ¿Cómo fue aquella experiencia?

En lo personal, importante desde diferentes puntos de vista. Mi vida cambió totalmente. La vida en la NBA es totalmente diferente a la de Italia. Tenía mucha presión alrededor mío, pero estuve a gusto porque Toronto es una gran organización y tenía muchos jugadores europeos en el equipo, alguno incluso español como José Manuel Calderón. Me conocían bien y sabían cuáles eran mis métodos. Intenté adaptar mis conocimientos a la nueva situación y estoy orgulloso de que mi asistente tomara mi lugar cuando volví a Europa. Con el lockout no pude quedarme más tiempo en Canadá. Mi asistente es actualmente el preparador físico de los Raptors. Seguimos en contacto y para los dos ver un estilo diferente de trabajar el baloncesto fue enriquecedor. Fue como vivir un sueño porque jugar en el Boston Garden, el Madison Square Garden o el Staples Center es algo único. Cada franquicia tiene jugadores que destacan por encima del resto y hay que abordarlos de una manera diferente. Coincidí con Chris Bosh y Pedja Stojakovic y en Estados Unidos hay que trabajar más individualmente con ellos. En Europa no diría que es más fácil porque todos los jugadores conocen cuál es su posición dentro del equipo. Para mí, fue como empezar desde cero, pero fue una magnífica experiencia.

¿Hay sistemas pioneros para mejorar el rendimiento del jugador? ¿Qué diferencias hay entre Europa y la NBA en ese sentido?

Es muy diferente una de otra. En la NBA cuando empiezas la liga regular son seis meses en los que hay un montón de partidos y apenas hay tiempo para entrenar, entonces tienes que trabajar de distinta manera con los jugadores que compiten mucho, los que lo hacen menos y lo que no juegan nada. El final de temporada es muy largo y es un espacio de tiempo donde los jugadores aprovechan para trabajar aspectos físicos, tácticos y técnicos que no pueden hacer durante la campaña. En el caso de los veteranos en Estados Unidos, ellos se lo toman con más calma y se ponen en forma en plena temporada. Cada jugador tiene allí sus propios preparadores físicos y están listos para el inicio porque solo unos pocos participan en los torneos internacionales. Esa es una de las principales diferencias con Europa, donde la mayoría de los equipos de Euroliga tiene a los mejores jugadores de su país y en verano juegan con sus selecciones. Entonces no tienen tiempo para trabajar física e individualmente. La cantidad de partidos en Europa y la NBA es más o menos la misma, pero los jugadores europeos no tienen la oportunidad de recuperarse ni trabajar al haber tenido competiciones en verano. Por eso, los mejores jugadores europeos están estresados física y mentalmente. También porque la intensidad de los partidos aquí es muy alta. Cada encuentro en la Euroliga es una final, una batalla. Ya no hay ventaja de cancha y todos los equipos están muy bien organizados.

¿Entre todo el mundo cree que están matando al baloncesto por la gran cantidad de partidos?

Sí, se juegan muchos partidos, pero lo más difícil es en el momento en el que vuelven para empezar la pretemporada. No han tenido tiempo para regenerarse. Nosotros contamos con ocho jugadores internacionales y cuando regresan en verano deberían tener más semanas de descanso. Pero es imposible. No puedes hacer que descansen porque la Supercopa empieza rápido. Entonces no te queda más remedio que esa regeneración se produzca durante la temporada y entonces es ahí cuando se producen algunas lesiones que aprovechamos para que descansen lo que no han podido en el verano. No voy a decir que haya que jugar menos porque las ventanas FIBA son difíciles de gestionar, pero el número de lesiones está aumentando cada vez más y hay que hacer algo.

No queda otra que disponer de plantillas más largas, ¿verdad?

Sí, por supuesto. Para eso hay que tener un gran presupuesto. Los clubes que tienen dinero pueden firmar a muchos jugadores. En ese sentido es parecido a la NBA con las franquicias que cuentan con un filial en la G-League. Con todo, la Euroliga no es aún la NBA. En el caso del Armani, estamos intentando mejorar todos los detalles como organización y que la situación esté bajo control hasta en los momentos más difíciles. Cuando llueve, es más fácil conducir si la autopista es recta y eso es lo que estamos intentando en el Armani: tener los mejores técnicos y que los jugadores se sientan perfectamente cuidados.

¿Cómo es el Armani por dentro?

Messina trajo exigencias muy claras cuando llegó. Toda la organización tiene que aspirar a lo más alto. El club está formado por muchas personas y nosotros debemos tener a las adecuadas para que puedan trabajar juntas. Como una familia o una empresa, puedes tener a la mejor persona en la entidad, pero si no puedes trabajar o integrarte dentro de un grupo no sirves de nada. Tenemos unas reglas, unos roles y unas responsabilidades que cumplir. Una buena organización es la forma en la que te presentas al dueño, a los jugadores, a los medios y los aficionados. Cuando entras en el Armani, sientes que necesitas tener éxito al más alto nivel. Algunos estudiantes de universidad me preguntan si hay estrés por la responsabilidad que tengo y yo contesto que debe ser algo positivo. Los momentos difíciles te empujan a buscar diferentes soluciones. Cuando tienes éxito en algo, el camino nunca es fácil. Para nosotros, no es un momento bueno ahora, pero trabajamos para mejorar.

Tienen un rival muy duro en Italia ya como la Virtus. ¿Preocupado?

Lo que están haciendo es una motivación extra para mejorar. Cuentan con un gran propietario y un sólido patrocinador detrás, se han profesionalizado mucho y, además, Bolonia es una ciudad de baloncesto y con aficionados pasionales. Las últimas finales han sido contra ellos y tener toda esa atención mediática alrededor nuestro es bonito. El año pasado volvimos a jugar la final con aficionados en las gradas y la atmósfera fue increíble en nuestra cancha y la suya. Además, esto da una buena imagen del baloncesto en Italia. Lo mismo sucede en España con el Real Madrid, el Barcelona y el Baskonia. Todo el rato se miran el uno al otro y eso les hace ser mejores.

¿Recuerda aún aquella histórica final entre el TAU y la Kinder?

Sí, fue mi segunda final en Europa. Ese año ganamos el triplete y me quedo con eso y el gran ambiente de los partidos en Bolonia. Ganar o perder forma parte de nuestro trabajo, pero cuando estás en una gran organización siempre compites. En mi caso, he sido muy afortunado en mi carrera por haber trabajado con grandes entrenadores. Cada uno tiene su método y todos son competitivos empujando a los jugadores para sacar su mejor versión.

¿Cómo se ve al Baskonia en Italia?

Es una gran organización. Lógicamente en España hay equipos dominantes como el Real Madrid y el Barcelona, pero su proyecto y el del equipo de fútbol, que son como una familia, son excelentes. Admiro que siempre esté descubriendo jugadores y también entrenadores. España es un país con gran tradición de baloncesto y no tienes éxito si careces de conocimientos y experiencia. Eso el Baskonia lo tiene. No ha ganado títulos por suerte. Es un club que compite siempre en la Euroliga y desde luego es una organización a tener en cuenta. Jugadores que han estado allí como Hugo Sconochini conservan un buen recuerdo de su experiencia allí. Todos han estado bien preparados para competir y eso se merece un reconocimiento.

Por último, ¿qué espera del partido de esta noche?

Como dice Messina, cada partido en la Euroliga es una final. Obviamente no estamos pasando por una buena racha y estamos sufriendo por diferentes razones, pero trabajamos duro y contamos con muchas personas que están empujando dentro y fuera de la pista para revertir la situación. Confiamos en este grupo y en poder mejorar lo que estamos haciendo porque no es suficiente para nuestra organización, así que lo pondremos todo sobre la cancha para llevarnos la victoria.