- "No voy a hablar de cuánto tiempo me hace falta porque no me lo van a dar. Lo importante es llegar a tiempo y tener en la cabeza nuestro objetivo: queremos ganar la ACB". Estas palabras de Dusko Ivanovic, pronunciadas el pasado 22 de mayo en una rueda de prensa telemática con periodistas, podían parecer un brindis al sol o sonar a la clásica bilbainada viendo el raquítico rendimiento ofrecido por el Baskonia en varios tramos de esta temporada.

Sin embargo, cualquiera que conozca un poco al entrenador nacido hace 62 años en Bijelo Polje sabe que nunca va de farol cuando algún título se pone a tiro. La fase final de la Liga ACB en Valencia está realzando la figura de este insaciable depredador de títulos y acaparador de finales con el que el Baskonia ha vivido de largo los años más dorados de su historia.

Con sus virtudes y sus defectos, Ivanovic ya ha alcanzado el estatus de leyenda en Vitoria. Es el mejor calificativo para definir al técnico que mejor ha sabido contagiar el tan manido carácter al que suele recurrir el club como eslogan publicitario. Difícilmente cualquier otra figura de los banquillos habría rescatado de la depresión más absoluta en la que se había sumido un grupo de jugadores huérfanos de la más mínima autoestima y confianza en sus posibilidades.

Y es que el Baskonia ha pasado en muy pocos meses de ser un muñeco de trapo en manos de toda clase de rivales -ahí están las hirientes palizas encajadas tanto en la ACB como la Euroliga para corroborarlo- a recuperar de un plumazo el prestigio extraviado y ser un dolor de muelas para cualquiera. Un mérito achacable en buena medida a Ivanovic, casi siempre capaz de hacer más con menos y limpiar la cabeza de sus pupilos pese a haber suavizado unos métodos que llevaron en su día al límite su relación con varios iconos azulgranas.

El giro tan radical experimentado en tan poco tiempo tiene su génesis en la recuperación de los valores que encarnan el duskismo: sacrificio innegociable, dureza mental, compromiso a prueba de bombas y, sobre todo, una fe inquebrantable en pos de la victoria. A la hora de inocular dichas virtudes, no hay nadie más fiable que el montenegrino, un auténtico caníbal que se ha propuesto pasar a los anales de la historia de la entidad afincada en Zurbano pese a que muchos veían en él a un entrenador caduco y con un libreto anticuado.

El sobresaliente papel azulgrana en tierras levantinas, una evidencia con independencia del desenlace en la final ante el Barcelona, deja entrever que hay Ivanovic para rato en Vitoria. Tras escribir en la Fuente de San Luis otra de las páginas más memorables de la historia baskonista, nadie puede cuestionar ya lo acertado de su vuelta.

Se sabía de antemano que un torneo exprés como el diseñado por la ACB para la resolución de la temporada le sentaba como anillo al dedo y el balcánico no ha defraudado las expectativas sabiendo mover a la perfección los hilos desde el banquillo y haciendo del vitoriano un colectivo realmente incómodo, áspero y pesado para los rivales. Pese a que el Kirolbet ha caminado por el alambre en varios partidos y pudo haberse despeñado perfectamente al vacío ante el Unicaja o el Valencia Basket, siempre ha demostrado tener más vidas que un gato.

Desde que en tres etapas distintas dirige con puño de hierro los designios vitorianos, Ivanovic ha alimentado su leyenda a base de éxitos. Para cualquiera que ose discutir su figura, los números están ahí y no permiten abrir debates de ningún tipo. Y es que la de hoy será la decimotercera final de Ivanovic como responsable del Baskonia.

Frente al Barcelona, se romperá el equilibrado balance de seis victorias y seis derrotas. Se recuerdan con cierta nostalgia los éxitos ligueros acaecidos en 2002 y 2010, las Copas de 2002, 2004 y 2009, además de la Supercopa de 2008. En el lado negativo de la balanza se encuentran las derrotas en la Euroliga ante la Kinder Bolonia (2001) y Maccabi (2005), en la ACB una de triste recuerdo ante el Real Madrid (2005) y otra frente al Barcelona (2009), y las de la Copa del Rey y la Supercopa también ante el cuadro catalán en 2003 y 2011, respectivamente.

En definitiva, muy difícil pedir más a alguien que garantiza unos mínimos de seriedad, una especie de amor platónico para Josean Querejeta desde que se unieron en matrimonio en el verano del 2000 y el encargado de seguir capitaneando en el futuro un proyecto mucho más austero debido a las consabidas apreturas económicas generadas por la pandemia.

Liga ACB. Ivanovic consiguió el título en las finales disputadas en 2002 y 2010, ambas ante el Barcelona. Por contra, se le escurrió la gloria de las manos en 2005 ante el Real Madrid tras el triple de Herreros en el quinto partido y tampoco pudo superar al Barcelona en 2009.

Copa del Rey. El preparador montenegrino condujo al Baskonia hacia los títulos en 2002, 2004 y 2009 ante el Barcelona, el Joventut y el Unicaja, respectivamente. Se quedó por el camino un trofeo en 2003 tras la derrota frente a los culés en la prórroga en la Fuente de San Luis.

Euroliga. El preciado galardón continental se le ha resistido en dos ocasiones. Ivanovic perdió con el Baskonia las finales de 2001 y 2005. Los verdugos alaveses fueron la Kinder y el Maccabi.

Supercopa. Cara y cruz para el de Bijelo Polje en las dos finales disputadas como entrenador del Baskonia. Venció la de 2008 ante el Zaragoza en el Príncipe Felipe y perdió la de 2011 en Bilbao frente al Barcelona.

El bagaje hasta ahora es de seis victorias y seis derrotas, por lo que esta noche se desnivelará la balanza ante el todopoderoso Barcelona