- La maleta de cuatro jugadores alavesas de baloncesto estaba cargada el pasado verano de ilusiones y esperanzas con el fin de vivir el sueño más apasionante de sus todavía cortas vidas. Nada hacía pensar unos meses más tarde, sin embargo, que la experiencia de compaginar el deporte con la carrera universitaria gracias a una beca acabaría antes de tiempo por culpa de un imprevisto fatal. El coronavirus también ha pillado con el pie cambiado a Nahia Urturi, Montse Gutiérrez, Silvia Lasarte y Clara Fernández de Trocóniz, cuatro jóvenes de 19 años que decidieron cruzar el charco para competir los próximos cuatro años en la NCAA, la liga universitaria estadounidense que acoge los pasos iniciales de las futuras estrellas de la WNBA.

Afortunadamente ya se encuentran en Vitoria en compañía de sus padres. Tras un retorno en un visto y no visto que se vio acelerado en cuanto la emergencia sanitaria también comenzó a golpear con fuerza a Estados Unidos, han compartido parte de su tiempo con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para explicar cómo ha sido su proceso de vuelta a casa. Las restricciones para viajar entre diferentes países son una triste realidad desde hace semanas y las familias de las cuatro alavesas tuvieron que apresurarse para reservar en un tiempo récord unos billetes de avión muy codiciados entre los miles de estudiantes españoles al otro lado del Atlántico que, como ellas, tan solo tenían entre ceja y ceja estar nuevamente al calor de los suyos.

El desencanto ha sido mayúsculo pese a que la campaña ya había finalizado en el plano deportivo con un grato sabor de boca por los muchos minutos de los que han dispuesto para progresar. Alguna pronuncia la palabra "rabia" y no es para menos teniendo en cuenta que todavía restaban por delante varias semanas de clases con el fin de aprobar las asignaturas de sus respectivas carreras. El maldito virus ha trastocado de forma notable sus planes. Entre la latente preocupación de sus familias y las recomendaciones de sus propias universidades, no había otra opción más sensata encima de la mesa que volver a Vitoria para estudiar online. Permanecer en Estados Unidos hubiese supuesto un riesgo innecesario que ninguna quería asumir.

El problema radica en que el viaje de retorno ha tenido desiguales complicaciones para las alavesas, a quienes la crisis sanitaria sobrevino en algún caso durante las vacaciones de primavera en Estados Unidos, más conocidas como Spring Break. Así sucedió con Clara, una alero que estudia Química en Texas y estaba disfrutando de un merecido descanso en Boulder (Colorado) cuando comenzaron los problemas. "Tengo familia en Minnesota y prefería pasar las dos semanas de cuarentena con ella y luego volver a la universidad. Allí no se podía hacer mucho porque estaba todo cerrado, pero me dijeron que las cosas se estaba poniendo peor y que las clases serían online. Era un miércoles. En USA todavía no había tantos casos, pero en la embajada y en la universidad nos pidieron a los internacionales que nos fuéramos antes del viernes porque estaban empezando a cerrar vuelos y la cosa se estaba poniendo seria. Pensando que me iba de vacaciones para una semana, sólo cogí ropa para pocos días. No me daba tiempo a regresar a Texas a recoger todo. Me levanté con un mensaje de mis padres el jueves por la mañana: 'Clara nos vemos mañana'. Me habían cogido un billete y volví con la maleta de mano para el Spring Break. La restante ropa se ha quedado en USA por la dramática situación", rememora esta alero, que voló desde Minnesota hasta Madrid con escala en Chicago.

En el caso de Nahia, otra exterior que ha estudiado Bioquímica en Virginia Occidental, la crisis del coronavirus también hizo acto de presencia durante un periodo de asueto. "Dadas las circunstancias y que todo estaba mal, en mi universidad decidieron extendernos las vacaciones hasta el 30 de marzo. Si a mi me decían el día 25 que las clases eran online pero para ese día estaban cerradas las fronteras, pues ya no podía retornar a España. Todos los internacionales estábamos decidimos a volver porque era lo más sensato. Tuve que hacer la maleta súper rápido porque mis padres me dijeron que regresara sí o sí. Allí se ha quedado mucha ropa", explica la alavesa, que viajó en primera instancia desde Columbus hasta Chicago antes de aterrizar en Madrid. "Fue un viaje rápido para lo que suele ser habitualmente, pero muy raro porque no ves a nadie en el aeropuerto. Apenas había gente y casi todos los que viajábamos éramos estudiantes españoles que volvíamos a casa, la mayoría con mascarilla".

Menos tormentoso fue el viaje de vuelta emprendido por Silvia, una pívot que a diferencia de sus compañeras en el CB Araba no había iniciado las vacaciones de primavera. Su universidad de Florida canceló rápidamente las clases ante la tormenta que se avecinaba. Gracias a las gestiones de su madre con la embajada española en Estados Unidos, que le informó acerca de la imperiosa necesidad de no demorar la vuelta más de 48 horas, tomó uno de los últimos enlaces nocturnos desde Miami a Madrid para evitar problemas desagradables. "Esto me facilitó bastante las cosas. Estaba pendiente de las noticias de que en España las cosas se ponían feas, igual cerraban las fronteras y había pocos aviones. La semana siguiente a irme era el Spring Break, así que me pilló perfecto porque era el último día de clase en el campus. Tuve que hacer las maletas, vaciar la habitación y al aeropuerto directa", evoca esta pívot que estudia un doble grado de Matemáticas y Business International. El padre de una de las mejores amigas de Silvia, a la que iba a haber visitado en Atlanta, lucha hoy en día por su vida en la UCI de un hospital debido al coronavirus.

En el caso de Montse, que compite una categoría por debajo de la NCAA en Wyoming, tuvo que aguantar de forma estoica las largas esperas en los aeropuertos antes de reencontrarse con los suyos. "Como en mi universidad no había muchos casos, pensaba que no tenía que irme tan pronto, pero nos mandaron a la semana siguiente un correo electrónico diciendo que los internacionales nos fuéramos cuanto antes porque era lo mejor para nosotros y siguiéramos así las clases online. Si me lo avisaron un lunes, el jueves ya estaba en el avión. Hice Denver-Chicago-Madrid", desvela esta alero que estudia Empresariales.

Pese a que sus sueños se han visto momentáneamente interrumpidos, todas han regresado "encantadas" a Vitoria. Lo han hecho con más volumen muscular ante el estricto programa de entrenamientos en Estados Unidos, donde las jugadoras trabajan de forma notable el físico en el gimnasio. Con la alimentación, eso sí, han tenido suerte desigual. Silvia podía elegir comida vegana en un huerto de su universidad y disponía de cocineros para degustar manjares casi a la carta, pero Montse ha acabado "quemada" del pollo rebozado y la típica comida americana, Clara ha añorado como nunca "la riqueza, la variedad y la calidad de los platos tan saludables de Vitoria" y Nahia -que ha trabajado en la cafetería de su universidad- "era de la que más cansada estaba" echando de menos "el pescado y las pencas con bechamel".

Durante el confinamiento, las cuatro vitorianas no tienen mucho tiempo que perder y las clases on-line centran buena parte de sus obligaciones diarias. Todas son conscientes de que necesitan una buena formación académica para disfrutar de un porvenir interesante en la vida. Eso sí, la preparación física es algo que tampoco descuidan. "En función de si alguien tiene jardín, cintas de correr o mancuernas para hacer pesas, me mandan un entrenamiento específico con los medios de que dispongo. Esta situación me da muchísima rabia", lamenta Clara.

Silvia también trata de rescatar aspectos positivos de este difícil momento. "Me ha encantado todo y he aprendido inglés, no puedo pedir más. Espero que las cosas regresen a la normalidad y que nos dejen volver rápido. No pensaba jugar tanto en el equipo. En la plantilla había 15 jugadoras, pero de primer año éramos pocas. Aunque había seis de último año y he sufrido lesiones de tobillo, el entrenador ha confiado bastante en mi juego", se felicita.

A juicio de Montse, que el día de su vuelta a Vitoria hizo una lista a su madre con la carta de platos que deseaba, "es una experiencia que recomendaría a cualquier jugadora, se aprende mucho y conoces otras culturas" debido a las diferentes nacionalidades de las compañeras de equipo. Para Nahia, "no solo aprendes del grado académico elegido, sino también a organizarte en la vida, a ser más independiente y trabajadora". Si la emergencia sanitaria va remitiendo y nada lo evita, las cuatro alavesas tienen previsto poner rumbo a Estados Unidos a finales de agosto. Ojalá que en su segunda campaña nada perturbe la tranquilidad de unas guerreras sin miedo a probar lo desconocido.

Edad. 19 años.

Posición. Alero.

Altura. 1,80 metros.

Equipo. Texas A&M International University, de la NCAA II.

Qué estudia. Química.

Trayectoria. Empezó a practicar el baloncesto en su colegio, Marianistas, en cuarto de primaria, donde jugó hasta el verano

pasado, cuando se unió al Araba.

Edad. 18 años (en breve 19).

Posición. Alero.

Altura. 1,72 metros.

Equipo. Ohio Valley University,

de la NCAA Division II.

Qué estudia. Bioquímica.

Trayectoria. Comenzó a jugar en quinto de primaria en el colegio San Prudencio. Poco después fichó por el San Viator y hace dos cursos recaló en el CB Araba.

Edad. 19 años.

Posición. Pívot.

Altura. 1,87 metros.

Equipo. Rollins College, de la NCAA Division II.

Qué estudia. Matemáticas y Business International.

Trayectoria. En tercero de primaria empezó a jugar en Olabide, para pasar después a San Viator y fichar por el CB Araba en 2017.

Edad. 19 años.

Posición. Alero.

Altura. 1,83 metros.

Equipo. Eastern Wyoming, de la Junior College.

Qué estudia. Business.

Trayectoria. En tercero de primaria empezó a jugar en Urkide. Recaló hace dos años en el CB Araba tras pasar con anterioridad por el San Viator.

"El padre de una amiga de Atlanta a la que iba a visitar está en la UCI de un hospital por el virus"

"Apenas había gente en el aeropuerto y todos los que viajábamos éramos estudiantes españoles"

"He vuelto con la maleta de mano porque iba de vacaciones a Colorado y casi toda la ropa está allí"