El encuentro de ayer en el pabellón de Mendizorroza supuso el reencuetro del baloncesto con uno de sus grandes protagonistas, el público. Debido al coronavirus hace muchos meses que los aficionados no podían disfrutar en directo de este deporte y la final de la Euskal Copa fue la primera ocasión en la que se les permitió regresar a las gradas. En total fueron 445 espectadores -buena parte de ellos provenientes de Bilbao- los que completaron el tercio del aforo total del pabellón que estaba disponible. Todos cumplieron a rajatabla con las estrictas medidas de seguridad necesarias y el encuentro se desarrolló sin que se produjera ningún tipo de incidente.
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