Los milagros existen cuando se alían una cabeza privilegiada, una determinación a prueba de bombas y una personalidad arrolladora, virtudes que desgraciadamente no han sido compañeras de fatiga hasta la fecha. Puede que, en la temporada más catastrófica que se le recuerda, el destino le tuviera reservado algún día al Baskonia un subidón de dimensiones siderales. Este llegó ayer con un triunfo de un valor incalculable en la guarida del gran coco del Viejo Continente, más importante si cabe en el plano anímico que en el clasificatorio por la confianza que inyecte a un grupo que poco a poco trata de asomar la cabeza de la mano de Dusko Ivanovic.
El WiZink Center, una pista inabordable para toda clase de rivales desde hace meses, fue asaltado ayer por ocho valientes inmunes a toda clase de golpes que brindaron un triunfo épico y emotivo a más no poder. Carácter y ambición a partes iguales gracias al empuje y corazón de una tropa escuálida en cuanto a efectivos pero rebosante de pundonor y orgullo para dejar en evidencia a la plantilla más larga del panorama continental. Con un ejército menguante debido a los problemas físicos de Henry o la ausencia de Diop y García por razones técnicas, el Baskonia facturó uno de esos triunfos que perdurará en la retina de los aficionados durante mucho tiempo.
Ni una tétrica puesta en escena que permitió la friolera de 32 puntos a los blancos, ni la pujanza triplista de Campazzo, ni las célebres mandarinas de Llull ni las progresivas eliminaciones de Henry -tocado en su muslo- y Fall en el último cuarto tumbaron la heroica resistencia del Baskonia, cuyo ejercicio de supervivencia en la capital resultó conmovedor y titánico en todos los sentidos. Tras verse contra las cuerdas y cuando todo hacía indicar que ya se había acabado la gasolina (78-70), el conjunto vitoriano extrajo fuerzas de flaqueza para rubricar el triunfo más meritorio desde el arranque del ejercicio.
Sin su base omnipresente ni el gigante dominador que habían sostenido los cimientos del edificio, el Baskonia se creció de una forma descomunal. El cansancio pesaba como una losa, Campazzo seguía haciendo de las suyas y la profundidad de la plantilla merengue amenazaban con frustrar el buen trabajo anterior, pero la tropa alavesa se sostuvo en pie con grandeza. Esta vez no se desvaneció el equipo timorato de toda la temporada. Stauskas ejerció como dinamizador ofensivo martirizando el aro local desde la larga distancia y suministrando asistencias de oro, aunque fue Shengelia el estandarte que amarró el éxito final con un mate espectacular tras romper la cintura de Tavares y dos tiros libres posteriores que proporcionaron el colchón de seguridad suficiente para mantener a raya al Madrid.
del infierno al cielo Un epílogo inesperado para un duelo de pistoleros que arrancó de la peor manera pero se fue enderezando a partir del segundo cuarto gracias a la inconmensurable actuación de Henry. El vendaval blanco se llevó por delante en los albores a un Baskonia incapaz de poner palos en las ruedas al vértigo, dinamismo y pegada de los hombres de Laso. La permisividad defensiva azulgrana ante uno de los grandes de Europa se tradujo en un desmedido torrente de puntos en contra, especialmente desde la línea del 6,75 con los argentinos Campazzo y Deck como principales verdugos.
Tras ese diluvio universal, todo cambió para bien en el segundo cuarto por obra y gracia de un parcial de 0-13. Cuando todo parecía encaminado hacia una escabechina, el Baskonia despertó del letargo y desplegó los mejores minutos de la temporada. La ausencia de Campazzo en las filas locales, el providencial ingreso de un Fall dominador y bien alimentado por sus compañeros, la apuesta de Ivanovic por tres altos con Polonara desplazado al tres -algo que desencadenó el dominio en el rebote ofensivo- y la conmovedora actuación de Henry propiciaron un partido completamente nuevo en el WiZink Center. El base estadounidense fue un tormento para Laso. Voraz en el uno contra uno, letal en el tiro exterior y con una perfecta lectura del juego pese a la desmedida carga de kilómetros de sus piernas, se erigió en el artífice de la remontada azulgrana. Sus problemas en el muslo derecho tras el descanso encendieron las alarmas en las filas vitorianas y le obligaron a perderse varios minutos. Sin embargo, nada sacó de su carril a un visitante que opuso una fe a prueba de bombas. Primero para agarrarse a un partido que ya parecía perdido y más tarde asestar el golpe de gracias a cuatro puntos consecutivos de Shengelia. El georgiano, maniatado por Garuba durante muchos minutos, se redimió de sus pecados en la segunda parte para destapar la vulnerabilidad del Real Madrid como anfitrión.
Corazón, fe y personalidad Todas las virtudes extraviadas en la presente temporada aparecieron ayer de golpe en el WiZink Center, donde el Baskonia se sobrepuso a un tétrico inicio, la remontada merengue del último cuarto (78-70) y las eliminaciones de Henry y Fall para rubricar un triunfo con tintes épicos con una rotación de solo ocho hombres.
Trabajo coral Henry fue el pulmón azulgrana durante todo el choque gracias a su desbordante pegada ofensiva y el ingreso de Fall también propició la supremacía azulgrana bajo los aros, aunque fue Polonara quien cambió la inercia del partido con su chispa en el 'tres'. Stauskas ejerció como dinamizador en el epílogo y Shengelia hundió al Madrid.
Firmó una actuación memorable en el WiZink Center. Pese a sus molestias musculares y el empuje de Campazzo, opuso personalidad, criterio y acierto a partes iguales para liderar el éxito.