Vitoria - Los ecos de la desafortunada acción protagonizada por Nik Stauskas en los segundos finales ante el Real Madrid todavía no se han apagado. Una jugada que, se mire como se mire, va a condicionar el triste paso del escolta canadiense por el Baskonia, cuyo titánico esfuerzo se fue al garete tras una incomprensible falta carne de meme.

No en vano, su disparate ante Campazzo -que perfectamente pudo ser sancionado con más severidad por los árbitros- dio la vuelta al mundo a través de las redes sociales e incluso desató la sorpresa de compañeros de profesión como Malcolm Delaney o Jordan Theodore que estaban siguiendo el desenlace de un partido con un desenlace surrealista y hasta cierto punto cómico.

Stauskas se somete hoy al veredicto del Buesa Arena tras un error impropio a estos niveles que impidió al Baskonia forzar la prórroga en el WiZink Center. Ni los más apasionados seguidores merengues podían presagiar el regalo de un escolta cuyo cruce de cables ha desencadenado la ira de gran parte de la afición azulgrana. Si bien persiste un grupo -minoritario, eso sí- nada partidario del linchamiento al jugador y aboga por brindarle su apoyo con el fin de que no se venga abajo, la creencia generalizada es que Stauskas ha agotado ya por completo el poco crédito que le restaba en una temporada donde se esperaban grandes cosas de su muñeca.

Únicamente hay constancia de aquella noche mágica en el Kombank Arena de Belgrado ante el Estrella Roja como la de mayor inspiración con la elástica del Baskonia. Dado su silencio en estas últimas horas, nadie se explica qué pudo pasar por su cabeza para incurrir en esa torpeza tan flagrante que permitió a Campazzo sentenciar la velada desde la línea de personal. Bien no se percató de que el luminoso reflejaba un empate a 69 tras la canasta de Shields, bien ignoró que el equipo de Ivanovic estaba en el bonus desde hacía varios minutos o, en su defecto, simplemente obvió que restaban únicamente 2,9 segundos para el bocinazo final y Campazzo carecía de tiempo material para cruzar la cancha. Fuera lo que fuera, desde luego, Stauskas carece de disculpa.

Y todo ello después de que Ivanovic le rescatara del anonimato en el último minuto como posible brazo ejecutor de un Real Madrid sumido en el peor momento de la temporada. Un despiste que le coloca en la diana del Buesa Arena antes del partido ante el Asvel. Como si viviera en un mundo paralelo al de sus compañeros, que no dieron crédito a su error, Stauskas tiene ya sobrados motivos para sentir cómo el dedo acusador por parte del club y la afición se dirige hacia su controvertida figura. No en vano, ya llueve sobre mojado tras unos episodios derivados de su especial personalidad que no han gustado en estos meses en las altas esferas del Buesa Arena.

Futuro incierto en la ACB Las elevadas expectativas que despertó el pasado verano el fichaje de todo un Top 10 del draft de la NBA en 2014 no han estado ni de lejos en consonancia con un rendimiento muy discreto sobre la cancha. Un fichaje hasta la fecha con más sombras que luces al que aguarda un porvenir de lo más incierto en la Liga ACB a partir del mes de marzo.

Y es que el canadiense, cuya vinculación con el Baskonia acaba el próximo 30 de junio, se perfila como el gran sacrificado cuando los tres extracomunitario estén a disposición de Ivanovic. Pierria Henry es un fijo cuando se recupere de su operación de las fracturas en la cara y Semaj Christon ya ha dejado fogonazos de calidad en el poco tiempo que lleva en Vitoria, por lo que todos los dedos apuntan hacia un canadiense falto de confianza, acierto y personalidad para dejarse sentir como integrante azulgrana.

Contados han sido los partidos en los que ha brillado con luz propia gracias a la eficacia de su muñeca o se ha convertido en un generador de juego, virtudes que se le presuponían. Un recién llegado como Zoran Dragic, con menos calidad pero que posiblemente se adapte mejor a los férreos postulados de Ivanovic pese a su inferior amenaza desde la larga distancia, ya disfruta de más minutos en la cuerda exterior. Tiempo al tiempo, aunque el técnico montenegrino -que evitó el martes a toda costa el escarnio público en la posterior rueda de prensa- no es de los que titubea lo más mínimo cuando debe tomar una decisión de calado que afecte a algún jugador de renombre. Las incógnitas se disiparán en menos de un mes, el tiempo que le queda a Henry en la enfermería.