La pesadilla del Baskonia continúa. El Fuenlabrada, sin dos de sus mejores jugadores como son Alexander y Emegano, hurgó en la herida de un equipo sin alma que solo compareció en el Fernando Martín durante los 22 minutos. A partir de entonces, lo que había sido una puesta en escena mediocre se convirtió en un auténtico despropósito y volvió a dejar en evidencia que, mientras no haya cambios en la plantilla o en el banquillo, la dinámica del equipo tiene difícil solución.

El duelo comenzó con la única novedad respecto a los anteriores de la aparición de Peters en el quinteto titular en sustitución de Fontecchio y con poca intensidad defensiva por parte de los dos conjuntos. De hecho, el cuadro gasteiztarra no cometió ninguna falta en todo el primer cuarto y la anotación al término de los diez minutos iniciales no fue mayor a causa del poco acierto de los dos equipos desde el perímetro y algunos errores no forzados como pisar la línea de banda a la hora de acelerar o perder el bote en penetración. Aunque el Baskonia empezó mejor que su rival colocándose con seis puntos de ventaja y provocando el primer tiempo muerto de Raventós, las cosas pronto se equilibraron y los contendientes se turnaron en el marcador hasta cerrar el parcial inicial con un 17-19.

En el segundo cuarto, Ristic, castigando una vez más la permisividad defensiva de Enoch que en tantas ocasiones se ha visto esta temporada, logró darle la vuelta al electrónico y empezar a poner tierra de por medio hasta el 30-25. Ni siquiera la primera falta del Baskonia, que llegó a manos de Kurucs a los 12:30 minutos de juego, puso freno a unos buenos minutos del Fuenlabrada, que perdió efervescencia con el retorno de Alec Peters a la cancha. Los de Spahija dejaron de obsesionarse con el lanzamiento de tres y comenzaron a ser algo más agresivos en ataque y a acercarse al aro rival, lo cual les permitió sacar faltas, anotar canastas más sencillas y mantenerse por delante en el electrónico al término de la primera mitad (38-41), aunque sin dar la sensación de tener controlado el partido en ningún momento.

HUNDIMIENTO TRAS EL DESCANSO

El partido siguió por los mismos derroteros durante los dos primeros minutos del tercer cuarto y por momentos el Baskonia parecía empezar a distanciarse en el marcador con el 42-48 del minuto 22. En ese momento, sin embargo, el conjunto gasteiztarra se vino abajo y sufrió una desconexión que habría sido digna de aparecer en los libros de historia de no ser porque no es la primera -ni probablemente la última- de esta campaña. Durante ocho minutos, el cuadro de Neven Spahija fue incapaz de anotar una canasta en juego. Víctimas de sus propios miedos, de la desconfianza y de la desesperación, los gasteiztarras encajaron un sonrojante parcial de 24-1. Ocho minutos infernales en los que el Fuenlabrada jugó a placer, anotando canastas sin apenas oposición y aprovechando la nula productividad ofensiva del Baskonia para encontrar espacios al contraataque. Milosavljevic, Meindl y Ristic lideraron el demoledor parcial local ante el que ni los jugadores azulgranas ni Neven Spahija supieron responder. No entraron las canastas desde el perímetro, los ganchos en la pintura, las bandejas y ni siquiera uno de los dos tiros libres que lanzó Costello.

Lo que al descanso era un 38-41 para el Baskonia, al cierre del tercer cuarto se convirtió en una victoria prácticamente sentenciada por el Fuenlabrada con el 66-49. Con todo ya prácticamente decidido, los de Spahija recuperaron su capacidad de meter el balón dentro del aro, pero ya era demasiado tarde. Los alaveses se convirtieron en unos simples invitados a la fiesta del Polideportivo Fernando Martín, que vivió con tanta alegría como tranquilidad los últimos diez minutos del choque. Una tortura para el Baskonia, cabizbajo y entregado desde el ecuador del tercer cuarto y con Alec Peters como único jugador con una mínima intención de pelear en los dos lados de la cancha.

Al final, derrota más que merecida por 84-70 contra un rival muy inferior en cuanto a físico y calidad, pero superior en cuanto a ambición, química y, quizás lo que más duele a la parroquia azulgrana: carácter.