- 13 triples de 29 intentos. Un equipo desatado desde más allá de la línea 6,75 que acabó por desarbolar por completo a un cada vez más cohibido Panathinaikos. El grupo de Georgios Vovoras no pudo competir con la batería de francotiradores baskonista.
Ni siquiera los muchos minutos en los que se refugió en una defensa zonal -seguro que había estudiado las tácticas de Sito Alonso y Alex Mumbrú para poner en apuros al Baskonia- sirvieron para nada más que para retrasar lo inevitable.
Este Panathinaikos no cuenta con talento suficiente como aspirar a la Final Four. El Baskonia sí, aunque todavía con la boca pequeña. El trío de lanzadores lejanos que forman Vildoza, Giedraitis y Peters no está al alcance de cualquier equipo. Si a ellos se suma un Henry que da la impresión de disfrutar como un enano de este juego, el rival está frito sin remedio.
13 triples -5 Vildoza, 4 Peters, 2 Giedraitis y 2 Henry- de 29 lanzamientos. Y aún pudieron ser bastantes más porque el lituano (2/7) falló más de lo que suele acostumbrar y porque ni a Dragic ni a Polonara les entraron ninguno de los cinco tiros que intentaron entre ambos. Cosa rara.
Pero el base argentino y el ala-pívot norteamericano estaban desatados. No necesitaban a nadie más para martirizar la canasta griega. Con que los demás se afanasen en defensa ya estaba más de la mitad del trabajo hecho.
Aparte de los triples, una jugada importante por simbólica además de estética. El tapón que le colocó Jekiri al gigante Papagiannis acabó de hundir al pívot heleno, que a duras penas estaba contributyendo a evitar el despegue definitivo del Baskonia. Papagiannis sumó 11 puntos y 10 rebotes, doble doble, pero se marchó de Vitoria cariacontecido y humillado por el tremendo manotazo al balón de Jekiri cuando se disponía a machacar el aro local.
Más dobles dobles. El del propio Jekiri (10 puntos y 10 rebotes) y el excelso de Pierria Henry, autor de 14 puntos y generador de casi treinta más con 12 asistencias. Cómo disfruta este chico jugando al baloncesto. Y encima defiende lo que haga falta. Da gusto verle jugar.
Lo mismo que a Vildoza, cada vez más seguro de sí mismo, cada vez más líder sobre la cancha, aunque a veces yerre. No le importa mucho, en la siguiente jugada rectificará.
Uno de los escaso partidos de la actual Euroliga en la que Ivanovic decide apelar a todos sus jugadores, los doce. Raieste volvió a ser titular un mes después -aunque no aportó nada-, Diop se reconcilió algo con su juego y Tadas Sedekerskis anotó una canasta, solo una pero plena de potencia y poderío. El que fracasó ayer fue Youssoupha Fall, el elegido en principio para frenar a Papagiannis. Apenas duró un minuto y medio sobre la cancha.