vitoria - Cuando el lunes por la mañana tuvo lugar el anuncio oficial de la cancelación definitiva de la Euroliga por culpa de la pandemia, los rectores de tres clubes carentes de una licencia A esbozaron una indisimulada sonrisa. No en vano, su continuidad entre la flor y natal pendía de un fino hilo teniendo en cuenta que resulta ya prácticamente imposible acceder por méritos deportivos a un torneo propiedad de once privilegiados que se han asegurado ya casi de por vida una plaza fija. Valencia Basket, Zenit y Estrella Roja han sido, con total seguridad, los grandes beneficiados del final anticipado de una Euroliga en la que repetirán presencia en la campaña 2020-21 tras acordarse la continuidad de los 18 clubes del curso 2019-20.
El cuadro taronja necesitaba terminar entre los ocho primeros de la fase regular con el fin de hacer realidad su objetivo. Antes del parón se estaba diluyendo como un azucarillo con cuatro derrotas consecutivas que le habían retrasado hasta la décima posición de la tabla. Pintaban bastos para él, pero el adinerado Juan Roig ya tiene la tranquilidad de que por primera vez en la historia su equipo disputará la Euroliga durante dos años consecutivos.
En el caso de los rusos, que recibieron una controvertida wild card para participar en esta edición, eran colistas sin que el aterrizaje de Xavi Pascual en el banquillo hubiese mejorado los registros de Joan Plaza. Estaba por ver si Jordi Bertomeu les hacía nuevamente un guiño para codearse con los mejores pese a la fortaleza de su patrocinador Gazprom, al que muchos ven como la firma que se asociará a la Euroliga en el futuro en sustitución de Turkish Airlines. Por su parte, el conjunto afincado en Belgrado también tenía prácticamente imposible tomar parte en la próxima Euroliga. Si no hubiera conseguido hacerse con el trofeo de campeón de la Liga Adriática, donde era tercero a una distancia considerable del líder Partizan antes de la emergencia sanitaria, su suerte estaba echada.
Quien también ha recibido con los brazos abiertos el prematuro final de la Euroliga no es otro que el Alba Berlin. Al margen del poderoso Bayern Munich, que al igual que el Asvel Villeurbanne era un fijo en la próxima edición al haber recibido una wild card de Bertomeu por espacio de dos años, el baloncesto alemán reparte una segunda plaza de cara al evento más glamuroso. Esta iba a ponerse en juego en los próximos días en una fase final prevista en Múnich. Pase lo que pase, los pupilos de Aíto García Reneses ya son conscientes de que su plaza no corre ningún tipo de peligro.