Se trataba en primera instancia de ganar pero, sobre todo, sacudirse de un plumazo la angustia que atenazaba peligrosamente al personal y ahuyentar fantasmas ante el mal cuerpo propiciado por cuatro derrotas consecutivas. Pues bien, un Baskonia con las garras afiladas hizo realidad todos sus objetivos en la visita del Obradoiro, sometido por el volcánico ritmo de un grupo por fin reconocible y fiel al patrón de juego para el que fue concebido este pasado verano por sus dirigentes en los despachos.

La tropa azulgrana ganó y convenció en una noche de lo más plácida donde trituró a su inofensivo adversario mediante un vértigo contagioso. Tanto sus velocistas como sus francotiradores entraron en calor desde los compases iniciales y el conjunto santiagués quedó reducido a cenizas. Fue un compromiso muy desigual entre dos contendientes que se movieron con una velocidad diametralmente opuesta. Un vehículo de alta cilindrada chocó contra otro incapaz de meter tercera y ni siquiera el previsible maquillaje del Obradoiro en los minutos de la basura dejó mal cuerpo.

Un balón de oxígeno para un Baskonia que necesitaba una inyección de confianza de estas características con el fin de empezar a creer en sí mismo y dejar atrás su pájara de este inicio de temporada. El aterrizaje del Panathinaikos supondrá este martes un termómetro algo más fiable para saber si las heridas baskonistas continúan en proceso de cicatrización, pero los discípulos de Ivanovic pudieron al menos sentar las bases hacia la ansiada normalidad con una actuación completísima ante los gallegos.

Tras varios partidos moviéndose al ralentí y estrellándose sistemáticamente en el ataque posicional, el Baskonia impuso esta vez un ritmo eléctrico que le sentó de maravilla y literalmente voló sobre la cancha alavesa. Regresó el altruismo con una atinada circulación de balón, funcionaron las ayudas defensivas, las transiciones hacia el campo contrario resultaron meteóricas tras un solvente cierre del rebote defensivo y en el plano individual también renacieron varios jugadores que estaban bajo sospecha.

muchas noticias positivas Casi todo salió a pedir de boca para desterrar el negativismo de las jornadas precedentes. Entre las notas positivas, Nnoko se convirtió un martillo pilón con el juego de espaldas al aro, Fontecchio paseó esa elegancia atisbada en el verano con su selección, Costello ofreció un trabajo multidisciplinar, Giedraitis se colocó su frac habitual para aguijonear la defensa visitante y Marinkovic recuperó por fin sensaciones destapando su instinto asesino desde el 6,75.

Mientras el Baskonia esgrimió un encomiable deseo por hacer sangre durante todo el encuentro, un liviano Obradoiro perdió la fe a las primeras de cambio con su abrumadora inferioridad física, su desacierto en los tiros liberados o el aciago día de sus principales referentes. Robertson y Birutis fueron engullidos por la defensa alavesa y el Obradoiro se vio amputado de pies y manos para ni siquiera competir con un cierto decoro.

Porque el cuadro de Ivanovic reventó la velada en un abrir y cerrar de ojos merced a una contundencia devastadora. Todas las señas de identidad que el preparador montenegrino pretende tatuar en la frente de sus pupilos se plasmaron sobre el recinto de Zurbano. A la mínima que pudo, el Baskonia agitó un partido convertido en un simulacro que debería suponer un punto de inflexión hacia el crecimiento colectivo.

Los cuatro minutos iniciales ya fueron sintomáticos a la hora de comprobar el ánimo de redención de los locales en un Buesa Arena exento esta vez de sobresaltos. Fue el tiempo que tardó Moncho Fernández en interrumpir mediante un tiempo muerto la borrachera de canastas de un anfitrión azulgrana dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva tras los últimos disgustos. El equipo vitoriano se movió de inicio al compás marcado por Granger, titular en detrimento de Baldwin y que esta vez movió con acierto los hilos desde la dirección.

En vísperas de la primera semana con doble enfrentamiento en la Euroliga, Ivanovic también pudo dosificar esfuerzos y esa fue otra de las noticias positivas que dejó una noche más plácida de lo esperado en un primer momento. El camino ya está marcado.