Youssoupha Fall está siendo, sin duda alguna, una de las noticias más positivas de los últimos tiempos en el seno del TD Systems Baskonia. Pese a que el arranque de la temporada no fue todo lo fructífero que se esperaba al concederle Dusko Ivanovic minutos casi con cuentagotas, su presencia en pista está subiendo poco a poco como la espuma. Ello lo agradece sobremanera un equipo vitoriano que cuenta entre sus filas con un jugador diferente capaz de condicionar un partido con su mera presencia en el centro de la pintura.
De desempeñar el rol como tercer pívot de la rotación azulgrana a ser en la actualidad la boya escogida por el técnico montenegrino para iniciar todos los partidos. Fall desplazó en primera instancia por méritos propios a un intrascendente Ilimane Diop. No contento con ello, más tarde ha hecho lo propio con un Tonye Jekiri venido a menos tras unos brillantes primeros pasos en la capital alavesa.
Fall no solo ha ascendido al escalafón más alto entre los hombres altos del Baskonia, sino que su incidencia en el juego también está siendo mucho más importante. Sus compañeros, especialmente Henry, le buscan con cierta asiduidad y el interminable techo nacido en Dakar tampoco necesita hacer excesivas virguerías para producir en ataque ante pares a los que mira por encima del hombro desde la atalaya de sus imponentes 221 centímetros.
En su segunda campaña como azulgrana tras su cesión al Estrasburgo, Fall comienza a enseñar los dientes, siente que por fin tiene la confianza de su entrenador y pasea un repertorio tras el cual hay un evidente trabajo en la sombra. Uno de los aspectos en los que sus progresos resultan llamativos es la eficacia desde el tiro libre. Cualquier pívot como él susceptible de recibir tantas faltas en un partido y acudir al tiro libre en infinidad de ocasiones tiene la obligación de ser fiable desde la línea del 4,60.
Pues bien, las estadísticas de Fall en la presente campaña permiten deducir un jugador mucho más seguro y al que difícilmente le va a temblar el pulso cuando los árbitros sancionen los contactos ilegales de sus pares. El espectacular 6 de 6 firmado en la derrota ante el Maccabi constata que el gigante baskonista está consiguiendo quitarse un peso de encima en una faceta que durante el pasado ejercicio le originó evidentes quebraderos de cabeza.
No en vano, ha pasado en la Liga ACB de promediar algo menos de un 60% de acierto (28/47) a casi un 70% (11/16). Su fiabilidad en la Euroliga todavía es más alta con un 80% tras haber convertido 24 de 30. En el frente continental, se ha convertido en el tercer mejor lanzador del Baskonia tras Alec Peters y Rokas Giedraitis.
Para cerciorarse de su paso al frente en este apartado estadístico, el senegalés acreditó fuera de las fronteras en la temporada 2019-20 un triste 45% con 28 aciertos en 62 intentos. Esta pesadilla alumbraba en ciertos momentos la posibilidad de que sus pares le enviaran a la línea a propósito para ponerle a prueba.
Estos fantasmas se han visto ahuyentados ahora gracias a una sacrificada labor en la sombra. A la conclusión de los entrenamientos, Fall reserva un tiempo precioso para perfeccionar un aspecto del juego donde su margen de mejora era prácticamente ilimitado. Los frutos no han tardado en llegar con una mecánica de tiro más ortodoxa en la que los brazos siempre están por encima de la cabeza, sin obviar además lo mucho que el aspecto mental y la confianza juegan en este sentido.