Si hay que hincar la rodilla en la guarida de uno de los favoritos al reinado continental, que al menos sea así rebelándose ante un destino escrito casi de antemano y muriendo con las botas puestas. El TD Systems Baskonia se quedó ayer al borde de un milagro en el Megasport Arena, donde perfectamente pudo dar el gran golpe tras una pletórica reacción a falta de cinco minutos que minimizó el monólogo ruso registrado hasta ese instante. Sin embargo, terminó encadenando su tercera derrota consecutiva en la Euroliga y le quedó un pésimo sabor tras una velada en la que su verdugo tuvo nombre y apellidos: Darrun Hilliard.

Tirando de épica, de un superlativo Henry que compensó en el epílogo sus muchos despropósitos anteriores y del omnipresente Fall, un pívot por fin autoritario al que Ivanovic concedió el protagonismo tantas veces demandado, el conjunto vitoriano metió el miedo en el cuerpo a un CSKA que se creyó ganador antes de tiempo (79-64). El ogro moscovita, mucho más terrenal de lo esperado y que sufrió un inesperado temblor de piernas tras amasar rentas comodísimas, necesitó una última dentellada de Hilliard para salvar los muebles. Cuando la velada se puso fea para sus intereses, apareció uno de sus hombres de hielo para sofocar el incendio alavés (84-84).

Tras hacer lo más difícil, el Baskonia vio truncados sus sueños nuevamente sobre la bocina. Después del enésimo misil del exazulgrana que devolvió la delantera al anfitrión (87-84), un caótico ataque visitante sepultó las últimas esperanzas de gloria en tierras rusas. Vildoza asumió la responsabilidad con muy poca fortuna dejando entrever el largo camino que le falta para ser un exterior realmente dominante. El argentino escogió la peor opción de todas y dejó en nada una enérgica remontada que tuvo en Henry a su principal cabecilla.

Una suspensión desde la esquina que no venía a cuento con muchos segundos por jugarse y con el aliento de Shengelia en la nuca condenó al Baskonia, con la miel en los labios y la sensación de haber dejado escapar otra oportunidad de oro para reengancharse al grupo cabecero. Giedraitis tampoco perforó el aro local tras sendos rebotes ofensivos y Milutinov sentenció a renglón seguido desde la personal. Ahí murió un encuentro tiranizado desde el arranque por el CSKA, asediado al final por un maratoniano azulgrana que en un formidable ataque de vergüenza torera se le subió a las barbas de forma insospechada.

Todos los flashes apuntaban a Shengelia como el principal atractivo de la noche, pero a la hora de la verdad fue otro viejo conocido del Buesa Arena el inclemente verdugo de un Baskonia que, eso sí, llegó a tiempo de provocar otro final no apto de cardíacos. Su ternura defensiva, castigada con saña por un CSKA sobrado de talento pese a la ausencia de última hora de James, y la nula respuesta de algunos estiletes no le impidieron acariciar una gesta de dimensiones siderales en el frente continental.

Hilliard, sumergido en un pletórico estado de confianza, acribilló con saña el aro visitante. Con una pólvora mortal de necesidad que exhibió en contadas ocasiones durante su año en Vitoria y más tiros de los habituales por la baja de James, el norteamericano gobernó con puño de hierro un duelo sin el menor atisbo de rebelión vitoriana hasta los compases finales. Aun con bajas y sin la velocidad de crucero que se espera de su constelación de estrellas, el CSKA paseó una suficiencia inesperado y se permitió el lujo, por ejemplo, de convertir en oro sus ocho primeros ataques.

Las importantes desventajas desde el cuarto inicial resultaron, a la postre, insalvables para un combinado vitoriano que, al menos, demostró carácter, fe y entereza para enseñar los dientes en Moscú. La ausencia de última hora de James parecía suponer una inmejorable noticia para el Baskonia, pero Itoudis tuvo en Hackett a un relevo de absolutas garantías en la dirección para su líder en el timón.

El italiano, clarividente, rocoso y elegante a partes iguales, dirigió como los ángeles la orquesta del CSKA. Hilliard se erigió en un insaciable demonio para destapar las débiles costuras defensivas alavesas. El escolta norteamericano, a quien se le invalidó un triple desde campo propio al final del tercer cuarto en una clara muestra de su confianza, reapareció en el peor momento posible para sofocar la admirable rebelión vitoriana. Su muñeca de hielo reventó un partido de locos.

Redención final El Baskonia estuvo a merced del talento ruso hasta bien entrado el choque con una tibieza desesperante, pero tras hacer lo más difícil terminó viendo sepultadas sus esperanzas de gloria en Moscú por culpa de un fatídico minuto final. Hilliard embocó un triple decisivo (87-84) con una personalidad arrolladora y Vildoza, en cambio, dio otra vez la de arena con una pésima gestión del siguiente ataque.

Hilliard coge el fusil A falta de James, baja de última hora por lesión, el CSKA tuvo en el exazulgrana a un anotador inclemente que se ensañó de mala manera con la tierna defensa azulgrana. Sus 31 arruinaron el superlativo trabajo de Fall bajo los tableros y la fe final de Henry, que tras una noche aciaga despertó del letargo para meter el miedo en el cuerpo al gigante ruso.