- Adiós por fin a la interminable sequía en cuanto a títulos. Carpetazo a los fantasmas que se cernían sobre un clásico otra vez gigantesco y campeón. El baskonismo se las prometía muy felices ayer ante la posibilidad de volver a saborear un éxito mayúsculo y contemplar la figura de su capitán Tornike Shengelia elevando al cielo un título más de una década después constituyó una escena inenarrable.

Desde aquel acrobático dos más unoun lejano 15 de junio de 2010 en el tercer encuentro de la final liguera ante el Barcelona, la entidad del Buesa Arena inició una larga travesía por el desierto que parecía no tener fin.

Han sido campañas convulsas en las que el Baskonia se ha quedado incluso fuera de un par de ediciones de la Copa del Rey -las celebradas en Las Palmas en 2015 y la de febrero de este año en Málaga- y ni siquiera ha alcanzado las semifinales ligueras, objetivos que tiempo atrás parecían pan comido ante la jerarquía de un equipo obligado casi siempre a reinventarse ante la marcha de sus figuras más emblemáticas. Ayer se quitó un gran peso de encima con uno de esos triunfos que perdurará durante años en la memoria de su sexto jugador.

Tras excesivas frustraciones, la incansable afición azulgrana ha visto cumplidos sus sueños para asistir a la silueta de un Baskonia de nuevo campeón y en lo más alto del podio tras batir al Barcelona en la Fuente de San Luis. Una inesperada pandemia que ha puesto el planeta patas arriba había devuelto las esperanzas a los alaveses. Tal y como explicó Dusko Ivanovic, conquistar el torneo exprés diseñado por la patronal para resolver el final de temporada no era ninguna quimera. Las sorpresas podían estar a la orden del día en tierras levantinas y la debacle del Real Madrid ha constituido el mejor ejemplo de su carácter tan imprevisible.

Se trataba de un evento con un formato tan novedoso como espectacular que podía sentar como anillo al renacido Baskonia de Dusko Ivanovic, un técnico que sabe motivar como nadie a sus pupilos para los esfuerzos cortos y que además iba a contar con jugadores que habían permanecido de baja durante casi toda la campaña como Jayson Granger y Luca Vildoza.

Las victorias iniciales ante el Bilbao Basket y el Iberostar Tenerife ya dejaron entrever las intenciones de un conjunto vitoriano otra vez poderoso, fiable y sacrificado atrás. Tras salvar dos agónicos match balls ante el Unicaja en la fase de grupos y el Valencia Basket en semifinales, el Baskonia se plantó en la final convencido de que podría hacer frente a un gigante de innumerables cabezas como el Barcelona. Pues bien, la fe alavesa también obró un nuevo milagro ante los culés.

Tras tres finales perdidas en la última década, a la cuarta llegó por fin la vencida. Al Baskonia se le había escurrido la gloria de las manos en la Final a Cuatro de la Euroliga celebrada en Berlín en 2016 y también pasó de largo en la gran final de la ACB del 2018 ante el Real Madrid. Estas habían sido dos de las veces en las que el Baskonia estuvo más cerca de acabar con su maleficio, sin obviar la pequeña decepción que supuso en 2011 el subcampeonato de la Supercopa en Bilbao tras la derrota ante el Barcelona.

El Fenerbahce de Zeljko Obradovic fue el primero en dejarle con la miel en los labios al eliminarle en semifinales después de que Darius Adams malograra un tiro ganador antes del tiempo suplementario. Dos años más tarde fue Luka Doncic quien ajustició al cuadro de Pedro Martínez antes de poner rumbo a la NBA. La final frente a los merengues arrancó de manera inmejorable con un triunfo baskonista en el WiZink Center, pero todo se torció. Una lesión de Johannes Voigtmann en el segundo asalto constituyó el principio del fin y los hombres de Laso sentenciaron el título en el Buesa Arena.

inversiones de los rivales No cabe duda de que han sido temporadas convulsas y muy complicadas presididas por la inestabilidad en el banquillo y en las que, salvo momentos muy puntuales, el Baskonia no ha estado casi nunca en condiciones de pelear por las coronas. El indudable mérito de acceder varias veces al Top 8 de la Euroliga no ha empañado las dificultades evidentes a la hora de construir proyectos sólidos que devolvieran la esperanza a un sexto jugador resignado.

Las estrecheces económicas han sido cada vez mayores pese a los incontables euros procedentes del Deportivo Alavés, la dirección deportiva no siempre ha atinado con los fichajes, las gradas del Buesa Arena se han ido despoblando en muchos momentos de seguidores y, sobre todo, las multimillonarias inversiones de los transatlánticos en la ACB y la Euroliga han sido de tal calibre que el Baskonia siempre se ha quedado corto a la hora de dar continuidad a los sonados éxitos de la dorada década comprendida entre el 2001 y el 2010.

El equipo azulgrana había tocado fondo esta temporada y tuvo que llegar Dusko Ivanovic para reflotar una nave sin ningún tipo de rumbo que ha sorprendido a propios y extraños en esta fase final. Bajo la batuta del técnico montenegrino, el Kirolbet ha recuperado las señas de identidad que posibilitaron las grandes gestas del pasado y el brillante éxito conquistado en Valencia debería ser un buen punto de partida para intentar seguir en la cresta de la ola durante la próxima campaña pese a que la pandemia propiciará una importante reducción del presupuesto.

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El éxito de ayer supone un espaldarazo para un club vitoriano que acumulaba una larga década sin poder levantar un galardón. De momento, ya lucen 4 Ligas ACB, 6 Copas del Rey, 4 Supercopas y la extinta Copa de Europa en las vitrinas del Buesa Arena.

El Baskonia ha alcanzado el 50% de triunfos en una temporada que, hasta el desembarco de Ivanovic y la emergencia sanitaria, había dejado mucho que desear. Los vitorianos no se clasificaron para la Copa del Rey y estaban fuera de los puestos de 'Top 8'.

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