Vitoria - Suele decirse que ante situaciones desesperadas hay que buscar soluciones desesperadas y esa pareció ser la filosofía a la que trató de aferrarse anoche Dusko Ivanovic. Tras constatar ya en los primeros minutos de la contienda que el Baskonia volvía a ofrecer su versión más oscura y que el choque se decantaba claramente del lado del Fenerbahce, el preparador montenegrino debió pensar que poco más quedaba ya por perder y y optó por buscar el milagro a través de experimentos poco habituales dentro de su trayectoria.
El primer paso fue sacar de la ecuación a un elemento que estaba generando una grave hemorragia casi desde el salto inicial. De esta manera, el técnico azulgrana prescindió de los dos bases puros con los que contaba ayer -al margen de la presencia anecdótica del joven Lautaro López en el banquillo- y entregó el timón del equipo sobre el parqué a Matt Janning. Tanto Henry -con pérdidas increíbles e incapaz de llevar al grupo por el rumbo adecuado- como Sergi García estaban siendo claramente superados por el rival y su flojo rendimiento empujó a Ivanovic a refugiarse en una alternativa de emergencia.
Casi a renglón seguido, le llegó el turno de la reconstrucción al otro extremo del equipo. Al igual que ha venido sucediendo en prácticamente todos los encuentros de la temporada, el papel de los pívots baskonistas estaba siendo completamente intrascendente y el entrenador balcánico buscó la manera de alterar el guión tratando de implantar una fórmula alternativa. En este caso poner sobre la pista a dos cuatros -Shengelia y Polonara- y relegar en el banquillo a los tres cincos de la plantilla. Mención especial merece un Ilimane Diop que no disputó ni un solo segundo de la contienda por decisión técnica, según confirmó el propio Dusko Ivanovic.
Con este quinteto experimental pequeño el Baskonia disputó la parte central del tercer cuarto y, por momentos, consiguió estrechar las diferencias en el marcador. Y, sobre todo, dio la sensación al menos de saber a lo que tenía que jugar y ser capaz de seguir un plan de ruta. No obstante la reaparición de los graves errores propios y los letales fogonazos turcos desde la larga distancia provocaron que la distancia volviese a ser insalvable.
Se produjo entonces la última vuelta de tuerca por parte de Dusko Ivanovic. Renunciando a su apuesta por los pequeños, introdujo en la pista a Fall sustituyendo a Shields para conformar un quinteto con el pívot francés, Shengelia y Polonara conformando una sorprendente tripleta junto a Janning y Stauskas.
Fue un último intento a la desesperada que, por lo menos, permitió maquillar un poco el resultado final y vislumbrar lo que puede ofrecer un Fall que en esa fase -ya con Henry de nuevo sobre el parqué- fue dominante en ambas zonas. Los experimentos, no obstante, terminaron sin dar fruto.