Sadiel Rojas es uno de esos jugadores que no hace prisioneros cuando, pasado a menudo de revoluciones, entra en una cancha de baloncesto. El dominicano es un jugador idolatrado por la afición del Murcia, que mañana visita el Buesa Arena, pero detestado por el resto. Y no es para menos. Siempre es más noticia por su carácter indomable que por sus canastas. La fama de violento que le persigue desde tiempos inmemoriales ha vivido un nuevo capítulo en la última jornada siendo AJ Slaughter, escolta del Gran Canaria, su víctima.

El club insular informó ayer que su jugador no pudo entrenar a causa de los dolores que sufre en cabeza y cuello después del alevoso codazo recibido por Rojas durante la visita de los canarios al Palacio de los Deportes. Con 48-46 en el marcador, Slaughter fue embestido por el alero dominicano, que al perder el equilibrio impactó con fuerza con su codo en el rostro del escolta mientras este yacía en el suelo. Tras abrirle el pómulo, quedó completamente conmocionado.

La acción en cuestión desencadenó un rosario de críticas. Básicamente porque Rojas es un sospechoso habitual que se las ha tenido tiesas con multitud de jugadores en los últimos años. El primero en poner el grito en el cielo fue Willy Villar, director deportivo del Gran Canaria. "Nadie se avergüenza, todo el mundo mira para el otro lado, qué asco. Pasará una desgracia y habrá responsables", escribió en su cuenta de twitter. Pedro Martínez, técnico del Manresa, fue uno de los muchos que le respondió al asegurar que "incluso hay quien lo justifica".