Vitoria - Si hay una posición fundamental en el baloncesto, precisamente es en la que más daño ha sufrido el Baskonia a lo largo de la presente temporada. Las bajas encadenadas de Jayson Granger, Luca Vildoza y Pierria Henry han dejado al equipo sin un director de juego puro de garantías, pues, a pesar de ser base, Sergi García no cuenta ni con la confianza ni con los galones suficientes para dirigir a este Kirolbet al nivel de exigencia que tiene. La lesión de Henry dejaba el puesto clave del equipo completamente destrozado y se pagó ayer con creces con una derrota ante el MoraBanc Andorra en un encuentro en el que ofensivamente el conjunto de Dusko Ivanovic ofreció un rendimiento nefasto. Con un baloncesto deslavazado y caótico por momentos, a una dirección cogida con pinzas y con Matt Janning ejerciendo de parche circunstancial se le añadió una matinal aciaga en el lanzamiento exterior (6/32, un paupérrimo 18% de efectividad), lo que condujo a Ibon Navarro a colapsar por completo la zona para dificultar así los puntos cerca de la canasta.

La fatalidad situó ayer a Sergi García en primera línea de fuego tras unos primeros partidos en los que Ivanovic había evidenciado ya su escasa confianza en las dotes del jugador. Una sensación que se corroboró ante el Andorra. Dubitativo en el ataque cada vez que se encontraba liberado, más centrado en no equivocarse en las decisiones propias que en encontrar soluciones y sin ser capaz de dar dinamismo al juego de un colectivo completamente atascado. Si en lo creativo no estuvo acertado, tampoco en defensa tuvo su día y ocho puntos consecutivos de Clevin Hannah suturaron la primera herida del equipo visitante justo antes del descanso. En prácticamente 22 minutos sobre la cancha, un -11 en el marcador -el peor del equipo en este apartado estadístico- habla bien a las claras de su incidencia negativa en el grupo.

El parche en el puesto fue de nuevo Janning, aunque al escolta poco más que subir el balón se le puede exigir. Y, aún así, fue capaz de encontrar con cierta solvencia a sus compañeros, con siete asistencias. Pero todo eso dentro de un ataque pastoso, tanto por la incapacidad de generar situaciones de ventaja como por el desastroso nivel de acierto en los lanzamientos exteriores. Sin esos dos abrelatas fundamentales, el Andorra apostó por colapsar la zona. Ibon Navarro convirtió la pintura en un auténtico campo de minas, redobló el esfuerzo defensivo sobre Tornike Shengelia y propició que pasar por ahí se convirtiese en una odisea homérica. Con el georgiano minimizado -13 puntos con muy malos porcentajes- y los tiradores Janning y Nik Stauskas con el punto de mira desviado -1/5 y 0/6 en triples, respectivamente-, la única solución por muchos momentos, siempre desde la individualidad, la ofreció un Shavon Shields que a duras penas consiguió sujetar al equipo con sus 18 puntos y 4 asistencias, inútiles a la postre para guiar al triunfo a un equipo descabezado.