- No hay manera humana de que el Baskonia remonte el vuelo. La reacción se hace de rogar con independencia de la magnitud de los rivales. Ni siquiera el hechizo de un Buesa Arena más próximo a su apariencia habitual con media entrada en las gradas obró un efecto terapéutico para el ansiado cambio de cara. La mochila en la espalda es cada vez más pesada y no se atisban brotes verdes a los que agarrarse con un peligroso lenguaje corporal y un buen puñado de jugadores que no terminan de arrancar.
Queda ya tan solo Alec Peters en la enfermería entre los primeros espada, pero lejos de vislumbrarse algún síntoma de rehabilitación los desnortados hombres adiestrados por Ivanovic siguen retenidos dentro de un callejón oscuro del que no se percibe una salida clara. Un altanero Armani infligió la cuarta derrota consecutiva a una tropa azulgrana que no despierta del mal sueño en que se ha convertido este arranque de temporada y emite unas señales cada vez más inquietantes.
El equipo vitoriano reincidió en los errores que le vienen condenando sistemáticamente y han agudizado el estado de depresión en el entorno. No hay objeción alguna en cuanto al deseo del grupo, pero el baloncesto al más alto nivel exige unos mínimos que, de momento, resultan inalcanzables. Un conjunto romo, previsible en estático, incapaz de crear ventajas en ataque cuando no puede desplegar el contragolpe, con cromos repetidos en el perímetro que parecen estorbarse, huérfano de jugadores con capacidad para producir algo positivo desde el bote y, sobre todo, enemistado con el acierto desde el 6,75.
El peor caldo de cultivo posible del que se aprovechó un Armani realmente sólido que compartió mejor el balón y marcó el tempo de la velada desde el salto inicial. Desde luego, el fiero cuadro italiano no era el mejor rival posible para reconducir el rumbo y un partido torcido desde el arranque se encargó de ratificar las perspectivas más pesimistas.
El altruismo, el rigor y el baloncesto disciplinado del Armani contrastó sobremanera con la ansiedad, el desorden y el escaso empaque como colectivo del Baskonia, sometido por un claro candidato al reinado continental en otra noche de perros. Un constante quiero y no puedo mientras una cascada de triples se estrellaban una y otra vez ante el aro italiano creando un clima de desconfianza pernicioso.
Baldwin, del que se esperaban grandes cosas, regresó al equipo con luces y sombras tras su paternidad. Con una errática carta de tiro, el base estadounidense ha dejado claro ya que dista mucho de ser ese base director con capacidad para hilvanar el juego que tanto gusta en Vitoria. Su manoseo de balón resulta, por momentos, desesperante y eso no favorece el juego colectivo de un Baskonia sin sentido grupal ni armas para romper una defensa tan granítica como la italiana.
La conexión entre dos veteranos del Vietnam como el Chacho -para el estelar base canario no pasan los años- y Hines propició los primeros quebraderos de cabeza de la velada. El Baskonia amasó muy poco un alto número de jugadas y su puntería desde el 6,75 volvió a ser defectuosa con porcentajes terroríficos que le fueron minando a nivel de cabeza.
El primer arreón serio del Armani tuvo lugar en la recta final del segundo cuarto, donde se acrecentó el desbarajuste a nivel ofensivo de un Baskonia con ingentes problemas para anotar. El conjunto italiano circuló el balón con más sabiduría y, en líneas generales, demostró unas mejores hechuras colectivas justificando por qué es un cualificado aspirante a la Final Four. Uno de sus secundarios de lujo, Devon Hall, se convirtió en uno de los asesinos silenciosos en el Buesa Arena, donde la gran colección de estrellas lombardas camparon por momentos a sus anchas. Shields, Melli y compañía lo tuvieron demasiado fácil.
Tras el descanso, el dominio transalpino se hizo cada vez más patente y la desesperación alcanzó a una grada completamente resignada. El Armani adquirió una renta máxima de 14 puntos en varias ocasiones mientras el Baskonia transitaba con la lengua fuera para seguir su ritmo. Ni la apuesta por dos bases ni la presencia de Kurucs como revulsivo bien avanzado el choque ni el ardor de Enoch hicieron cosquillas al sobrado conjunto de Messina.
Sin acierto e individualismo El Baskonia volvió a ser un equipo romo, previsible y sin capacidad alguna para encontrar puntos débiles en la granítica defensa italiana. La ansiedad fue una mala compañera de viaje mientras los triples se veían sistemáticamente repelidos por el aro con las muñecas completamente agarrotadas.
El poderío italiano Por si había dudas, el Armani demostró en el Buesa por qué es uno de los candidatos más cualificados para acceder a la ‘Final Four’. La calidad de su interminable plantilla salió a relucir con un dominio absoluto del ‘tempo’ de la velada. El dominio lombardo se intensificó desde la recta final del segundo cuarto.