Llevado a un símil ciclista, el TD Systems Baskonia está sufriendo actualmente una inquietante pájara mientras en el horizonte ya se vislumbran las rampas más empinadas del puerto. Durante las etapas llanas previas a la llegada de la alta montaña unos contados hombres han debido tirar de un equipo corto de efectivos y efectuar unos denodados esfuerzos para que los de Ivanovic no perdieran contacto con el grupo de grandes favoritos.

Como muchos podían intuir, las consecuencias comienzan a dejarse sentir ahora con un ritmo de ascensión cada vez más lento y los continuos bandazos de un lado a otro de la carretera que denotan la falta de frescura. Lo peor de todo es que todavía no ha llegado la parte más apasionante del recorrido -en este caso la Copa del Rey, las series finales por el título de la ACB y también la fase determinante de la Euroliga- y la aguja de la gasolina parece encontrarse ya en la reserva.

Las tres últimas derrotas consecutivas en la Euroliga y la demostración de inoperancia registrada el domingo en la Fonteta muestran con toda la crudeza a un Baskonia sumergido en el momento más delicado de la campaña. Aquel equipo fresco, enérgico y vigoroso que había ofrecido una brillante imagen en los primeros meses de competición, capaz de hacer hincar la rodilla a transatlánticos como el Real Madrid, el CSKA o el Efes que parecían inabordables con presupuestos mucho mayores, comienza a desfallecer peligrosamente cuando todavía resta un mundo para poder divisar la línea de meta.

Posiblemente algo motivado por los devastadores estragos de la pandemia en las arcas del Buesa Arena, Josean Querejeta y su grupo de trabajo asumieron al inicio de la temporada un riesgo evidente. Al configurar una plantilla tan famélica en comparación con los rivales directos, las posibilidades de que un pronunciado bajón físico aconteciera en algún tramo de la campaña tenía visos de hacerse realidad.

La idea inicial radicaba en poner en manos de Dusko Ivanovic un grupo de trece hombres y que los jugadores que no fueran cupos de formación se alternaran a la hora de descansar antes de cada jornada de la CB. Sin embargo, dicho planteamiento se fue al traste con la inesperada rescisión de contrato de Khadeen Carrington, cuya vacante no ha sido cubierta desde entonces.

El combo trinitense no convenció al entrenador montenegrino en la pretemporada. El Baskonia decidió entonces ahorrar su salario en aras de que los tres canteranos del proyecto, Arturs Kurucs, Sander Raieste y Tadas Sedekerskis, fueran jugadores con cierto peso específico en los esquemas del cuerpo técnico y no simples piezas de relleno para completar las convocatorias.

A la hora de la verdad, tan solo el versátil jugador lituano ha dado un paso al frente para reivindicarse como un baloncestista de la plena confianza de Ivanovic. Los dos letones, sobre todo Raieste, han desaparecido del mapa y disponen de oportunidades con cuentagotas. A ello se suma que Ilimane Diop, decisivo hace meses en la conquista de la cuarta ACB en Valencia, también ha visto limitados al máximo sus minutos en la rotación interior.

En definitiva, un Baskonia en el que apenas nueve jugadores soportan a diario en sus manos el peso de un equipo sometido a un desgaste sobrehumano. Las semanas de triple esfuerzo, como la actual donde esperan Asvel, Zalgiris y Zaragoza, terminan pasando factura a la larga cuando el fondo de armario es justito y los recambios de cierto nivel brillan por su ausencia.

Pese a que las lesiones han respetado bastante al grupo hasta la fecha, el desgaste físico y mental de la reducida guardia pretoriana azulgrana está saliendo a la luz antes de lo que muchos intuían. En caso contrario, no se entiende la pérdida de pujanza de jugadores como Henry o Giedraitis, quizás los dos con más desgaste a sus espaldas y sin un relevo claro en el 'roster'.

El base estadounidense conforma el timón junto a Vildoza, pero disputa más minutos de los habituales cuando el argentino se ve desplazado al puesto de 'dos' ante la falta de un escolta con puntos en sus manos. Para el alero lituano, la única alternativa a la hora de que coja oxígeno en el banquillo siempre suele ser Sedekerskis o la opción del triple poste alternándose Peters y Polonara a la hora de abrir el campo.

En definitiva, unos recursos más bien escasos mientras otros rivales directos con puestos hasta por triplicado se permiten la licencia de hacer descansar esporádicamente a sus pesos pesados. Sin ir más lejos, el Valencia Basket acaba de pasar por encima del Baskonia pese a desactivar la ficha de Derrick Williams y con tres jugadores como Prepelic, Marinkovic y Dubljevic recién salidos de percances físicos.