migo Dusko. Te escribo estas líneas pocas horas después de acabar la semifinal de la Liga Endesa ante el Valencia. ¡Volvemos a estar nuevamente en una final, peleando por un título! Y otra vez, contigo en el banquillo. Nada sucede por casualidad, ¿verdad?

Pocos podían imaginar, con la temporada tan rara que hemos tenido, que el Baskonia estaría a estas alturas clasificado con todos los honores para disputar esta final de la Liga Endesa y, sin duda alguna, incluso con opciones de ganarla. Enfrente tendremos a un grandísimo equipo, pero vamos a tener mucho que decir en ese partido. Nadie en Vitoria lo duda, ¿verdad?

Ya sé que me puede mi corazón baskonista, pero creo que hablar de esas posibilidades reales no es ninguna barbaridad viendo el equipo que tenemos ahora mismo, el juego, la intensidad, y el carácter que hemos presentado en esta serie final.

Y esta final alcanzada meritoriamente por nuestro equipo es consecuencia de varios factores, como la recuperación de sus respectivas lesiones de varios jugadores clave en el equipo. Pero también del gran trabajo realizado por ti, Dusko, desde que aterrizaste de nuevo en Vitoria-Gasteiz.

Las grandes figuras del deporte siempre cuentan con defensores acérrimos y, al mismo tiempo, con aficionados muy críticos que no comulgan con su juego ni con su estilo. Esto forma parte del deporte de élite.

Y el gran Dusko no es una excepción en este sentido. En Vitoria le conocemos mucho y bien, es una de las figuras clave (¿la que más?) de la historia baskonista de los últimos años. En primer lugar por su trabajo al frente del equipo, con varios títulos incluidos, y en segundo lugar por ser uno de los máximos exponentes del genoma del club: el carácter.

Sin duda Dusko ha tenido muchísimo que ver en la definición y desarrollo de esa característica que hemos asimilado e interiorizado desde hace tiempo y que tanto cuesta mantener temporada tras temporada.

Dusko retornó a su casa y se encontró con un equipo cansado, abatido, desmoralizado, y hundido. Tenía por delante algo muy difícil de conseguir, que era voltear ese sentimiento, esas sensaciones, hacer que los jugadores volvieran a creer en sí mismos.

Y en aquel momento, cuando se anunció su fichaje, creo que muchos nos hicimos la misma pregunta€ ¿Es un sargento de hierro lo que necesita el equipo ahora mismo? ¿Esto se arregla con mano dura, entrenamientos extenuantes, dureza máxima€?

Y Dusko pidió un poco de tiempo. "Dejadme trabajar y en unas semanas veremos los resultados". Dusko dixit.

De esa forma empezamos a ver un Dusko distinto, más humano, más razonable, más comedido de lo que nos hubiéramos podido imaginar. Seguramente igual de exigente, pero de otra forma.

El equipo fue corrigiendo cosas, mejorando poco a poco aspectos tácticos y técnicos, mentales€ Fuimos empezando a ganar, y con ello empezamos a subir posiciones en las clasificaciones. Pero veníamos de muy abajo y seguíamos con una enfermería más concurrida que el camarote de los hermanos Marx. Y, además, con huéspedes de larga duración. A pesar de ello, cada día se veía alguna mejora, algún detalle nuevo€ Y el equipo iba poco a poco creciendo.

Y en esas llegó la suspensión de las competiciones y el confinamiento. Una situación que, a la larga, ha supuesto la recuperación de casi todos los lesionados (¡Pato, te echamos de menos!) y también la reconstrucción de un equipo que ahora es mucho más organizado y estructurado, con roles mucho más definidos, una defensa muy mejorada, y, en definitiva, un juego mucho más eficaz y efectivo que hace unos meses.

Pero, en mi opinión, hay otro factor clave, que creo que también debe ser destacado por su vital importancia. Un aspecto que hemos visto en todos los partidos de esta anómala fase final, pero en especial en el partido frente a Unicaja. Y esto hay que contarlo.

Y me refiero a esa virtud duskista de no dar nunca un partido por perdido, ni cuando estás verdaderamente contra las cuerdas, vas perdiendo de unas cuantas y apenas queda tiempo en el crono. Eso lo puede recordar todo el mundo como una seña de identidad del montenegrino en cualquiera de sus etapas.

Contra los malagueños, teníamos el partido perdido. Era casi imposible poder ganar o al menos igualar el marcador. Y los dos equipos lo sabían, pero Dusko piensa de otra forma. Si quedan dos milésimas en el crono, hay esperanza. Y todos los jugadores del equipo deben entender que el entrenador lo tiene claro, y ellos ir de la mano de él. Y así se hizo.

Forzamos la prórroga en el ultimo instante, y el gudari Achille metió el último tiro libre en el último suspiro. En Málaga todavía no se pueden creer cómo pudieron perder un partido así, y en Vitoria todavía nos estamos frotando los ojos por cómo se ganó. Y todo esto me parece muy meritorio por parte de Dusko. Cómo ha sido capaz de dar la vuelta a la situación en la que se encontró el equipo, y a la cabeza de los jugadores, para que se sientan de nuevo poderosos, ganadores.

Esto es lo que todos esperamos del Baskonia. Y luego ganaremos (mejor) o perderemos, pero con ese carisma nos iremos siempre contentos a casa después de un partido.

Nunca habíamos vivido una serie final así, sin play off, con sólo semifinales y final a un partido, pero a este nuevo formato, más parecido a una Copa que a una Liga, también le hemos cogido el pulso, porque a un partido puede pasar cualquier cosa, y con Dusko en el banquillo, todavía más. Y los aficionados también hemos visto un modelo distinto, pero indudablemente lleno de emoción y buen baloncesto.

Así que, amigo Dusko, muchas gracias por tu trabajo aquí en esta temporada tan compleja. Gracias por desempolvar las ocho letras de la palabra C-A-R-Á-C-T-E-R y por grabárselas a fuego todos los jugadores de este equipo. Y gracias por volvernos a colocar en nuestro sitio, allí arriba. Lo necesitábamos.

En mi opinión, creo que la temporada que viene contigo en el banquillo, y con un aporte extra y adicional de jugadores jóvenes de la cantera europeo-baskonista puede ser de lo más atractivo. Podemos ver un baloncesto de gran nivel. Ya que has vuelto en una versión más moderada e igual de eficaz que siempre, por qué no pedir minutos para estos dos o tres chavales que empiezan a despuntar. Nos apetece verles jugar y crecer, como pudimos ver el otro día contra el Joventut. Tienen bastante buena pinta.

Y ahora, suerte y al toro, maestro. A por la Liga, que ya estamos cansados de celebrar décimos aniversarios con vídeos de recuerdo y fotografías históricas. Toca ya un título. Y puestos a pedir, Josean, por favor, vete reservando sitio en el techo del Buesa Arena. Camisetas de jugadores ya subiremos unas cuantas más que faltan, pero mientras tanto tenemos que hacer hueco a Muntión y Garaialde. Y al Excelentísimo Señor Don Dusko Ivanovic; sí, el de Vitoria de toda la vida.