El Baskonia ha obsequiado esta temporada a su parroquia con partidos infames en los que acostumbra a encajar parciales sangrantes con pájaras más propias de un ciclista moribundo y sin fuerzas en las piernas. Pues bien, en el Fernando Martín no podía ser una excepción y la depresión generalizada vivió un nuevo capítulo. Llueve sobre mojado.
El Fuenlabrada, que no es el Zenit ni el Olympiacos pero va sobrado de corazón y amor propio, también desnudó la terrible fragilidad de un visitante azulgrana que volvió a deambular como alma en pena por la cancha del sur de Madrid.
Fueron ocho minutos terroríficos, del 22 al 30, en los que se vieron sepultadas todas las esperanzas de mala manera con un desfondamiento difícil de imaginar por mucho que este Baskonia haya tocado fondo en varias ocasiones hasta la fecha. Tras una canasta de Granger que elevó el 42-48 al marcador, el cuadro vitoriano desapareció del mapa con la enésima desconexión.
Con su desidia, delirante baloncesto y ese triste lenguaje corporal que no augura nada bueno, el Baskonia dimitió de otro partido que dejó muy señalado tanto a Spahija como a varios jugadores incapaces de remontar el vuelo. Una película que se ha repetido hasta la saciedad y que ha dejado de sorprender con independencia de la identidad de los rivales.
El sonrojo llegó esta vez tras un demoledor parcial de 24-1. El principio del fin para un Baskonia que afrontó los diez minutos finales con todo completamente perdido (66-49) después de verse atropellado por un modesto de la ACB. Hubo barra libre para que Ristic, un pívot del montón, viviese su jornada de gloria como baloncestista alcanzando unos registros más propios del mejor Shaquille O’Neal en su día (27 puntos y 10 rebotes), Meindl se reivindicara como un alero en franca progresión, el bisoño Samar controlara el tempo del partido a su antojo o Milosavljevic destapara las débiles costuras defensivas de Baldwin.
Ni una canasta en juego en ocho largos minutos. Un drama absoluto en medio de un puñado de ataques sin sentido que se estrellaban ante el aro local. Durante ese intervalo, el Baskonia sobrevivió con un único tiro libre de Costello, que al igual que Enoch tendió una alfombra para el lucimiento de Ristic. Spahija lo intentó prácticamente todo para arreglar el desaguisado e incluso rescató del ostracismo a Marinkovic tras dos partidos atornillado al banquillo, pero nada ni nadie remediaron otra caída en picado de un colectivo sin rumbo, perdido en la anarquía de algunas supuestas estrellas que volvieron a dar la de arena y sin ningún plan a nivel táctico para revertir el aplastante dominio fuenlabreño.
Otro sopapo a mano abierto en la cara de un Baskonia que, tras haber dicho adiós a dos de los objetivos de esta temporada -jugar la Copa del Rey y alcanzar el Top 8 de la Euroliga- también está poniendo en serio peligro el billete para las series finales por el título de la ACB. Ver para creer.