El calendario siempre tiene reservadas trampas mortales de necesidad cuando uno menos lo espera. Hay días en que resulta conveniente no levantarse de la cama ante el desastre que está por venir. Quizás fue una mezcla de agotamiento físico y mental tras las recientes demostraciones de poderío en la Euroliga. O un exceso de confianza ante un Gran Canaria con su correspondiente fatiga tras haber sellado esta semana su billete para las semifinales de la Eurocopa. O simplemente que la escuálida plantilla azulgrana va muy justa de efectivos en cuanto los partidos se agolpan encima de la mesa.

Sea cual sea la razón, lo cierto es que la imagen del Baskonia en vísperas de una de las semanas más trascendentales de la campaña dejó bastante que desear. El equipo admirable que está protagonizando una conmovedora reacción en la Euroliga se vio esta vez atropellado por la sensacional versión 'amarilla' en un partido torcido desde el arranque. Hacía tiempo que un visitante tan modesto como el dirigido por Porfi Fisac no paseaba semejante autoridad en el Buesa Arena, testigo de una impotencia casi desconocida en las filas alavesas.

El Gran Canaria devolvió bruscamente a la tierra a un Baskonia que, huérfano de sacrificio y espíritu de lucha, se vuelve mucho más terrenal. Un baño de realismo para un equipo que traicionó sus señas de identidad y permitió que un visitante rebosante de confianza se le subiera a las barbas de una forma insospechada. Un desastre de principio a fin con los dos 'cincos' muy señalados en el banquillo por Ivanovic, fuera de sus casillas ante la tibieza de sus discípulos, y también una versión lastimosa de la espina dorsal.

No hubo arrebatos de corazón ni tampoco aislados amagos de rebelión en un grupo encogido, más apocado que nunca e intimidado por la aplastante exhibición insular. Lo nunca visto este curso en un Baskonia competitivo hasta en las más adversas circunstancias pero que hoy recibió constantes directos en la mandíbula sin oponer la más mínima resistencia.

Tan cierto es que el Gran Canaria enhebró un baloncesto primoroso como que el conjunto alavés tendió una alfombra roja para el lucimiento de jugadores sin el caché de Euroliga. El marcador final fue incluso benigno para los deméritos de un TD Systems al borde del colapso más absoluto dentro del último cuarto cuando la ventaja canaria alcanzó su máxima expresión (60-88).

En una tarde primaveral, arreció la tormenta sobre el Buesa Arena. La descargada por un Gran Canaria que se ensañó con un Baskonia lento, plano, desorientado y, sobre todo, blando. Ivanovic entró en cólera ante la falta de mordiente de un colectivo esta vez irreconocible por su laxitud defensiva, sus graves desatenciones en el cierre del rebote defensivo o su desesperante lentitud a la hora de correr hacia atrás. Al mismo tiempo que facturó canastas de bella factura por medio de un cuarteto letal, el Gran Canaria también encontró unos pasillos increíbles y, sobre todo, campó a sus anchas ante la pasividad baskonista.

Okoye destapó las primeras grietas, aunque no fue el único por desgracia. Igual de devastadora resultó la aparición de Costello en el segundo cuarto o la de Kilpatrick tras el intermedio. Sin obviar, la tiranía ejercida por Albicy al frente del timón. Los estiletes 'amarillos' perforaron el aro local con una asiduidad pavorosa mientras Ivanovic retiraba a las primeras de cambio su confianza en los dos 'cincos' y conformaba un atípico juego interior con Tadas y Polonara en busca de mayor movilidad.

Al Baskonia le tocó interpretar el ingrato papel de perseguidor en un partido donde no mordió como en jornadas precedentes y terminó con el rostro completamente desfigurado. Ni siquiera gastaron faltas los hombres de Ivanovic para frenar el dinamismo, el vértigo y la alegría ofensiva del desatado conjunto insular, en el que un sobrio Albicy llevó con sabiduría el tempo del encuentro y capaz de crear desequilibrios mortales merced a las certeras combinaciones de sus hombres altos en el poste bajo.

En definitiva, una tarde de terror que no hace excesivos daños a efectos clasificatorios en la ACB -el tercer puesto sigue al alcance del Baskonia- pero reabre las dudas a las puertas de dos duelos trascendentales ante el Panathinaikos y el Anadolu Efes que marcarán el devenir continental.